Según expertos, el miedo es una de las cuatro emociones primarias con las que nace un individuo junto con el dolor, el amor y la rabia. Sin embargo, ese temor natural en realidad no llega a ser un problema hasta que no sea definido como una fobia, ya que la misma es un miedo irracional ante un estímulo particular.
Es preciso resaltar que las fobias no son nada nuevas, de hecho, son tan antiguas como el hombre mismo y lo han acompañado a lo largo de su historia. Se calcula que aproximadamente el 8% de la población sufre este tipo de trastorno. Y la fobia tiene dos componentes: la parte psicológica, que es la sensación de miedo con alta dosis de angustia, y la parte somática, que se manifiesta con los síntomas: palidez, sudoración, taquicardia, ganas de evacuar, tartamudez, entre otros.
Una de las cosas más difíciles de entender, es que las causas que originan estas fobias son tan múltiples como quienes las padecen, y están asociadas a altos niveles de estrés acompañados de cierta vulnerabilidad biológica.
La frustración que implica cuando se siente una fobia, puede reflejarse indirectamente en forma de desánimo general (a veces es causa de caer en una depresión tras una larga etapa vital de sufrimiento) e irritación descontrolada con el círculo familiar íntimo. Las relaciones que exigen iniciativa, sostén y aportación por nuestra parte se pueden llegar a ver gravemente resentidas y romperse.
Me he dado cuenta, que siempre habrán personas que te consideren débil, que piensen que eres una cuentista o que lo único que te pasa es que eres una histérica. Pero sólo el que lo vive sabe que no es así. Como es algo irracional, esto hace que a veces no sea sencillo entender los miedos y las impresiones que provoque. Aparentemente es complicado aceptar que cuando una persona sufre una ansiedad ocasionada por un trastorno de fobia, muy a menudo tiene que hacer frente, además de a todos los síntomas de la ansiedad, a la incomprensión de la gente, a miradas de reproche y críticas. Y esta situación se da por una falta de sensibilidad, por supuesto, pero también porque no todos son capaces de entender lo que supone un problema de ansiedad.
Con estas situaciones ocurre algo parecido como con la depresión, que muchas veces frivolizamos con un problema serio. Es decir, se suelen utilizar comúnmente expresiones «Qué depresión tengo» o «Tengo una ansiedad terrible» sin ser muy conscientes de que de esta manera minimizamos socialmente el impacto de estos trastornos. Así, hay muchas personas que no pueden comprender cómo la ansiedad y las fobias pueden arruinar una vida.
Acabar con esta incomprensión es importante, porque no es justo añadir más sufrimiento a una persona con un tipo de trastorno así. A los problemas físicos a los que tiene que hacer frente a diario como el cansancio, el insomnio, el dolor de cabeza o los problemas musculares no podemos sumarle tener que convencer a los demás de que realmente tiene un problema.Y muchas veces ellos mismos son conscientes de que la fobia es algo irracional, pero esa imposibilidad de poder explicarlo y ser entendido lleva a un empeoramiento de su estado.
Todos deberíamos al menos intentar ponernos en el lugar de las personas que padecen una fobia y tratar de entender que no reaccionan así porque quieren, sino porque tienen un problema, el cual en realidad lo malo no es sentirlo porque es una respuesta adaptativa, es decir, nos protege y nos permite reaccionar, sino que en ese momento en el que el paciente ve alterado su comportamiento y trata de evitar aquel estímulo que le causa pavor, queramos exponerlos a la fuerza a ese estímulo fóbico que tanta angustia y malestar le provoca, porque puede ser peligroso. Es vital no forzar a nadie ante estas situaciones. La reacción más frecuente de estas personas para rebajar dicha angustia es la de evitar esos estímulos.
Ahora bien, las fobias no son un mal incurable, por lo quees recomendable acudir al especialista. Sólo Él será el encargado de valorar cuál es el mejor tratamiento, y tenemos conocimiento de que bajo un procedimiento terapéutico adecuado, más del 95% de los casos han evolucionado favorablemente.