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§ 39. La ocupación militar de los Estados Unidos de 1916-24, el gobierno de Horacio Vásquez y la dictadura de Trujillo se relacionan con el tema de la prostitución, sin embargo mi estudio sobre la documentación de la palabra “cuero” no apunta a la exhaustividad.
Por esta razón, he dejado para otra ocasión la búsqueda de la palabra “cuero” en las novelas escritas durante esos tres períodos, con la salvedad de que la novela Jengibre, en la que aparece la palabra “cuero”, no se publicó en Ciudad Trujillo, sino en Caracas, en 1940, donde Pérez Cabral se encontraba exiliado.
Documentada ya la existencia de la palabra “cuero” entre 1901 y 1918 en el decimero Alix; en 1922 en el informe del poeta Jiménez y en 1940 en Jengibre, su empleo en los discursos informativo-ideológicos y en la ficción posteriores a estas fechas no será novedad, aunque la era de Trujillo impondrá su ideología estético-moral de la lengua y esta pasará sin problema a los discursos marxistas del post-trujillismo, a los escritores no marxistas y a los católicos, lo que prueba que el destape fue libertario y reivindicativo, porque la teoría del signo es común a ambos tipos de intelectuales.
De ahí la rareza de la aparición de la palabra “cuero” en los diccionarios y libros que tratan del estudio de las costumbres y usos culturales. Solo documentaré aquellos donde aparece el referido vocablo y formularé, según el caso, alguna apostilla causal de su inexistencia.
§ 40.Por ejemplo, Consuelo Olivier viuda Germán Ariza, en su libro De nuestro lenguaje y costumbres (Santo Domingo: Arte y Cine, 1971: 52 [1967] trae la palabra “cuero” con la escueta definición de “mujer de mal vivir”. No hallé la primera edición, pero ¿de dónde extrajo la palabra? Quizá copiado del informe del poeta Jiménez o de la experiencia propia, porque ningún diccionario hasta 1967 cuando ella escribe, documenta la palabra “cuero”, ni siquiera Patín Maceo.
Después de la viuda Germán Ariza, la palabreja aparece en Lengua y folklore de Santo Domingo (Santiago: UCMM, 1975: 172), de Emilio Rodríguez Demorizi, quien copia íntegro el informe de 1922 del poeta Jiménez. Ni siquiera el acucioso y libertario Carlos Esteban Deive documenta en la primera edición de su Diccionario de dominicanismos de 1977 la palabra “cuero” (Santo Domingo: Politecnia), sino que la incorpora en su segunda edición (Santo Domingo: La Trinitaria, 2002: 65), copiando los diccionarios de hispanoamericanismos y el de la Real Academia Española.
El académico Miguel A, Piantini en su libro Apuntaciones lexicográficas y cuestiones idiomáticas consultó obras que tratan sobre hispanoamericanismos, pero encontró que la palabreja “cuero” no era un dominicanismo, pero sí que es de uso generalizado en la cultura nuestra: “A bien que entre nosotros ‘un cuero’ es ‘una prostituta’, y a fe que palabra tan apropiada como esta, es de las que parece que se le ocurren a todo el mundo.”(Santo Domingo: UNPHU, 1980: 128).
§ 41.Rodríguez Demorizi no incorporó la palabra “cuero” en sus obras Refranero dominicano (Roma: Menaglia, 1950), Música y baile en Santo Domingo (Santo Domingo: Colec. Pensamiento Dominicano, 1971) y Frases dominicanas (Santo Domingo: Colec. Pensamiento Dominicano, 1980), sino que lo hace en Del vocabulario dominicano (Santo Domingo: Fundación Rodríguez Demorizi, 1983: 72-73), obra en la que amplía el radio semántico de la palabra al incluir “cuerito” como prostituta insignificante, pero yerra al definir a “cuero” como prostituta de baja clase.
La de baja clase es “cuerito” o “cuerito de orilla”. La palabra “cuero es simplemente sinónimo de ramera o prostituta. También copia Rodríguez Demorizi a Patín Maceo, como lo hacen los demás lexicógrafos, al consignar “cuerear” como sinónimo de “andar entre cueros, entre prostitutas.”
