La ciudadanía dominicana tiene mucho que reflexionar sobre el significado del “desarrollo”, porque si bien es cierto que las grandes ciudades implican una infraestructura que soporten su crecimiento, también hay cosas sencillas que hemos ido dejando sin resolver.
Nuestro país está sumamente sucio, lleno de basura por cualquier parte, hemos avanzado como nación, pero ¿Cómo es que no empujamos juntos hacia una consciencia consolidada al respecto?
Recientemente estuve visitando Aruba, Curaçao, Santa Lucía, Barbados, Tobago, Tórtola, Antigua y Guadalupe, estas islas de las Antillas Menores, con mucho menos desarrollo en infraestructura y baja producción nacional, algunas hasta sin aceras, pero sus comunidades son limpias.
Justo llegando por la Autovía del Este venía un camión de una empresa de gas, cuyo chofer tiraba un cartón de jugo por la ventana, acción que todavía en esta época vemos repetirse desde diferentes tipos de vehículos a nivel nacional.
El amor férreo a esta tierra que manifestamos constantemente, no hemos logrado extrapolarlo a reducir el impacto ambiental que produce tanta generación de basura y desechables plásticos.
Tenemos comunidades cerradas que han logrado un buen manejo con la basura, como también, contamos con ciudades que se pueden destacar por el funcionamiento de sus alcaldías, empezando por Santiago que ha dado un cambio muy importante, bajo la administración de Abel Martinez. Sin embargo, a pesar de estas experiencias de éxito, no terminamos de dar un salto de consciencia ciudadana respecto al gran problema que representa la basura y cómo nos afecta a nivel colectivo.
Se han hecho documentales y denuncias internacionales, pero los esfuerzos de quienes deciden apostar por el reciclaje, sobre todo, en esta ciudad de Santo Domingo, son frustrantes. Más que un esfuerzo, se convierte en un trabajo, buscar dónde llevar los plásticos, dónde colocar el vidrio, las latas, las baterías, en fin, por el momento, si por lo menos la basura no fuera el tema exclusivo de la época de tormenta, si la policía de tránsito también parara a quienes ensucian la vía pública, si se dejara de producir tantas bolsas plásticas y si se crearan las condiciones para una cultura de limpieza permanente, daríamos un salto hacia un país limpio, a pesar de los problemas del momento.