POR DOMINGO ABREU COLLADO
Primero que cualquier otra cosa debemos decir que este trabajo no es exactamente de Ecología, pues esta ciencia no necesita de nosotros más que para saber que lo que ella abarca ocurre aunque no intervengamos. Lo que realmente ocurre cuando intervenimos es casi siempre el desastre.
Pero han sido los desastres –tanto ecológicos como sociales – los que nos han llevado a buscar amistad entre las plantas, o mejor dicho, de las plantas, dada la escasez de amigos humanos reales. Igual podríamos decir dada la «extinción» de la amistad real.
Pero a la hora de escoger plantas para hacer amistad con ellas debemos tener conciencia de algunas cosas. Una de ellas es que se trata de seres vivos que a la fecha han sido tratados como objetos, tal y como fueron tratados los esclavos indígenas de América y luego los esclavos africanos. Recuerden que tanto a indios como a africanos no se les consideraba personas, sino objetos de uso hasta que murieran. Debieron pasar muchos años y cosas para que se comenzara a pensar de otra manera… y aún no se termina de pensar.
Por otro lado, los animales, seres vivos más parecidos a nosotros que las plantas, no fueron considerados capaces de utilizar el cerebro para intuir o considerar su instinto hasta que la ciencia demostró las capacidades de animales como el mono, los delfines, los perros, los caballos, los elefantes y otros, incluidas algunas aves.
No hay que decir que el trato a los animales es todavía similar al que se dio a los esclavos, y que no sabemos cuándo tendremos la suficiente riqueza de conciencia para tratar a los animales como seres vivos con los que compartimos nuestro gran hábitat.
Esto nos sugiere que el trato a las plantas, colocadas históricamente en un cuarto lugar en relación al trato dado por los humanos a los demás seres vivos, todavía está muy lejos de ser considerado importante: 1er. Lugar, el trato humanos-humanos; 2do. Lugar, el trato amos-esclavos; 3er. Lugar, el trato humanos-animales; y 4to. Lugar, el trato humanos-plantas.
Un paso muy importante en el trato amo-esclavo se dio cuando alguien consideró posible una amistad entre un dueño (o familiar) y un esclavo. La «locura» que eso significó es más o menos la misma que puede sugerir en nuestros días la amistad humanos-plantas. Ya la amistad humanos-animales (por lo menos con determinados animales) se considera aceptable. Pero esta aceptabilidad les ha costado la vida a muchos animales que las han sacrificado por la de sus amigos humanos, principalmente perros y caballos.
En la época esclavista los amos se rodeaban de muchos esclavos para mostrar poder. Los dueños de caballos, por ejemplo, se rodean de muchos de ellos para mostrar poder. Los dueños de plantaciones las muestran como ejemplo de poder. Ninguno desarrolla amistad con esos seres vivos. Incluso, la relación humanos-humanos es también una muestra de poder cuando se exhiben decenas o cientos de empleados, con los que tampoco se desarrolla una amistad, sino una dependencia.
El trato con las plantas
Igual que los demás seres vivos, las plantas nacen, crecen, se desarrollan, se reproducen y mueren. La única diferencia con los otros seres vivos es la incapacidad de cada individuo de moverse a voluntad. La relación con su medio le permite únicamente liberar descendientes para que se muevan hacia otros lugares: a través del viento, de los murciélagos, de las aves y de los insectos. Relación ecológica.
Una ventaja de las plantas sobre algunos seres vivos que tienen independencia en su movilidad es la adaptación que desarrollan a determinadas situaciones climáticas. Eso les permite resguardarse del frío, de los huracanes y del calor.
Cuando adoptamos una planta como amiga o como acompañante debemos saber todo lo relacionado con esa planta en cuanto a sus relaciones ecológicas con su medio, de manera que no la pongamos a sufrir rigores para los que no está genéticamente preparada.
Hay plantas que necesitan sol permanentemente. Otras no admiten tanto sol y mueren. Hay plantas que son del medio acuático, mientras que otras pertenecen, y solamente pueden desarrollarse plenamente, en el medio desértico.
Eso significa que una relación con una planta que estamos creyendo satisfactoria para ambos, puede ser en realidad un enorme sacrificio para ella, que estará haciendo esfuerzos «sobrevegetales» para llevarnos el paso.
