Nueva esperanza de vida para el planeta: una enzima recicla el plástico. Cuando el filósofo y teólogo brasileño, Leonardo Boff se refirió en uno de sus artículos a como sería el final del hombre en la tierra, afirmó que la inteligencia humana era tal que buscaría la forma para no desaparecer del planeta de manera miserable.
De otro lado, el científico Yuval Noah Harari dice que el Homo Sapiens trabaja para sobrepasar las barreras de la muerte y su esperanza de vida será casi infinita. Ambos estiman que los problemas que afectan al universo serán superados.
Harari atribuye a la ciencia y a la inteligencia artificial muchas posibilidades de vencer obstáculos tanto en la salud de los humanos como a muchas de las adversidades que pudieran entorpecer el avance hacia las metas para no desaparecer como especie.
Todo esto viene porque la mayor amenaza en la vida en la tierra la constituye la gran contaminación ambiental, siendo el plástico el gran enemigo, que destruye la vida silvestre y marina y termina en los cuerpos de los humanos como “micro plástico”, cuyos riesgos a la salud son incontables.
Expertos aseguran que la amenaza de la contaminación plástica es equivalente al cambio climático y que la sobreproducción de plásticos arriesga la capacidad básica del planeta para sostener un entorno habitable.
Más de cinco billones de piezas de plástico, gran parte derivadas de los envases de alimentos y bebidas, flotan en los océanos, dañando la cadena alimenticia.
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El grupo de campaña Plastic Oceans dice que los humanos producen 380 millones de toneladas de plástico cada año, que más de 10 millones van al mar y la mitad se usa una sola vez antes de desecharse.
Los investigadores ambientales advierten que existe “una bomba de tiempo de contaminación plástica de 10 mil millones de toneladas “activada en todos los rincones del planeta”.
No es un secreto la existencia de las islas de plásticos; hay una tan grande como el tamaño de Francia y España en el Océano Pacífico, y las que crecen en todos los mares como en los nuestros, arrastrados por las inundaciones producidas por las lluvias.
Todos estos pronósticos apocalípticos podrían desaparecer si se concreta la información de que “Científicos inventan una enzima que puede descomponer desechos plásticos en horas en vez de siglos”.
Ingenieros e investigadores de la Universidad de Texas, en Austin, analizaron el tereftalato de polietileno, (PET), un polímero que se encuentra en la mayoría de los envases de alimentos, botellas, bebidas y fibras textiles, que representan el 12 por ciento de todos los residuos mundiales.
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El estudio analizo 51 recipientes de plásticos, cinco fibras de telas de poliéster y botellas de agua, todos hechos con PET. Encontraron que el modelo produjo mutaciones en las enzimas que “despolimerizarían”, rápidamente, el plástico de desecho a bajas temperaturas. A la nueva enzima se le llama (PETasa) la cual es una esperanza para la vida del planeta.
En lo que se patenta la enzima y los países la asuman para reciclar los plásticos, debemos insistir en el plástico de un sólo uso y luchar contra la mala práctica de lanzar a las calles, playas y ríos los desechos con los que se construye la era del plástico.