“Orlando Minicucci, Duende y Magia”

“Orlando Minicucci, Duende y Magia”

Orlando Minicucci, es indiscutiblemente una figura emblemática de la´postmodernidad en República Dominicana. Su silueta por muchos años habitó la zona colonial desde la calle de las Mercedes donde sigue teniendo su residencia taller.

Delia Blanco

Gira y gira por la zona con su garbo incomparable, ligero, sutil, tierno y elegante como un colibrí que solo se acerca y se voltea cuando siente los néctares de la naturaleza floreciente.

Es un andante alegre y feliz, con un donaire que probablemente le llegue desde esas brisas mediterráneas que se atrevieron a viajar hacia los alisios del Caribe, pero todo desde un viaje transatlántico porque nuestro pintor errante nacido en Santiago de los Caballeros, llegó a mojarse los pies y la camisa en el Atlántico puertoplateño.

Es afable, cortés, divertido y caballero. Se pasea con un movimiento a lo Marcelo Mastroianni, y una seguridad a lo Belmondo, con chaqueta al hombro y corbata desanudada, libre de todo, del tiempo, del espacio, solamente fiel al sueño y al pensamiento, con las variaciones múltiples y sutiles de la espiritualidad.

Si hablamos de su porte y de su hombría primero es que él es su misma plasticidad, aérea, envuelta en signos y trazos como el mismo camino.

De los tantos Premios Nacionales de las Artes el concedido a Orlando Minicucci nos satisfizo de lleno por su personalidad artística de tantos años, siempre implicada en servir, participar, colaborar ayudar y llevar la obra con una trascendencia medida exclusivamente al duende y a la magia de la ejecución plástica, fuera de todos los amarres y compromisos del mercado. Un artista, por eso este reconocimiento representa justamente la integridad de su personalidad visual y de su personaje social y cultural, porque Minicucci es la fusión de un todo.

Por ser tan libre y generoso, tan suelto a la vida, muchos se olvidan que ya en 1970 recibió el 2do premio de pintura de la Bienal Internacional de IBIZA, y en 1978 el reconocimiento internacional en el Museo de Arte Contemporáneo de Bogotá.

Minicucci incursiona en las artes desde muy joven y grandes maestros nacionales como Peña Defilló y Darío Suro vieron en él todas las condiciones de convertirse en el maestro de hoy, con el dominio de un concepto evolutivo singular y propio dentro de la producción visual nacional a partir de 1970.

Su cromática es inconfundible, tierna y suave evolutiva en la composición con la forma, conjugando siempre la figuración con la abstracción constructivista, sin dejar que sus luces y sombras sobre los cuerpos y las formas geométricas sugieran ambientes dónde la reflexión se convierte en meditación, en sueño.

El conjunto visual de cada una de sus obras es idea, poesía, máxima interpretación de un artista que se mantiene al borde del mito y de la realidad.

El artista abarca un extenso abanico de disciplinas donde se confirma con maestría en el dibujo como en la pintura, la escultura, los performances, instalaciones y tiene un gran manejo de la ejecución visual tanto en tela como en papel, y el volumen.

Este gran talento viene de una larga trayectoria profesional, midiéndose al aprendizaje universal principalmente en México, donde residió un tiempo midiéndose a las enseñanzas del país.

Nuestra admiración hacia su obra la ubica en su independencia, ajeno a todo modelo, a toda presión a toda coyuntura de mercado, es un artista libre de todo compromiso que no sea con su obra.

Esta independencia dio origen a una obra que solamente se pega con la personalidad del artista. Es autónomo frente a todo modelo de las vanguardias y de las transvanguardias, libre de toda influencia, sin nunca desconsiderar los aportes de cada maestro que las conforman. Es libre de línea y paleta, pensador y conocedor de la imagen como un elemento discursivo libre de interpretación. Sin Embargo encontramos en sus juegos de luces y sombras, en sus contraluces, en sus transparencias, aciertos que también investigó la maestra Ada Balcacer, y tenemos el atrevimiento de pensar que en la flotación de sus cuerpos no se resiste la transversalidad con Amable Sterling y es que los tres son la multiplicación de tres personalidades únicas, tres facturas exclusivas de tres artistas cuya independencia conforma una dialéctica a tomar en cuenta uno por uno dentro de la producción artística dominicana a partir de 1970. Aterrizo con algo que los pudiera identificar, la magia del dibujo, y sobre todo el guiño clásico que les viene a los tres desde el Olimpo y Michel Angelo.

Minicucci tiene un público ciudadano que lo sigue por artista y sobre todo por el ciudadano que es, libre hasta poder ser libertario…

La entrega de su Premio Nacional en la galería Ramón Oviedo del Ministerio de Cultura tuvo un asentamiento muy cinematográfico en la personalidad de la ministra Milagros Germán entregando el Premio con elegancia, empatía y complicidad, con palabras sobrias y cálidas, recibidas con una humildad formidable por el artista, quien fue ovacionado por un público de seguidores y admiradores, amigos y cómplices, como si estuviéramos en el Festival de Cannes, frente a Mastroianni recibiendo la Palma de Oro.

Como lo establece el compromiso con los estatutos del Premio Nacional, el artista va a exponer a partir del 12 de enero en la galería de Bellas Artes.

Quedamos todos invitados a disfrutar de la fuerza de la obra del maestro Minicucci.

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