Para evitar colocar plantas a las que vamos a cobrarles cariño, lo mejor es no moverlas de su hábitat, lo mejor es visitarlas.
Ahora, si usted cree que puede desarrollar una buena relación con las plantas, pero no ha elegido determinada planta, lo mejor es asesorarse con especialistas de jardinerías para obtener información sobre el trato que debe darles.
Recuerde que puede estar asumiendo aquella ostentación de rodearse de plantas para mostrar poder o para mostrar sensibilidad ante sus relacionados. Igual puede estar simplemente utilizando la presencia de plantas para hermosear su casa. Es decir, está utilizando el servicio de plantas sin retribuirles realmente algún cariño, alguna amistad.
Un arte que es más que arte
El cuidado de las plantas ha sido considerado en occidente como un arte que se comenzó a cultivar en oriente. Pero, ¿lo consideran los orientales realmente un arte? Algunos investigadores aseguran que lo que parece arte es una relación entre seres vivos que va mucho más allá que el expresarse artísticamente.
Claro, los resultados de esa relación terminan expresándose en formas (plantas) que sugieren años de cultivo de plantas y de disciplinas para mantener esa relación. Por lo que la aplicación y cultivo de esas disciplinas se confunden con las disciplinas que llevan a pulir las artes.
Por otro lado está la seguridad de personas que alegan sostener comunicación con las plantas. Y es cierto. Las plantas son capaces de recibir comunicación y a su vez comunicar. Sin embargo, para entender esto es necesario entender también por dónde les llega a las plantas esas capacidades, sabiendo que éstas carecen de cerebro como los seres vivos que pueden reaccionar inteligente o instintivamente.
Entre las personas que cultivan la comunicación con las plantas las hay esotéricas, espiritistas, librepensadores, artistas… y jardineros. Y quizás sean éstos últimos quienes logren los mejores resultados.
De todas maneras, la satisfacción que se obtiene de una relación amistosa con una o con varias plantas se traduce en apacibilidad, tranquilidad, equilibrio y gran satisfacción para el cultivador. Pero, ¿recibe lo mismo la planta? Difícil saberlo. Según los entendidos, la satisfacción de la planta podría apreciarse en su desarrollo. Pero puede haber más formas de satisfacción que la planta no puede comunicarnos.
Algunos consejos para una buena relación
Hay muchos libros (buenos y malos) sobre cómo llevarse con las plantas de interior y de jardines exteriores. Entre los consejos que ofrecen estos textos, y los textos que aparecen en páginas de Internet, están los siguientes:
1. «Su planta estará mucho mejor cuidada si ud. procura que el sitio donde la coloque esté bien iluminado. Pero no se equivoque. La luz que las plantas necesitan en la casa no es ni el sol ni la luz eléctrica. Es la LUZ SOLAR .Es esa claridad que le permitiría hacer una foto sin flash en una habitación. Olvídese de colocar por más de un día las plantas en una habitación obscura».
2. «Cambiar las plantas de sitio según la estación del año, buscando siempre la luz, es una muy buena costumbre. La planta se lo premiará con mayor lozanía».
3. «Evitar cambios bruscos de temperatura puede dañar irreversiblemente. Evítelo. No olvide que cuando usted se tiene que abrigar con una manta hace frío en la casa y probablemente usted no recuerde que las plantas, por su origen, también necesitan abrigarse. Pero tampoco es buena la calefacción si es excesiva. Equilibrio, no cambios bruscos es la clave».
4. El agua: «¿qué cantidad, con qué frecuencia y qué calidad debe tener el agua con que regamos una planta»? Una sola respuesta: la que la planta necesita en cada momento. Lo que significa que usted debe asesorarse con especialistas en jardinería para ese aspecto. De todas maneras, no hay mejor agua para una planta que la lluvia. Si no, pregúntele al bosque.
5. Tierras y sustratos: «Los horticultores hoy, gracias a las turbas, abonos y otros compuestos minerales han ido elaborando tierras especiales para cada cultivo. A estas tierras les llamamos sustratos o substratos. Nuestro consejo es utilizar, cuando necesite cambiar a mayor su recipiente, sustratos adecuados. Hoy el mercado abunda en ofertas y si su proveedor es cultivador o tiene experiencia le recomendará el más adecuado».