¿Ofensa a la patria?

¿Ofensa a la patria?

Tahira Vargas García

Recientemente en las redes sociales se ha desplegado una campaña agresiva contra el ministro de Economía, Planificación y Desarrollo (MEPYD), el brillante economista Pavel Isa.

La trayectoria profesional y personal de Pavel son incuestionables, con demostrada honestidad y apego a las normativas en el funcionamiento de la administración pública, en la gerencia de otras instituciones no gubernamentales y de la cooperación internacional.

La campaña contra Pavel por un reducido grupo de personas que solicitan su destitución se vincula a una frase que utilizó en Twiter “Tanto amor a la patria y odio a la gente”, establece una contradicción entre lo simbólico y lo humano.

Llama la atención que se desarrolle esta campaña solicitando la destitución de un funcionario de probada honestidad y trayectoria transparente mientras otros con expedientes de corrupción no han contado con este tipo de campaña.

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La defensa del patrimonio del Estado y la intervención transparente tiene impacto en la ruptura con la desigualdad y es una acción patriótica. La promoción de la patria desde lo simbólico con realce en los símbolos y padres de la patria tiene un valor significativo.

Lamentablemente se ha conjugado con la reducción de la historia patriótica a un solo hecho, la Independencia Nacional, que forjó nuestra nación, pero duró poco tiempo por la anexión a España dirigida por Pedro Santana.

Se necesitó un gran movimiento de enfrentamiento al ejército español instalado que fue el movimiento de Restauración con su hito más importante, el grito de Capotillo. Hecho que se describe magistralmente en el Himno Nacional en sus últimas estrofas y se hace referencia a Pedro Santana como el “inconsulto caudillo”.

La mirada con desprecio a la inmigración haitiana como un fenómeno individual invisibiliza las grandes tramas existentes en el tráfico ilícito de migrantes. El reclamo de control de la migración irregular es un consenso en el país. Este control migratorio no se resuelve atacando a la población inmigrante sino a quienes organizan y se benefician de ello. El negocio del tráfico ilícito de migrantes hacia el país desde diferentes países (no solo Haití) es bastante lucrativo, al igual que la trata de personas (esta es aún más).

La invisibilidad e impunidad de quienes organizan este movimiento continuo en el que las personas se convierten en mercancías, requiere de procesos investigativos y acciones contundentes con un régimen de consecuencias efectivo. Cada persona de nacionalidad haitiana tiene que pagar en Haití más de 10,000 pesos para venir a República Dominicana a una red que los trae y los coloca para fines de explotación laboral en actividades de construcción, agrícola, servidumbre doméstica, industria azucarera, entre otros.

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