La guerra de los “egos” se pone en evidencia a través de las redes sociales. Existe un mandamiento entre ser feliz, ser joven y tener belleza.
A través de la publicidad, el cine, la televisión, las redes, hay una necesidad de exaltación hacia la validación, el consumo, la gratificación y el exhibicionismo en demostrar y demostrarse a sí mismo que somos exitosos y felices.
Las redes sociales son la vía ideal para tener presencia, de exponer los logros, la grandiosidad y demostrar la eficiencia, el buen vivir, la opulencia y la vanidad al máximo. Nadie está en un confort mejor validado, aceptado y conquistado de sí mismo como una persona narcisista, a través de las redes sociales.
El narcisista posee un ego híper-inflado, de grandiosidad, de superioridad, de belleza y confirmación, de atributos personales, que son superiores a las demás personas; o sea, “más inteligente, más eficiente, más emprendedor, el que mejor hace las cosas, el que más sabe de todo, el de mayores atributos y mayores éxitos”.
Ahora las redes sociales se han convertido en el mejor espacio para demostrar la apariencia, el parecer, la manipulación, la auto gratificación y la trivilización, conquistando a los seres humanos como objetos, cosas o números, donde el narcisismo social encuentre su verdadero escapismo.
Para existir hay que demostrar presencia, consumo, calidad de vida, ser noticia, dar de qué hablar, no importa el contenido, ni las formas, ni las consecuencias, lo que importa es tener presencia, y nada mejor que las redes.
Lo penoso de todo esto, es que, más personas se sienten frustradas, impotentes, insatisfechas o infelices, si no logran la presencia, la notoriedad o la aceptación social en las redes. Es decir, la autoestima depende de la validación y del reconocimiento de la sociedad del “parecer”.
Las personas ahora toman más ansiolíticos y antidepresivos, más cremas y más antiinflamatorios que nunca; todo para mejorar el coste directo e indirecto de una vida competitiva, angustiante y despersonalizadas.
Las tecnologías y las redes se han convertido para algunas personas en adicción y habitos tóxicos, en el escapismo para sustentar el parecer.
El uso desmedido de las redes hace que las personas miren hacia abajo, que no usen el lenguaje, sino, que se comunican mandando imágenes de alegría o tristeza; pero no expresan sus sentimientos, emociones, ni dicen lo que de verdad necesitan expresar. De ahí que se van reproduciendo las personas alexitímicas, o sea, que no expresan afecto, emociones positivas, que no tienen empatía emocional; son personas frías, distantes, incapaces de expresar emociones.
Ahora tenemos cientos de parejas jóvenes, que no se dan caricias, besos, o que no tienen contacto físico, intimidad ni sexualidad; la vida y sus intereses son las redes sociales, la tecnología, los videojuegos y el ciberespacio.
Literalmente, la posmodernidad, la tecnología y el consumo han enfermado a millones de seres humanos.
La clave para todo esto es, apostar al equilibrio, a la equidad y la eficacia; aprender limitar las redes, usarla de forma responsable; pero, reforzar los habitos sociales, la lectura, los encuentros, los deportes, la música, el cine, el teatro, las tertulias y la vida integrada.
El cerebro es social, se atrofia y pierde funciones ejecutivas cuando se termina en alexitimia y el narcisismo social.
Ahora redes sociales son el mejor espacio para demostrar la apariencia
El narcisista tiene ego híper-inflado, de de superioridad, de belleza…
Personas alexitímicas no expresan afecto, emociones positivas, no tienen empatía