Pero Patín Maceo no incorporó la palabra “cuero” a sus obras lexicográficas, como tampoco lo hizo el poeta Jiménez en Del lenguaje dominicano (Ciudad Trujillo: Montalvo, 1941), pese a que desde 1922 conocían quizá el informe del propio Jiménez, y más aún, la obra El español en Santo Domingo, de 1940, de su compatriota Pedro Henríquez Ureña.
La estética y la moral de la lengua en el trujillismo causó múltiples censuras, entre ellas la lingüística.
§ 42. En el Diccionario de cultura y folklore, Alejandro Paulino y Aquiles Castro avanzan una definición de la palabra “cuero” captada de varias fuentes que no citan (Moya Pons y otros autores), pero que se acerca un poco, a pesar de su filología espontánea, a lo documentado por los textos oficiales coloniales: “CUERO (expresión popular). Mujer de mal vivir, ramera, prostituta (viuda Germán Ariza, Rodríguez Demorizi).
Esta expresión, al parecer, tiene sus raíces en la época colonial donde la mayoría de los habitantes de la isla de Santo Domingo vivían de la ganadería y en la que las pieles de las reses o ‘cueros’ eran de uso común para variadas actividades. Se cree que ‘las negras esclavas ganadoras’, las cuales eran enviadas por sus propietarios a ejercer la prostitución con los extranjeros que llegaban por el puerto del Ozama, llevaban bajo sus brazos pedazos de cueros que eran utilizados como camas en sus relaciones con los clientes.
De allí les vino el nombre de ‘cueros’ para referirse a las prostitutas.” (Santo Domingo: ABC, 2005: 122). Formado en la metodología de la historia, Orlando Inoa indica sus fuentes (R. E. Jiménez, P. Henríquez Ureña, M. A. Patín Maceo, Sánchez-Boudy, Vaquero y Ramírez, A. Cruz Brache), en su Diccionario de dominicanismos (Santo Domingo: Letragráfica, 2010: 86), aunque por supuesto, el margen de creatividad de los lexicógrafos es exiguo, pues deben copiarse unos a otros al ser las palabras las mismas y las definiciones cambian poco, es decir, que cada 300 años se producen mutaciones lingüísticas significantes en un idioma.
No obnstante, Inoa incorpora “cuero de cortina”, es decir, “prostituta de cierta categoría”, que ya quedó documentado en Lucinda Palmares, de Diógenes Valdez (1994: 53) y también “cuero batuta”como “mujer de sitios de poca monta y que cobra poco por sus caricias”, citado de Mario Emilio Pérez: (1973), de su estampa “La vida de cabaret”.
Y, por último, el Diccionario del español dominicano (Santo Domingo: Academia Dominicana de la Lengua, 2013: 231) incorpora el vocablo “cuero” con la definición de “persona que ejerce la prostitución” y documenta ejemplos de uso en José Enrique García, Era una vez un hombre, (2000: 195); copia a los demás lexicógrafos con la frase: “Mujer que accede fácilmente a tener relaciones sexuales” y documenta la frase “más cuero que las gallinas”extraída de Solo cenizas hallarás, (1984:255 [2011: 231]) novela de Pedro Vergés. En Rodríguez Demorizi esta frase figura como “más puta que una gallina” (Del vocabulario dominicano, ya citado, p.212).
Por su parte, el Diccionario fraseológico dominicano trae, además de los ejemplos del anterior, otros nuevos como” cuerito de gallera”, documentado en la novela Decir samán, (1983: 34), de Manuel Mora Serrano; “ser cuero”, ser prostituta, documentado en Solo cenizas hallarás: “Además, yo no soy un cuero, ¿tú me oyes?(1984: 94[2011:101]), ya citada y, finalmente, “ser un cuerazo”, expresión definida como “tener una mujer muchos novios o muchas relaciones sexuales y una segunda acepción, considerar a una mujer una prostituta desvergonzada (Santo Domingo: Academia Dominicana de la Lengua, 2016: 153).No conseguí la edición de 2011 de Alfaguara, citada por el Diccionario fraseológico.
