El papa Francisco arrojó luz sobre la forma en que la Iglesia católica abordó las acusaciones de abusos sexuales contra un obispo católico y héroe de la independencia de Timor Oriental, galardonado con el Premio Nobel de la Paz, insinuando que, de hecho, el Vaticano le permitió jubilarse anticipadamente en lugar de ser procesado o castigado.
Francisco hizo la revelación en una amplia entrevista el martes con The Associated Press, en la que también negó haber tenido un papel en la decisión del caso de un famoso artista jesuita cuyo trato aparentemente preferencial puso en duda el compromiso del Vaticano para acabar con los abusos sexuales en su seno.
El sumo pontífice reconoció que la Iglesia católica todavía tiene un largo camino por recorrer para lidiar con el problema, que se necesita más transparencia y que los líderes de la Iglesia deben hablar más sobre los abusos contra “adultos vulnerables”.
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Francisco recordó que él mismo tuvo una pronunciada curva de aprendizaje sobre los abusos por parte de sacerdotes, y admitió que su momento de “conversión” se produjo durante un viaje a Chile en 2018, cuando él mismo desacreditó a las víctimas del sacerdote depredador más notorio del país. Varios periodistas, incluso de la AP, cuestionaron a Francisco sobre sus comentarios durante el vuelo de regreso al Vaticano.
“No lo podía creer. Usted fue la que me dijo en el avión: `No, así no se procede, padre’. Usted fue”, recordó Francisco.
Haciendo un gesto que indicaba que su cabeza había hecho explosión el papa continuó: “Ahí se me explotó la bomba, cuando vi la corrupción de muchos obispos en esto”.
“Ahí usted fue testigo de que yo mismo me tuve que despertar frente a casos que estaban todos tapados, ¿no?”, agregó.
Más recientemente, el papa dijo que ha estado lidiando con casos de “adultos vulnerables” que fueron víctimas de abuso sexual y a los que el código legal del Vaticano considera menores de edad en procesos internos. En 2019, El Vaticano emitió una definición más amplia para las personas que consideraba “vulnerables” que iba más allá de la descripción anterior de simplemente alguien que “habitualmente carece del uso de la razón”.
Francisco empleó esa definición ampliada en sus comentarios a la AP, e incluso fue más allá: dijo que hay varias situaciones en las que un adulto puede ser considerado vulnerable.
“Uno puede ser vulnerable porque esté enfermo, puede ser vulnerable por incapacidades psíquicas, puede ser vulnerable por dependencia”, afirmó.
“A veces se da la seducción. Una personalidad que seduce, que maneja las conciencias y este crea una relación de vulnerabilidad, y así tú quedas preso”, dijo, agarrando una de sus muñecas como si estuviera esposado.
Francisco abordó dos casos que llamaron la atención el año pasado, entre ellos uno que involucra a un líder del movimiento independentista de Timor Oriental, el obispo Carlos Ximenes Belo.
Una revista holandesa, De Groene Amsterdammer, publicó en septiembre que dos personas acusaron a Belo de abusar sexualmente de ellos cuando eran niños en la década de 1990. La revista dijo que había otras víctimas que no se habían presentado públicamente.
Tras la publicación, el Vaticano reconoció que había sancionado en secreto al sacerdote y premio Nobel en 2020, tras las denuncias que llegaron a Roma un año antes. Las sanciones consistieron en restringir sus movimientos y ministerio, además de prohibirle tener contacto con menores de edad o visitar Timor Oriental.
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Sin embargo, el Vaticano no proporcionó en ese momento información sobre si los superiores de Belo sabían antes sobre algún reclamo en su contra. Tampoco proporcionó explicaciones de por qué San Juan Pablo II permitió que Belo renunciara dos décadas antes en 2002.
Belo nunca ha respondido a las acusaciones, y la rama portuguesa de su orden salesiana, que es responsable de él, dijo que no estaba al tanto de los señalamientos cuando surgieron por primera vez.
Surgió la sospecha de que a Belo, como a otros antes que él, se le había permitido retirarse tranquilamente en lugar de enfrentar algún ajuste de cuentas, dado el daño que habría causado a la reputación de la Iglesia.
