No sé ni qué decir

No sé ni qué decir

Samuel Luna

Cuando escribí este artículo sentí una sensación de impotencia, de enojo, y de esperanza envuelta en el tiempo. Es que veo el comportamiento de los que dicen que aman a su país pero no hacen nada para invertir en la reducción de los problemas que nos limitan a crecer como nación desarrollada.

No sé ni qué decir, pero puedo decir que percibo a una población aferrada a los mismos partidos y a las mismas mañas. Un país que se comporta de forma casi anormal, se auto aniquilan por seguir a sectores que solo les importa el crecimiento de ellos, grupos que invierten toda su existencia para llegar al poder, para ocupar los puestos claves y desde ahí darle rienda suelta a su hedonismo desenfrenado; a ese sector no les importa la transformación del pueblo dominicano. Realmente, no sé ni qué decir.

No sé ni qué decir, cuando la mayoría de un país se ríe de todo, se ríe del pobre, se ríe del político que sustrae el dinero de ellos mismos, de los que se ríen. Me friso, cuando en cada período electoral el pueblo convierte el ejercicio democrático en una fiesta mayor que la del carnaval. El mismo pueblo ejecuta la sentencia de muerte poniendo a personas sin integridad y sin carácter, lo grande es que luego queremos vocear y actuar como si fuésemos víctimas. ¡No! Somos partícipes de la corrupción, de la impunidad y de todas las barbaridades que bailamos en el carnaval que levanta la mediocridad  y promueve la miseria.

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Carajo, no sé ni qué decir, cuando veo tantas estructuras políticas vendiendo sus ideas oxidadas, promoviendo la esperanza encarcelada, y creando más gastos, más confusión, más corrupción y más espacios para generar empleos desde una plataforma putrefacta. 

No sé ni qué decir, al ver tantos defensores de la patria que solo buscan hacer riquezas aprovechando la ignorancia fabricada. Los pobres buscan sus migajas, los políticos buscan el apoyo de los viscerales, los empresarios apoyan a los políticos usando un trueque lleno de ambición sin fondo. Es como un ciclo de maldición, que no nos permite pensar de forma colectiva.

No sé ni qué decir, bueno, es que, realmente no sé ni qué decir, frente a un país donde el mayor empleador es el partido que está en el poder. Por eso muchos dicen que esto no lo arregla nadie; sin embargo, prefieren irse a otro país que fue arreglado por alguien de carne y de hueso. Me quedo como mudo cuando la educación de nuestros niños y adolescentes se ve lacerada y acribillada por funcionarios sin alma y sin visión, todo lo han politizado, y lo grande es que todos nosotros lo sabemos y seguimos actuando como que nada está pasando. Nos comportamos como payasos, siempre riéndonos de los fracasos, no nos atrevemos a reconocer que somos una población corrupta, con una comunicación espiral, donde el compadreo es más importante que la misma ley.

Aunque no sé ni qué decir, puedo escribir que este país necesita menos partidos y más personas con conciencia y coraje. Puedo escribir  que debemos promover un sistema de candidaturas independientes sin estar sujetos al monopolio partidario. Puedo escribir que no necesitamos un congreso bicameral, que  los regidos vuelvan a ser voluntarios, que el Estado dominicano no de dinero a los partidos políticos. Pero, bueno, es que, no sé ni qué decir, pero por lo menos puedo escribir y crear conciencia, orar, actuar y permanecer íntegro.

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