Murió otro grande

Murió otro grande

Evaristo Rubens.

Digo que murió otro grande, aunque de tamaño no era grande, pero sí de corazón. Hombre amable, pacífico, amigo leal, discreto, generoso, decente, solidario, humilde, agradecido y buena persona.

Así ha sido descrito Orlando Jorge Mera por todos los que lo conocíamos de cerca o a distancia. Hombres de esa talla no deberían morir nunca y menos asesinados por alguien miserable con signo de peso en la frente porque solo piensa en dinero.

No tuve la suerte de ser uno de sus amigos cercanos, pero durante mi ejercicio de periodista lo he venido observando y su conducta de funcionario público fue correcta y en beneficio de la colectividad.

En el Ministerio de Medio Ambiente fue decente y ajustado a las norma establecidas hasta el momento de su asesinato en su despacho por su supuesto amigo Fausto Miguel de Jesús Cruz de la Mota, quien demostró con su saña contra Orlando que está lleno de odio y sin compasión del que decía era su amigo desde muchacho.

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La vida nos tiene muchas sorpresas; a lo mejor Orlando nunca pensó que moriría asesinado y mucho menos por manos de un amigo.

Medidas seguridad

Después de ese horrendo hecho, el asesinato de Orlando Jorge Mera, en su despacho, se han activado medidas extremas de seguridad.

En lo que respecta a algunas instituciones del sector agropecuario, han activado unos armatrotes, a veces medio destartalados, para chequear a todo el que entra a los edificios. Parte de los que cuidan esos aparatos le hablan mal a empleados y visitantes: si no quiere hacer lo que le digo, no entre.