Como suele ocurrir en nuestro país, hemos hablado mucho –casi todo el mundo—sobre el fatídico y vergonzante tema de la violencia contra la mujer. Pero tenemos pocos estudios que aborden la búsqueda de las causas del recrudecimiento de esa violencia y desde cuándo, en paralelo con el contexto de la sociedad dominicana. Hemos preferido la retórica de los conceptos y los planteamientos ampliamente conocidos, con saber a clichés, con frecuencia impulsados por la burocracia inmóvil de conocidos organismos internacionales. Pero parece que no nos damos cuenta que nada pasa. La violencia continúa, cada vez con una vesania y mayor crueldad.
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Es necesario que hagamos un alto en la manera de abordar esta violencia, que miremos los detalles y las circunstancias con detenimiento, que nos abramos a la posibilidad de todas las explicaciones posibles, con miradas múltiples desde las ciencias, y entendamos qué está pasando para que ataquemos el mal con mayor eficacia. El fenómeno de esta violencia contra la mujer debemos verlo en su conjunto, como si fuera desde un dron, pero que también lo veamos desde abajo, desde el prisma metodológico de los estudios de caso –método preferido de la Medicina— para ver lo que pasa en las distintas capas demográficas de la sociedad.
Seguir contando los feminicidios, seguir contando las mujeres emocionalmente maltratadas, seguir contando las mujeres económicamente sometidas, seguir contando las golpizas, nada de esto es suficiente. Hay que avanzar, hay que dar pasos concretos para identificar y reeducar de manera sistemática a los violentos y eliminar, si las hubiere, las causas de los varones y más allá de estos que puedan servir de detonantes de los dispositivos emocionales que llevan a la violencia. Las universidades están llamadas a colaborar en la búsqueda del entendimiento y la solución de la violencia familiar y contra la mujer, conjuntamente con la Procuraduría General de la República, las sociedades de psicólogos y de siquiatras, el Ministerio de la Mujer y las iglesias católica y evangélica que mantienen ministerios y programas educativos permanentes a favor de las familias.
Este es el reto que tenemos por delante en este Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer