Dice Abel Martínez, candidato presidencial del PLD, que en la Ley de Protección de la Mujer el Gobierno introdujo, de manera subrepticia, un artículo que persigue lo mismo que la Ley de Trata, por lo que considera que también debe retirarse del Congreso Nacional. Más o menos en los mismos términos se expresó el senador de la Fuerza del Pueblo Dionis Sánchez, quien atribuyó el “error” a la improvisación, y al igual que el candidato peledeísta considera que lesiona la soberanía. Una palabra muy de moda en estos días, otra señal de que estamos en campaña electoral, por lo que estaremos viendo a los políticos reducirla a su mínima expresión, instrumentalizándola y prostituyéndola para ponerla al servicio de sus intereses.
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Pero cuesta creer que se haya llegado tan lejos con ese nacionalismo deforme y deshumanizado que avergonzaría al mismo Duarte, que se considere lesivo a la soberanía nacional ofrecerle asistencia médica y protección a una haitiana (porque son las haitianas el problema, no las venezolanas blanquitas y bonitas que venden en los semáforos) como Elicia Venel, a la que su concubino le cercenó los dos brazos y una pierna en un batey de San Pedro, en lugar de llevarla en una camiona hasta la frontera.
¿Qué por qué esos patriotas y nacionalistas no enfilan sus cañones hacia los verdaderos responsables de que este país esté lleno de haitianos y haitianas ilegales como son los empresarios y productores agrícolas que los contratan y los guardias que los dejan entrar a cambio de unos pesitos? Porque es más fácil atacar a un gobierno que no sabe defenderse (esta es la ahora que la Ministra de la Mujer no ha sacado la cabeza), que a los empresarios que financian campañas o a los guardias que tumban gobiernos. ¿No es así Profesor?
Por eso no me sorprendería que al igual como ocurrió con la tergiversada Ley de Trata, el gobierno los complazca y le regale otra victoria política a la oposición que quiere sacarlo a empujones del Palacio Nacional.