En la entrevista del martes, Francisco señaló que ese fue de hecho el caso, razonando que así era como se manejaban estos asuntos anteriormente.
“Esto es una cosa viejísima, donde no existía esta conciencia de hoy día”, afirmó el papa. “Y cuando salió (en septiembre el caso) del obispo de Timor Oriental, yo dije `Sí, que salga al aire, qué vas a hacer, yo no lo voy a tapar’, pero eran decisiones de 25 años atrás cuando no había esta conciencia”.
Francisco también abordó el caso de un sacerdote jesuita, el padre Marko Ivan Rupnik.
El escándalo de Rupnik estalló en diciembre, después de que blogs y sitios web italianos publicaron señalamientos de varias mujeres de que Rupnik abusó sexual, espiritual y psicológicamente de ellas mientras vivían como religiosas consagradas en una comunidad afiliada a los jesuitas que él ayudó a fundar en Eslovenia en la década de 1990.
Las acusaciones sacudieron al Vaticano y a los jesuitas, ya que Rupnik —en el ámbito católico— era un famoso predicador y artista religioso cuyos mosaicos decoran capillas y basílicas en todo el mundo. Él predicó en un retiro del Vaticano en 2020 y dirige regularmente ejercicios espirituales para sacerdotes y monjas. Sus libros siguen estando a la venta de manera destacada en las librerías del área del Vaticano.
Inicialmente, los jesuitas insistieron en que se presentó una sola acusación contra él en 2021, que la oficina de abuso sexual del Vaticano archivó porque era demasiado antigua para procesarla. Al ser interrogados, los jesuitas admitieron que Rupnik fue declarado excomulgado en 2020 por cometer uno de los delitos más graves en la Iglesia: usar el confesionario para absolver a alguien con quien había mantenido relaciones sexuales.
La excomunión, sin embargo, fue retirada antes de un mes. Ese cambio inusualmente rápido generó dudas sobre si Rupnik había recibido un trato preferencial, especialmente cuando el año siguiente el Vaticano decidió no suspender el estatuto de limitaciones cuando nueve mujeres presentaron denuncias sobre los presuntos abusos de parte de él en Eslovenia.
El papa negó haber tenido algún papel en el manejo del caso de Rupnik, aparte de intervenir procesalmente para mantener la segunda serie de acusaciones de las nueve mujeres ante el mismo tribunal que escuchó la primera.
Francisco dijo que su única decisión fue que todo siguiera “con el tribunal normal, porque si no se dividen los caminos procesuales, se embarulla todo”.
“O sea que no tuve nada que ver en esto”, añadió.
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El caso generó dudas, entre ellas, la de por qué no se eliminó el estatuto de limitaciones, dado que el Vaticano hace habitualmente tales excepciones para casos de abusos que involucran a menores de edad.
Francisco reconoció que “siempre” renuncia al estatuto de limitaciones para los casos que involucran a menores y “adultos vulnerables”, pero tiende a insistir en defender las garantías legales tradicionales con los casos que involucran a otros.
Francisco aseguró que “siempre” renuncia a la prescripción en los casos que afectan a menores de edad y a “adultos vulnerables”, pero suele insistir en mantener las garantías legales tradicionales en los casos que afectan a otras personas.
Usando una expresión en español que implica un enfoque sin restricciones, Francisco dijo que su enfoque fue: “cuando hay menores, la manga bien cerrada. No manga ancha, no, no”.
Agregó que estaba conmocionado por las acusaciones contra Rupnik, alguien con quien supuestamente convivió de cerca.
“Para mí fue una sorpresa, la verdad. Esto, una persona, un artista de este nivel, para mí fue una sorpresa muy grande, y un dolor, porque estas cosas duelen”, afirmó.
Francisco dijo que quería más transparencia en la forma en que se manejan los casos, pero señaló que se trata de una batalla cuesta arriba en una institución que durante siglos ha manejado sacerdotes depredadores a puerta cerrada.
“Es lo que yo deseo, ¿no? Y con la transparencia viene una cosa muy linda que es la vergüenza. La vergüenza es una gracia”, aseveró.