En síntesis
§ 43. De las tres ediciones de Solo cenizas hallarás (bolero), de Vergés, (Valencia, España: Prometeo, 1980 y Barcelona: Destinolibro,1981 y Santo Domingo: Taller, 1984) la última edición fue la que surtió un efecto de recepción masiva en la cultura dominicana.
Salvo quizá recepciones esporádicas en los periódicos y suplementos culturales de la época entre 1980 y 1982, una de las primeras reseñas sobre el valor literario de Sólo cenizas fue la de Céspedes (Santo Domingo: UCE, 1ª ed., 1983 y Taller, 2ª ed. 1983: 117-136), reseña que trae la primera cita en la que aparece la palabra “cuero” (P. 125).
Junto a la aparición de la palabra “cuero” en las novelas y cuentos dominicanos después de la muerte de Trujillo hasta 1980, en Vergés hay que investigar, no la palabra aislada, sino el contexto del tema de la prostitución en la literatura post-dictadura, período que denomino como del destape, pero que también estuvo marcado por la impronta de la censura revolucionaria y la euforia marxista que se inventó un contencioso moral y estético en contra de la homosexualidad y la prostitución.
Es por esta razón que dejo para otra ocasión la aparición del vocablo “cuero” en los autores premiados en los concursos del grupo literario La Máscara y los escritores de los grupos El Puño, La Isla y La Antorcha.
Pero documento que la aparición de la palabra “cuero” en la novela de Vergés abrió las puertas de estos temas tabúes de la prostitución a los narradores posteriores a 1980. Aparte de la primera aparición de “cuero” (Taller, 1984: 94), también aparece por segunda vez en (p. 255): “Ella vivió (Conchita, DC) por aquí con su mamá y su hermana, que siempre fue más cuero que las gallinas…” Y, por último, en p. 388: “Le preguntaron (a Lucila, la sirvienta, DC) que si al aire libre, dándole de paso una galleta en plena cara que la hizo rodar por el suelo, que si al aire libre como un cuero de Villa, como una singadora profesional de ésas, y ella volvió a llorar y se quedó callada porque no fue como ellos se creían, sino que en uno de los reservados que había en Las Palmeras.”
Luego de estas tres entradas discursivas donde aparece la palabra “cuero”, habrá que esperar a Ritos de cabaret, de Marcio Veloz Maggiolo, si no yerro, para que dicho vocablo fuera contextualizado junto al tema de la prostitución, pero una sola vez en toda la novela: “Nosotros vivíamos detrás del cabaret y me crié oyendo músicas y peleas de chulos y cueros a tal punto que cuando un silencio de sones y boleros cubría la estancia, me ponía nervioso, me llenaba de un temor insospechado…” (Santo Domingo: Fundación Cultural Dominicana, 1991: 11).
Si no yerro, tampoco en las novelas de Andrés L. Mateo aparece el vocablo “cuero”, él que se considera un discípulo de Veloz Maggiolo. Solo en El violín de la adúltera aparece una larga escena del rito iniciático de tres adolescentes con una prostituta y el narrador copia de Ritos de cabaret los mismos temores y escrúpulos para acostarse con una prostituta (Bogotá: Norma, 2007: 60-68).
De un novelista a otro se acorta la ruptura del tabú del empleo de la palabra “cuero” y sus contextos discursivos. De Mateo a Rita Indiana Hernández median cuatro años. De todas sus novelas, caracterizadas por la violencia verbal en contra de la sociedad conservadora cuya ideología estético-moral de la lengua no toleran la procacidad de la Monstra, aunque esto no implique ningún valor rítmico, sino una rebelión en contra del orden.
Solamente en Papi aparece el vocablo “cuero”: “… le informa a quien levante el teléfono del otro lado de la línea que sus hijas, sus hermanas, sus nietas o sus esposas son unos cueros, singa fiao, pájaras, avioncitos malos…” (Santo Domingo: Premiun, 2011, 119). Pero difícilmente esta procacidad pase intacta al filme Papi. Hay que cuidar el mercadeo.