Por Roberto E. Mercedes
El Gobierno dominicano ha anunciado que el próximo año escolar 2021-22 será únicamente presencial. ¿Quién no podría alegrarse con tal anuncio? ¿Quién no se emocionaría con la vuelta a la “normalidad” postcovid 19? Sin embargo, el anuncio de regreso a clases únicamente presenciales está un poco calimocho y me ha dejado algo intranquilo.
Durante el anuncio el pasado 8 de julio, ni el presidente Luis Abinader ni el ministro de Educación, Roberto Fulcar, ni ninguno de los presentes en el salón hizo referencia de forma concreta al covid-19. Esto es un gravísimo error de enfoque. Pareciera que no viniéramos de concluir un año escolar atípico en medio de la peor pandemia global en los últimos cien años y que el mismo ministro de Educación ha calificado como un año escolar “difícil y sumamente complicado”.
Tampoco, en esa reunión estuvo presente el ministro de Salud (sí el de Obras Públicas) o en su defecto la vicepresidenta en su calidad de coordinadora del Gabinete de Salud para que uno de ellos expusiera algunos detalles; aunque sea brevemente, de la situación de la lucha contra el covid-19 en el ámbito educativo y aportar datos específicos sobre el proceso de vacunación entre los adolescentes y jóvenes así como del personal docente y administrativo que se incorporarán a los más de 12 mil recintos escolares de todo el país.
El asunto es que el covid-19 todavía es un riesgo y la decisión del regreso a clases únicamente en la modalidad presencial es algo apresurada. Según declaraciones del ministro de Salud, Daniel Rivera, “hay una reducción significativa en el número de casos y una baja positividad y ocupación hospitalaria”. Sin embargo, hay identificadas unas 31 variantes del covid-19 que han estado activas en el país; entre ellas las más peligrosas y preocupantes como la gamma y la alfa.
El sistema educativo preuniversitario dominicano tiene un poco más de 2 millones ochocientos mil estudiantes que se distribuyen en unos 11,843 recintos educativos: 7,541 públicos, 3,858 privados y 444 semioficiales. Para tranquilidad del pueblo dominicano, el anuncio del regreso a clases debió haber sido acompañado de medidas concretas, tales como la publicación y divulgación por todos los medios posibles de los protocolos y procedimientos que se seguirán en cada una de las escuelas del país. Tal vez, me hubiese gustado escuchar durante el anuncio de vuelta a clases que las escuelas en las vacaciones de agosto se convertirían en centros de vacunación para los estudiantes desde los 12 años. El inicio del próximo año escolar y su posterior éxito pasa por la vacunación de nuestras niñas, niños y adolescentes en edad de recibir las dosis. No es posible iniciar el año escolar sin alcanzar en la población estudiantil, el profesorado nacional y personal administrativo de las escuelas el mínimo del 70% para alcanzar la inmunidad de rebaño.
El mismo presidente de la República entiende que no “se puede hablar de normalidad” de las comunidades “mientras nuestros niños y niñas no estén en las aulas” Y estamos de acuerdo en ese punto. Sin embargo, es algo inflexible la decisión de regreso a clases en su modalidad únicamente presencial. Se debió dejar abierta la opción de tomar clases remotas y la modalidad híbrida.
También, es fundamental que para el próximo año escolar haya claridad y altos niveles de efectividad en la ejecución del denominado plan “Educación para todos preservando la salud”. En las escuelas dominicanas no pueden faltar mascarillas, desinfectante de manos, toallitas de limpieza, e incluso si es posible purificadores de aire en las aulas. Todo esto complementado con planes para mantener el distanciamiento social y para contrarrestar la sobrepoblación de las aulas.
Hay que evitar que haya un rebrote y que el mismo comience en nuestras escuelas. Hay que involucrar a toda la comunidad educativa de cada centro para prevenir que nuestras escuelas se conviertan en epicentros de contagios. Las niñas, niños y adolescentes son el tesoro más preciado que tenemos en el país. Con ellas y ellos, no puede escatimarse ningún esfuerzo ni ninguna planificación es suficiente. Tampoco ningún presupuesto es tan alto cuando se trata de nuestros muchachos y muchachas. Hay que prever todos los escenarios posibles después del regreso a clases y contemplar planes y protocolos efectivos de contingencia ante cualquier situación o eventualidad.
Sin salud no hay nada. La covid 19 en sus distintas variantes todavía es un riesgo. Deben haber garantías para un año escolar presencial. No se puede bajar la guardia.