Otra vez febrero

Otra vez febrero

Carnaval dominicano

Para otros febrero es Carnaval. Los que se entusiasman con la “fiesta de la carne”, se apresuran a organizar sus comparsas. El pueblo se vuelca en las tradiciones; los desfiles en los diferentes puntos cardinales mueven cientos de personas. En los barrios y en las escuelas se celebran fiestan, la gente se disfraza de sus fantasías. Y por unas horas el pueblo olvida sus penas, para someterse en la dinámica de la diversión, a veces irresponsable.

Febrero, es también el mes que nació el ilustre Ulises Francisco Espaillat, el más puro y digno de los políticos que ha tenido este pequeño país en toda su historia. Es el mes en los valientes liberales, al descubrir los planes de algunos conservadores de propiciar un protectorado francés, deciden adelantar los planes y adelantar la independencia de la República Dominicana. Se les llamó los febreristas, pues casi finalizando el mes decidieron izar la bandera, tirar el trabucazo y gritar ¡Viva la República Dominicana!

Lo triste es que esta hazaña valiente de estos hombres y mujeres que dijeron ¡Basta! a la Ocupación Haitiana, que lucharon entregando su vida y sus bienes, serán recordados tan solo por los políticos en sus discursos proselitistas; por algunos osados que insisten en recordar los hechos importantes de la historia; pero el pueblo entero no recuerda, no sabe lo que ocurrió aquella noche de febrero.

Un video que se ha hecho viral en las redes, en el cual aparece un legislador tratando de explicar la significación del hecho “patriótico” al que denominó “pátrico” (¡¡¡horror!!!), y lo definió como un hecho “internacional”, porque quizás no recordaba que había sido un hecho local, aunque con trascendencia porque implicaba otro país.

Nos llega este 27 de febrero en un momento en que las relaciones entre Haití y la República Dominicana están en el momento más álgido de sus relaciones. La otrora colonia productiva, el primer país que se independiza en el Caribe y América Latina, el mismo donde se produjo la primera revolución de esclavos, está sumido en una crisis profunda en todos los planos: económico, político, de seguridad, de abastecimiento, de institucionalidad; dominado por las bandas que irrespetan todo y a todos. Ese país reclama hoy ¡AYUDA! pero el grito de los dominicanos ha encontrado oídos sordos en los mismos que una vez se aprovecharon de sus riquezas. ¿Por qué Francia no acude en su ayuda? ¿Por qué el silencio ha sido su respuesta? Después de haberlo explotado por siglos hoy es una excolonia que no interesa a ninguno de los políticos ni toca las más mínimas fibras de la conciencia de los que hoy disfrutan los resultados de esa historia en que la Colonia Francesa de Saint Domingue le aportaba más del 30% del azúcar que todo el país consumía.

Es posible también que este 27 de febrero se vea matizado con desfiles militares y policiales, por el discurso del Presidente ante la Asamblea Nacional y a la nación toda entera; y muy pocos se recordarán de Duarte en el exilio, de Sánchez presuroso para izar la bandera, el símbolo más hermoso de la patria, y Mella valientemente lanzara el trabucazo para advertir a las autoridades haitianas que ya la Capital estaba en manos de los insurrectos.

Así pasará este febrero entre vítores de los partidarios del actual Presidente; de los discursos contrarios de la oposición a cada palabra del discurso presidencial; de gente pensando en los diablos cojuelos; en la gente visitando La Vega para hacer honor a su tradicional Carnaval; y solo algunos recordarán que un día como el 27 de febrero nos convirtieron, a fuerza de valentía y voluntad, en dominicanos, porque se anunció la creación de la nación llamada República Dominicana.

La realidad y el deseo

De: Olga Orozco

A luis cernuda
la realidad, sí, la realidad,

ese relámpago de lo invisible
que revela en nosotros la soledad de dios.
Es este cielo que huye.
Es este territorio engalanado por las burbujas de la muerte.
Es esta larga mesa a la deriva
donde los comensales persisten ataviados por el prestigio de no estar.
A cada cual su copa
para medir el vino que se acaba donde empieza la sed.
A cada cual su plato
para encerrar el hambre que se extingue sin saciarse jamás.
Y cada dos la división del pan:
el milagro al revés, la comunión tan sólo en lo imposible.
Y en medio del amor,
entre uno y otro cuerpo la caída,
algo que se asemeja al latido sombrío de unas alas que vuelven desde la eternidad,
al pulso del adiós debajo de la tierra.
La realidad, sí, la realidad:
un sello de clausura sobre todas las puertas del deseo

El mes de febrero, tan corto e intenso. Para algunos, es solo el mes del amor y del cariño. Ya las tiendas están abarrotadas de los corazones rojos con sus cupidos, una cursi señal de que, en la sociedad de consumo, hasta los más profundos sentimientos tienen precio.

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