La duplicación y repartición del Presupuesto para partidos en un santiamén observado recientemente no fortalece democracia sino la partidocracia, entendida como la conversión de órganos del Estado en meros ejecutores de decisiones adoptadas por partidos.?
Así me lo hizo ver mi primo Adolfo Herrera Whebbe desde Zaragoza, España. Algo similar había advertido Cesar Antonio Molina, exministro de Cultura del Gobierno de Rodríguez Zapatero, en su libro “Las Democracias Suicidas”.
Uno de los artículos periodísticos de un homónimo argentino, politólogo, lo tituló “La partidocracia: el cáncer de nuestra democracia”.
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La duplicación del presupuesto en un santiamén para beneficiar partidos, inscríbese dentro una partidocracia por encima de una administración justa y equitativa de administrar fondos públicos. Y de aplicación universalizada de nuestra Constitución y las leyes.
El Art.216 de nuestra Constitución consigna responsabilidades a partidos para fortalecer democracia: interés nacional, bienestar colectivo y desarrollo de la sociedad. ¿Por qué partidos no exigen cumplir facultades conferidas a ellos para estos fines en art.40 y siguientes de l a Ley 1-12 sobre END? como exigieron cumplir 0.5 por ciento.
Por demás, una exigencia partidaria incumplible. La Ley 33-18 dispone que, de recursos del Estado, deberán invertirse 10% en formación ¿Invertirán partidos RD$250millones en formación durante 29 días faltantes para elecciones?
Revertir esta señal de partidocracia resulta imprescindible abordar por instancias responsables de la nación-políticos, empresarios, profesionales, trabajadores y comunidades territoriales-una vez concluyan las presentes elecciones. Que la partidocracia se imponga a democracia dominicana, después de 58 años de continuidad democrática, de tantos esfuerzos y sangre derramada desde la dictadura hasta inestabilidad política 1961-1966, debe preocupar profundamente.
Económicamente, este santiamén presupuestario incrementa déficits y endeudamientos cuando días atrás, voces autorizadas abrogaban para reducirlos eliminando y/o disminuyendo financiamiento público a partidos. Ahora han resultado aumentados.
Si nuestras instancias responsables no se empoderan para ceñir partidos a disposiciones constitucionales y legales vigentes, la democracia seguirá degenerándose hacia una partidocracia que se apodere de fondos públicos para ellos disfrutarlos; en lugar de destinarlos a satisfacer necesidades de nuestra población.