Soren Kierkegaard dijo: “la vida solo puede ser comprendida mirando hacia atrás, pero debe ser vivida mirando hacia delante”. Es evidente que la construcción del pasado de una persona influye en su desarrollo psico-emocional y existencial. A cientos de personas la vida se le detiene por una circunstancia que le marca para siempre: un trauma, un abandono, un maltrato, una frustración, un desamor, un divorcio, un accidente, etc.
Pero el pasado se acepta y se reconoce como un proceso del desarrollo, del cual no fuimos protagonistas, ni responsables de las decisiones que tomaron otras personas por nosotros. Es decir, no podemos culparnos de los acontecimientos, ni del aprendizaje o experiencia que nos tocó vivir en la familia, en la escuela, en la comunidad, o con nuestros amigos. Ese pasado se puede recordar; pero siempre abordarlo con las actitudes emocionales positivas, con la compasión, la confianza y la gratitud que siempre dejan los procesos, aun los más difíciles.
Mirar hacia atrás, es bueno, te fortalece la identidad, te ayuda a tener una perspectiva más amplia de tu vida, la de los tuyos y de tu propio entorno.
Pero, en esa mirada atrás tiene que existir una revisión de las actitudes, para obtener resultados diferentes al pasado. Si se mantienen los viejos hábitos, las mismas conductas y comportamientos, entonces, estás paralizado en tu pasado, te sigues mirando en él, o reaccionas y actúas con el mismo sistema de creencias de décadas atrás. Y, si esas reacciones y comportamientos siempre son los mismos en diferentes circunstancias y espacios, es más preocupante, ya que han formado parte de los rasgos y del tipo de personalidad; y en el peor de los casos, forman parte de un trastorno de personalidad.
La vida es un proceso dinámico, que está relacionado con el contexto en los que interactuamos. Le corresponde a cada persona continuar y pedalear cada camino, y cada circunstancia. De no ser así, el pasado te lleva a los mismos caminos, a las mismas personas, a las mismas circunstancias. Es fundamental la percepción de la lectura emocional con que te conecta con tu pasado.
Cada vez que se aproxima un año, motivo a mis pacientes, a familiares, amigos y a los que me pueden leer y escuchar en mi tertulia: Jueves de Salud Mental, en el Centro del Libro. Una tertulia que el próximo año celebra sus doce años de forma ininterrumpida.
Literalmente necesitamos cambiar. Unos deben revisar su hoja de vida, sus objetivos y metas; pero también los propósitos y motivos que le refuerza la existencia.
Otros tendrán que reflexionar en su imposibilidad para obtener los resultados de la vida en diferentes áreas y procesos. Sin embargo, algunos deberían ser honestos consigo mismos para detectar sus miedos, trampas, hábitos, conductas que le han llevado a ser personas disfuncionales, inadaptadas, enfermas o tóxicas.
Es mirando el presente, que se logran los resultado de vida actual; el logro de propósitos, el nivel de satisfacción y de capacidad para tener hábitos resilientes, fortaleza emocional y capacidad para aprender a insistir, persistir, y resistir para fluir en la vida.
Pero también, mire hacia el futuro, con optimismo, con autoconfianza, con autocompasión, autodeterminación y sana autoestima. No permita que para el próximo año, sus hábitos sea de consumo, placer, autogratificación inmediata, endeudamiento, indisciplina, desenfocarse de las tareas vitales y trascendentales de su vida.
No permita que la posmodernidad, la cultura de la prisa, el relativismo ético y la indiferencia social, le lleve a la irresponsabilidad social. ¡¡Cambie!!
Muévase, sea emprendedor, revise sus actitudes, confíe en sus propios músculos para pedalear la vida. La mejor conquista es asumir su ser, no el parecer; no los resultados de otras personas, ni el cómo, ni el cuándo, ni los por qué; Descubra su motivos de vida, asuma sus causas de vida y defienda los principios y valores con los que usted ha decidido vivir. Todos necesitamos cambiar en el 2019.