Nietzsche: el último hombre y el superhombre

Nietzsche: el último hombre y el superhombre

Friedrich Nietzsche

Friedrich Nietzsche, el controvertido y brillante filósofo alemán fue poeta, músico y compositor, crítico cultural, nieto e hijo de pastores protestantes graduado de filología clásica en las universidades de Bonn y Leipzig; amigo de Richard Wagner; enamorado de Lou Andreas-Salomé, poeta e inteligente mujer, quien prefirió el amor del poeta Rainer María Rilke. Vivió una vida dedicada a pensar sobre la existencia, la religión, el arte, el poder y a su escritura…Los últimos once años de su vida los pasó recluido por una demencia de origen indeterminada (¿sífilis, enfermedad neurológica, tumor?). En sus inicios fue influenciado por Schopenhauer, Spinoza y Goethe. Entre sus obras contamos con “El nacimiento de la tragedia, Genealogía de la Moral, Así hablo Zaratustra, Más allá del bien y el mal, El anticristo, Ecco Homo, Humano-demasiado humano, Crepúsculo de los ídolos”, entre otros.

Dos ejes principales marcan su obra intensa, profunda y diversa: la filosofía del martillo y los nuevos valores constructivos (la transmutación de los valores tradicionales: el nihilismo). El primero se refiere a hacer filosofía a martillazos, atacando el edificio del saber tradicional y sus manifestaciones. Nietzsche hace una crítica a la cultura occidental y a los ámbitos donde se ve reflejada. La percibe como decadente y dogmática. Asegura que el principal responsable de la decadencia de Occidente es Sócrates, pues creo un distanciamiento entre lo apolíneo y lo dionisiaco. Refiere que antes de Sócrates la cultura griega se expresaba a través de los valores del espíritu apolíneo que representaba el valor de la razón y, por el dionisiaco que representaba el valor de la vida.

Platón, por su lado, situó el mundo de las ideas por encima del mundo de la vida. Finalmente, el cristianismo emplazó en este mundo ideal un Dios único y omnipotente que vive en un mundo que trasciende al de la vida y supera a todos los hombres. Desde ese momento la cultura occidental se manifestó a partir de la razón. Nietzsche critica la moral occidental: moral de esclavos y del resentimiento. Señala que se basa en el dogma de que las obras más elevadas no pueden ser obras del hombre. Afirma que a consecuencia de todo esto el hombre permanece enfermo, débil alienado, enajenado, incapaz de actuar porque se va introduciendo en él la idea de que la vida terrenal no tiene sentido. Respecto a la ciencia y la matematización de la realidad específica que la ciencia establece que la verdad se encuentra en un mundo modélicode las matemáticas, y así somete a la realidad. La ciencia establece que el mundo real, el de la vida, es una apariencia y necesita ser reducida al mundo de las matemáticas, es decir, el modelo (¿la realidad?).

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El otro punto de ataque es el lenguaje. Nietzsche considera que de la misma manera que la ciencia intenta reducir la vida a números; el lenguaje intenta reducirlo a conceptos, en vez de intentar entender al mundo desde la vida misma, tal cual es… como una fuerza, un poder. Según nuestro filósofo el lenguaje es una ficción colectiva con la cual pretendemos buscar la verdad. Refiere que en el fondo no nos interesa toda la verdad sino solamente la positiva, clasificable, ordenable, sistematizable. Para Nietzsche la verdad no se puede conocer a través del lenguaje.

¿Pero a qué enfermedad se refiere Nietzsche? Los valores tradicionales habían perdido su poder en las vidas de las personas. Es por ello que en “Así hablo Zarathustra” nos anuncia que Dios ha muerto…<< ¿Dónde se ha ido Dios ?, yo os lo digo, nosotros lo hemos matado, todos nosotros somos sus asesinos. Lo único que permanece en Dios muerto son la iglesia>> Nietzsche (original 1954, 1966). La fuerza del espíritu de Occidente, cansado y agotado por los valores inadecuados y falsos se vuelve nihilista. << ¿Qué significa nihilismo?, que se desvalorizan los más altos valores, falta la meta y falta la respuesta al por qué>>. Una vez perdida la fe en el «verdadero mundo», la cultura se queda sin sentido, sin guía o meta aparente, entonces se llega a la decadencia o al pesimismo. La muerte de Dios es la de la realidad unívoca, la verdad burguesa. Para Nietzsche la muerte de Dios representa la negación de la moral metafísica y de todos los mundos inventados. Veamos, si la idea de Dios es el fundamento del mundo y Dios ha muerto: ahora es la vida la que se convierte en el criterio.

Antes, todo estaba en manos de Dios y el ser humano occidental creyente se sentía protegido, pero ahora ha muerto. Este hecho, según Nietzsche, puede dar lugar al nacimiento del “último hombre”, regido por la falta de confianza en la vida, el más decadente, el peor de todos, el más despreciable por haber sustituido a Dios por el pragmatismo (preferencia por lo práctico y útil) y la tecnocracia. Decadente porque se opone a todos los valores del existir instintivo y biológico del hombre. Pero hay otro tipo de hombre: el de espíritu libre, capaz de aceptar la muerte de Dios, acabar con la metafísica y no poner nada en su lugar. Según Nietzsche cuando esto es lo que se asume se habrá superado el nihilismo negativo. ¿Quién es el que asume la muerte de Dios sin buscar sustitutos? Es el superhombre, el más real de todos los hombres, el más fuerte, el que no necesita valores falsos.

Nietzsche ilustra el proceso de la generación del superhombre con la metáfora de tres transformaciones: el camello (representa el momento en que la humanidad lleva la carga de la moral invertida); el león que representa al hombre crítico que destruye los valores establecidos; el niño, creador espontáneo de su propio juego; el que inventa; el que toma la vida como una afirmación (Nietzsche, 1966, p.25). De ahí surge el superhombre, autónomo libre de valores del pasado y por tanto el que crea y asume estos nuevos y diferentes valores y asume la vida con una nueva actitud: la de la voluntad de poder. Voluntad libre, vital, expansiva. Esta no consiste en querer dominar a nadie ni adueñarse de nadie, sino que es pura creación. Esta es la nueva perspectiva del superhombre moral, vital, artista que se expresa como voluntad de poder y entiende que la realidad no es fija, sino que es devenir. Nietzsche nos habla del mundo como cambio, como transformación.

En cuanto a eterno retorno, refiere que el superhombre es el único capaz de superar la prueba del eterno retorno de lo mismo, pero absolutamente todo lo mismo. Elogio del instante porque cada instante es vida y en cada instante está el sentido de toda nuestra existencia. Según el mismo Nietzsche este es su pensamiento más profundo: incluso de las cosas que consideramos más insignificantes. El superhombre tiene que querer el eterno retorno si su único valor es la vida. Ha de querer que esta se repita eternamente por eso el eterno retorno implica una reivindicación radical de la vida. La única forma nos dice el filósofo alemán de demostrar que asumimos plenamente la vida es deseando el eterno retorno: formas del vitalismo defendido por Nietzsche.

¡Detente, Nietzsche!, Zarathustra, espera… que tu sombra vaga por estos predios. Espera….

«… ¿Adónde se ha ido mi soledad?», dijo. «En verdad, se está volviendo demasiado para mí; esta cordillera está repleta, mi reino ya no es de este mundo, necesito nuevas montañas. ¿Mi sombra me llama? ¡Qué importa mi sombra, que corra detrás de mí! Huiré de ella» (Nietzsche, p.272).