Sería una gran noticia que la ADP decidiera involucrarse como gremio, con toda la fuerza y energía que el mayor sindicato del país pone en sus luchas reivindicativas, en el sentido reclamo de que se terminen los centenares de escuelas dispersas por toda la geografía nacional que dejó a medio talle la pasada administración, que se han convertido en monumentos a la indolencia de una sociedad empantanada en la mediocridad vergonzosa de su educación pública.

Según un levantamiento realizado por la seccional de Santiago del gremio magisterial en esa provincia hay un total de 29 escuelas cuya construcción lleva años paralizada, mientras los profesores se ven obligados, por falta de espacios adecuados, a impartir docencia en ranchetas, iglesias, casas alquiladas y hasta debajo de los árboles. La construcción de algunas de esas escuelas, según explicaciones de Miguel Jorge, presidente de la ADP en Santiago, está avanzada hasta en un 80%, pero de manera incomprensible no se les da prioridad y se terminan de una vez.

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Un problema que se replica en distintas partes del país sin que parezca importarle a nadie, pero que nos está diciendo a todos los que creímos en la lucha por el 4% para la educación que no era suficiente conseguir que se invirtieran esos recursos, que no servirán para darnos una educación de calidad si se utilizan para construir flamantes ruinas que no terminan de ser escuelas, o para pagarles salarios a los parásitos y zanganos políticos que llamamos botellas.

Por eso señalé que sería una gran noticia que empiece a importarnos ese gran dispendio y que la ADP, como actor fundamental del cambio que necesitamos para tener una educación que nos abra las puertas del futuro, participe en la toma de conciencia que nos lleve a emprender acciones exigiendo que ese dinero sea mejor invertido. La jornada por el 4% del que esta sociedad se siente tan orgullosa dijo que es posible, pero ahora sabemos que no fue suficiente.