Cuba.— Mientras los periodistas recorrían un oscuro pasillo del centro de detención de la bahía de Guantánamo, un detenido mostró un cartel pintado a mano a través del cristal de su celda: un signo de interrogación blanco en un fondo azul, con el punto con forma de candado.
El prisionero tiene razones para tener dudas.
El presidente Barack Obama prometió cerrar el centro de detención en Cuba tras llegar a la Casa Blanca, pero a medida que agota su mandato parece cada vez más claro que esto no ocurrirá. Más de la mitad de los hombres que siguen retenidos allí no tienen fecha para su libertad y el Congreso prohibió el traslado de los reos a Estados Unidos bajo ningún motivo. El futuro de las instalaciones pasará por el presidente electo, Donald Trump, quien ha manifestado que prefiere mantenerlas abiertas e incluso «llenarlas de algunos chicos malos».
Esto pone al ejército en una posición incómoda.
«En este momento, seguiremos haciendo nuestro trabajo respaldando al presidente en sus esfuerzos para cerrar el centro de detención», dijo el vocero de la prisión, el capitán de la Marina John Filostrat.
Pero oficiales de la base reconocen también que tienen celdas vacías y que podrían expandirse si el nuevo gobierno así lo desea.
«Estamos preparado para continuar las operaciones de detención de la misma forma profesional que lo hacemos hoy», dijo el comandante del centro, el contraalmirante Peter Clarke, a periodistas al final de la reciente visita.
Estados Unidos abrió Guantánamo para detener a insurgentes sospechosos de estar vinculados a Al Qaeda y los talibanes tras los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001. La mayoría de ellos nunca fueron acusados de delito alguno, y la detención indefinida, combinada con los malos tratos a los reos en los primeros momentos, generaron críticas en todo el mundo. A principios de mes, Obama dijo que era una «mancha en nuestro honor nacional».
En la actualidad, en Guantánamo hay 59 prisioneros, desde los 242 que acogía cuando Obama asumió el poder y muy lejos de su punto más álgido, con casi 680, en julio de 2003. De los que siguen en el centro, 22 tiene permisos para salir en libertad y se espera que otros serán trasladados en las últimas semanas del gobierno actual. El Congreso prohibió trasladarlos a instalaciones en Estados Unidos bajo ningún concepto, incluyendo un juicio, por lo tanto están atrapados en la base.
El ejército juntó a los prisioneros en dos unidades y no sustituyó a los casi 300 soldados que dejaron Cuba recientemente. Grandes partes del centro de detención están ahora vacías en medio de las colinas del sureste de la isla.