El festival de acusaciones surgido entre los políticos de los principales partidos del escenario nacional en ocasión de la puesta en marcha de la “Operación Falcón”, llevada a cabo contra cerca de 30 implicados en una poderosa red de narcotráfico y lavado de activos, debe llenarnos de vergüenza en nuestra condición de ciudadanos decentes aspirantes a una sociedad en la que prime la ética y la justicia por encima del poder que da la influencia política y el dinero mal habido.
Personas de mucho poder en los gobiernos que permitieron el desarrollo y libre operación del narcotráfico que ahora es perseguido por un Ministerio Público independiente, son los mismos que ahora quieren lavarse las manos, olvidando cómo se movían a sus anchas, en sus períodos de gobierno, individuos como Arturo del Tiempo, Figueroa Agosto y César el Abusador para solo citar 3 ejemplos.
Las implicaciones y alcances de este importante operativo contra el narcotráfico y el lavado de activos todavía están por verse y cualquier día pueden surgir informaciones que involucren a funcionarios del Ministerio Público, civiles y militares de los partidos que hoy se ufanan de su pulcritud pese a que arrastran un cúmulo de expedientes de corrupción que debiera mantenerlos en silencio y a la expectativa.