¡Ay, la escuela!
Nieto, hijo, padre, esposo, sobrino, hermano, primo y maestro, me preocupa el destino de la inversión en educación.
Se asume que la educación es un instrumento que contribuye al entendimiento de los hombres mediante la palabra escrita y a la comprensión de la vida en todas sus manifestaciones.
La educación es la luz que guía el pensamiento para convertir en realidades físicas y espirituales la solución de las necesidades humanas de todo género.
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Me preocupa sobremanera la necesidad de enseñar a los niños a pensar, a comparar, a buscar, a preguntar y a buscar soluciones.
Me preocupa que aún en la escuela primaria es la memoria y el machacar sobre conceptos y pensamientos es el método empleado para enseñar. Antes, fue leer y aprender embotellados los conocimientos; hoy, es a la pregunta del maestro buscar la respuesta en la tableta, copiar y pegar. Eso es todo, lo demás, memoria.
Así no debemos continuar. Así, seguimos andando mal. Es interesante ver que pocos maestros nuestros se preocupan y se ocupan de voltear la página para enseñar a los alumnos a estudiar, aprender y pensar.
Por supuesto es más cómodo y no conlleva ningún esfuerzo seguir el curso del río, que represarlo y usar las aguas para generar energía y el resto usarlo para riego de tierras y dedicarlas a la agropecuaria.
Desconozco si se ha hecho el cálculo de cuánto dinero se emplea, se invierte, se gasta, en la educación superior, pública y privada por lo cual se ignora el costo-beneficio de esa operación.
Año sí y otro también, una diarrea de licenciados, doctores, ingenieros, analistas, egresan de las cuchumil universidades criollas, servidas por profesores mediocres.
La inversión en educación es ciclópea y los resultados se parecen a la coneja que cuando parió la montaña lo que salió fue un “bigañuelo”, ello, en términos de calidad de los egresados.
Falta el énfasis en la enseñanza de la Química, de la Física, de las Matemáticas, Biología, Anatomía, investigación pura y un largo, importante e interesante etcétera.
A todo esto, el chorro de millones se gasta en cuadernos, lápices, laptops, ropas, calzados, reparaciones de escuelas recién inauguradas con graves vicios de construcción, que las autoridades del ramo reciben como bien terminadas.
Y, especialmente, un gremio de profesores, que no maestros, con grandes preocupaciones por el destino profesional de sus alumnos, lo cual demuestran con sus constantes huelgas por aumentos de sueldos y canonjías.
No han sido capaces de presentar un plan de estudios que nos sitúe en un primer lugar en la calidad y contenido de la enseñanza, con fines de contribuir al desarrollo nacional. ¡Oh, Dios!