Cuando era niña, le tenía miedo a las “ánimas”. Es que el 2 de noviembre, en la casa de mi abuela y en la de mis padres, se les rezaba a las ánimas: “por las ánimas benditas todos debemos rogar, que Dios las saque de pena y las lleve a descansar”.
Los campesinos llamaban ánimas a las luciérnagas y, en las noches oscuras, “las animitas” iluminaban los espacios. Esa relación entre ánimas del purgatorio y las luciérnagas era de tanto miedo como para arroparme y quedarme dormida hasta el siguiente día.
Las “ánimas del purgatorio” es el espacio intermedio entre el cielo y el infierno, donde las almas que no han sido muy malas pasan un tiempo purgando sus pecados hasta que Dios se apiade de ellas y las excluya de ese lugar. Es parte del ritual de la Iglesia católica en la que me formaron.
Imagino que el cuento “Dos pesos de agua”, de Juan Bosch, fue escrito en noviembre porque el segundo día de ese mes es el día de las Ánimas. El escritor produjo el cuento en el año 1937 y 64 años después se fue de este mundo, el día antes, el de “Todos los Santos”, el primero de noviembre del 2001.
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La magia del cuento, ambientado en una loma del Cibao, nos lleva a conocer la fe de doña Remigia en el poder de las ánimas para hacer que lloviera. Pagó de sus ahorros “dos pesos de agua a las ánimas” para que mandaran lluvias, porque la sequía era tan horrible que se había quemado todo. Las ánimas, que nunca habían recibido tanto dinero, se pasaron y mandaron tanta agua que inundaron todo Paso Hondo y sus cercanías. Según el cuento, lo más que habían recibido las ánimas eran diez centavos por hacer que lloviera, dos pesos era una fortuna.
Retornando al siglo XXI, el 29 de octubre del 2007, salí para Australia a un Congreso de Consumers International. Camino al aeropuerto estaba nublado; no había anuncio de tormenta, pero el 30 comenzó la tormenta Noel, que incomunicó a todo el país. Dejó un saldo de 87 muertos, 42 desaparecidos y más de 64 mil fueron rescatados.
El viernes 4 de noviembre del 2022, durante cuatro horas cayeron 266 milímetros de agua, hubo nueve víctimas mortales y cientos de vehículos dañados. Este 18 de noviembre se superaron todas las lluvias caídas en noviembre, 431 milímetros, mucho más que en el ciclón Georges del 22 de septiembre de 1998, según la ingeniera Gloria Ceballos. ¿Será el Cambio Climático?
Noviembre es el último mes de la temporada de huracanes, pero cuando no ocurren grandes ciclones en agosto y septiembre, parece que, en noviembre, debemos prepararnos para las lluvias y eso implica trabajar la resiliencia, la educación sobre la adaptación y mitigación de los efectos del cambio climático y acelerar el cambio del plástico de un solo uso, causante de las inundaciones porque obstruyen el libre curso de las aguas.
Por lo menos las muertes causadas por el fenómeno de este 18 de noviembre pudieron haberse evitado si desde la Administración hubieran puesto atención a las advertencias que desde el miércoles 15 habían hechos los expertos en meteorología, incluyendo el Centro de Huracanes de Miami. Nunca olvidar que somos el décimo país entre los más vulnerables al cambio climático.