Nuestro supremo deber: proteger integridad nuestros niños (as) y adolescentes

Nuestro supremo deber: proteger integridad  nuestros niños (as) y adolescentes

Fernando Álvarez Bogaert.

A los padres y madres de nuestra patria (1/3)

Los avances disruptivos de la tecnología trajeron consigo la democratización de la información acompañada del acceso libre a las más diversas fuentes comunicacionales que transmiten su contenido en texto, audio y audiovisuales, estos dos últimos en tiempo real y donde la red social se ha convertido en uno de los medios de mayor influencia en los últimos años. Siendo fundamentales para producir los enormes cambios tecnológicos de los últimos 20 años causando grandes progresos económicos, igualmente han facilitado la comunicación, erosionado barreras de entrada a mercados, se han convertido en espacios de debates incluso para campañas presidenciales y han apoyado a los sistemas educativos. Sin embargo, las redes sociales traen consigo riesgos que es preciso tomar en cuenta para protegernos, mientras aprovechamos los muchos beneficios que nos proporcionan.

Entre estos peligros reflexionaremos sobre el desvanecimiento de los límites éticos y la falta de control sobre el destino de la información servida, especialmente el impacto negativo que estas plataformas digitales están teniendo en los niños y adolescentes en su conformación psicológica.

Este artículo (en varias entregas) se concentrará en el impacto de las redes sociales en los niños y adolescentes como consecuencia acceso indiscriminado sin supervisión adulta.

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Las estadísticas apoyan la idea de que los niños (as) y en especial los adolescentes están teniendo mayores problemas en su salud mental y emocional que en años anteriores.

De acuerdo con un estudio publicado por el Periódico The New York Times del 22 de agosto de 2022 titulado “El viaje de un adolescente a la oscuridad e Internet y de regreso” del año 2007 a 2016, en Estados Unidos, las visitas a emergencias de personas de 5 a 17 años aumentaron un 117% por ansiedad, un 44 % por trastornos del ánimo y un 40 % por trastornos de atención.

De igual manera, las visitas por autolesiones deliberadas aumentaron un 329%. En contraste, en el mismo período, se disparó el uso de dispositivos electrónicos personales. En 2005, el 45% de los adolescentes tenían teléfonos; y para 2018, el 95%. Esta cifra aumentó durante la pandemia del covid-19”.

El mismo estudio explica que la reducción del inicio de la pubertad (de 14 a 12 años como resultado de cambios hormonales) unida a la sobrecarga de información que traen las redes sociales, es una combinación peligrosa para la mente de los niños y adolescentes.

En esta etapa se es especialmente sensible a los cambios en la vida social porque todavía no se tiene la madurez para autocontrolar las emociones de manera efectiva, lo que usualmente se logra aproximadamente 17 o 18 años.

En las próximas entregas trataremos a fondo la problemática en estudio y las medidas a tomar para enfrentar los riesgos que supone el uso de la media social sin la supervisión adecuada en los niños y adolescentes.

Investigadora Asociada: Julissa Lluberes

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