El transfuguismo en la República Dominicana ha sido un recurrente tema de discusión e incluso, fue una de las banderas para la modificación de la Ley 15-19 sobre el Régimen Electoral, en busca de impedir los saltos sin control, de un partido a otro, como lo ocurrido recientemente desde el Partido de la Liberación Dominicana (PLD) hacia el Partido Revolucionario Moderno (PRM).
Así lo establece la nueva Ley 20-23, que resalta, en su artículo 140 que “las personas que hayan sido nominadas para ser postuladas por un partido, agrupación, movimiento político o alianza a la cual pertenezca el mismo, a un cargo de elección, no podrán ser postuladas por ningún otro partido, agrupación, movimiento político o alianza, en el mismo proceso electoral”.
Hasta ese punto, la ordenanza parece resolver, al menos en papel, uno de los mayores motivadores de quejas y diferencias partidarias, evitando que una vez resulte vencedor un candidato, pase a ocupar su cargo bajo el amparo de otra organización.
Sin embargo, nada impide que los partidos pacten alianzas previas, en busca de alcanzar el fin común, que es la consecución del poder y que en esta ocasión, presenta movimientos tan bizarros como significativos.
Es así como hoy vemos antiguos enemigos corriendo en un mismo carril, o aliados tradicionales, rompiendo relaciones para buscar otros rumbos.
Todo es parte de una estratagema que busca la permanencia en las mieles del poder, ya que muchas de estas “nuevas alianzas”, se hacen hacia los partidos en el gobierno, convirtiéndolos en una especie de mercenarios políticos.
Es así como vimos una alianza poca inusual en el 2020, cuando la boleta del Partido Revolucionario Dominicano (PRD), llevaba como candidato presidencial a Gonzalo Castillo, natural del Partido de la Liberación Dominicana (PLD), su acérrimo enemigo, tan solo una década antes.
Como esta, alianzas tradicionales con partidos emergentes, le permitieron al PLD gobernar por 16 años de manera ininterrumpida, pero, una cosa es dentro y otra fuera.
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Tan sorprendente era ver al PLD y al PRD aliados, como el hecho de que la cara del expresidente Leonel Fernández se presentara en la boleta de una organización política distinta al partido morado. Sin embargo, ambas acciones sucedieron.
Es en ese contexto que no sorprenden los movimiento que se han gestado en los últimos días, donde partidos como el Cívico Renovador (PCR), liderado por Jorge Radhamés Zorrilla Ozuna, o la Unión Demócrata Cristiana (UDC), de Luis Acosta Moreta “El Gallo” y el Partido Acción Liberal (PAL), anuncien su apoyo a la relección del presidente Luis Abinader.
En esa misma línea, resalta el Partido Nacional de Veteranos Civiles (PNVC); Revolucionario Independiente (PRI), dirigido por Trajano Santana y el Liberal Reformista (PLR), liderado por Onavel y Karina Aristy, hijos de Amable Aristy Castro. Karina incluso, fue alcaldesa del municipio de Higüey por el PLD.
Aunque en el pasado corrían en contra del hoy gobernante, sus principales líderes han cambiado de bando y adquirieron voluntades para el proyecto releccionista, que va en ascenso, mientras la oposición se tambalea entre alianzas anunciadas y desmentidos públicos.
Pero en política la idea es sumar y al hacerlo, se le resta al adversario la fuerza con la que alguna vez contó, cuando desde su posición, también ofreció pagar el precio que ponen sobre la mesa algunos de estos partidos.