Niñez y familia, ¿protección o riesgo?

Niñez y familia, ¿protección o riesgo?

Tahira Vargas García

El inicio de la violencia hacia la niñez en las familias está en las prácticas de crianza. La existencia de la legitimación del uso de violencia física, verbal y psicológica hacia la niñez y adolescencia con las denominadas “pelas” favorece a la permisividad del abuso infantil y a la reproducción de una lógica que identifica al niño, niña y adolescente como objeto y no como sujeto.

Junto al uso de la violencia en las prácticas de crianza se encuentran las violaciones sexuales y el incesto que tienen un fuerte arraigo histórico en nuestra sociedad desde la permisividad y legitimidad ejercida desde el poder patriarcal en las familias y en la estructura político-social de nuestra sociedad (Tiranía trujillista).

Muchas familias validan que los hombres dispongan de las niñas y adolescentes como objeto sexual aun cuando sean sus padres, hermanos, tíos y/o padrastros. Igualmente, la obtención de beneficios económicos con su entrega a hombres particulares en condición de matrimonio o para la explotación sexual.

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Nuestra sociedad ha depositado en la familia como estructura social una responsabilidad de socialización y protección hacia la niñez y adolescencia que no necesariamente se cumple. Por el contrario, muchas familias no cuentan con el reconocimiento de los derechos de la niñez y adolescencia que se forja en su interior y por el contrario ven a niños, niñas y adolescentes como su propiedad.

Las prácticas de violencia al interior de las familias se remiten a toda nuestra historia social, y estaban totalmente normalizadas y aceptadas. Igualmente, las de incesto y abuso sexual.

La familia es (en muchos casos) el primer lugar de abuso físico, sexual y/o entrega de niños y niñas para explotación sexual y/o laboral. En ellas se reproducen las desigualdades de género, el ejercicio de poder masculino con secuelas de incesto y abuso sexual.

La ausencia de un régimen de consecuencias efectivo contra el maltrato infantil ha favorecido a su permisividad y continuidad. Los derechos de la niñez y adolescencia se desconocen y se niegan en nuestra sociedad.

La falta de un abordaje de los derechos de la niñez y adolescencia, así como de los derechos sexuales y reproductivos en nuestro sistema educativo provoca total desprotección de nuestra población infantil y adolescente que no cuentan con herramientas para enfrentar los riesgos de acoso y violaciones sexuales que viven cotidianamente en su familia y contexto social.

La identificación de casos de crímenes, violencia y abuso sexual contra la niñez como “aislados” e individuales niega sus raíces estructurales y la necesidad de cambios en imaginarios culturales que perpetúan el adultocentrismo y autoritarismo que permea toda nuestra sociedad.

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