La inseguridad ciudadana, el miedo y la paranoia social de una sociedad que vive bajo la cultura de violencia habla de un país que, crece y muestra desarrollo, pero que distribuye muy mal su riqueza, aumentando sus riesgos psicosociales.
Cuando aumenta la pobreza, la marginalidad, el hacinamiento, la falta de servicios o servicios básicos de mala calidad, la disfunción familiar, el consumo y tráfico de drogas, la deserción escolar, embarazo en adolescentes, y las desigualdades sociales, entonces, aumentan las patologías sociales y la delincuencia.
¿Por qué fracasan los intentos de políticas públicas contra la delincuencia? Porque se enfocan hacia los efectos y no a las causas, o sea, la visión no es horizontal, ni integral, ni sostenida; más bien, son políticas cortoplacistas, mediáticas, verticales y represivas.
El aumento de la delincuencia como: ratería, bandolerismo, robos, atracos, realizados por adolescentes y jóvenes de comportamiento antisocial, es una expresión de descomposición socio-familiar, deserción de escuela, marginalidad, inseguridad social, y de falta de proyecto de vida o de deambulación sin propósito y de conducta de alto riesgo psicosocial en que vive un 22 por ciento de la población joven.
La violencia organizada: tumbes, sicariatos, puntos de drogas, secuestros, robos dirigidos, delitos de alto nivel y de alta complejidad, se corresponden al crimen organizado, de sociedades que no cuentan con la capacidad de respuestas en la prevención, control y sistemas de consecuencias para los altos niveles de daños sociales. La planificación se establece en el marco regional, mundial, a través de los organismos de inteligencia de cada país.
Sin embargo, las patologías sociales se van organizando a través de un aprendizaje y de un comportamiento social donde las personas se van haciendo insensibles, pérdida del miedo, remordimiento, resentimiento, odio o rebeldía social desorganizada, que puede sostenerse de otras limitantes sociales como son: pérdida del miedo, desconocer el sistema de consecuencia, incapacidad de aprender de la experiencia, desconocer límites y normas sociales, etc.
Esas patologías pueden afectar a los de arriba, a los sectores medios y a los de bajos ingresos, pero tam bién al sistema político, empresarios, instituciones en todos los niveles, para quedar instituido como una sociedad enferma que se le dificulta poder organizarse, normalizarse o aprender a comportarse como sociedades altamente civilizadas.
Las recurrencias de delitos, el bandolerismo, la corrupción, el mercado ilícito, el raterismo social, la informalidad y la violación a las normas hablan de una sociedad que no va hacia buen camino.
La sociedad va dando señales de organización, de avances contra sus patologías sociales y la delincuencia; cuando van respondiendo con leyes, normativas y planificación de sus riquezas de forma equitativa, de mejoría de sus servicios, de transparencia y de sistema de consecuencia a quienes violan o pongan en riesgo la convivencia, la vida, y la seguridad psicosocial.
Esas patologías y delincuencia que por años se creía que era propio de los sectores marginales, ha crecido y ha bajado a la vulnerabilidad de las clases media y alta. Lo que expresa un indicador de fracaso en las políticas públicas de prevención a los riesgos psicosociales y al crimen organizado.
Aún estamos a tiempo de poder responder con cierta asertividad si se trabaja con enfoques integrales hacia las causales, no hacia los efectos. La inversión social de forma integral debe aumentarse para prevenir la delincuencia.
Políticas públicas contra delincuencia fracasan porque se enfocan en efectos
Aumento delitos es una expresión de descomposición socio-familiar
Para prevenirla, debe aumentarse la inversión social de forma integral