Ambroise Paul [Toussaint Jules]Valéry (1871-1945) poeta, ensayista, crítico y filósofo francés nació en Sète, sur de Francia, junto al mar azul añil del Mediterráneo que penetra en la tierra por canales, realidad poética y metafórica, nació en 1871, en los momentos en que Francia es invadida por Bismarck. Le tocó vivir una de las épocas más intranquilas de la historia de Europa. Murió en París el 15 de julio de 1945, al final de una guerra que había echado por tierra los valores humanos que se creían primordiales e indestructibles.
Por su relevancia como escritor el 27 de julio fue objeto de un funeral nacional decretado por el presidente Charles De Gaulle en su ciudad natal, al lado del mar que había inspirado su poema “El cementerio Marino”. En cuanto a sus intereses, fueron tan amplios que podríamos catalogarlo como un erudito, pero no era un hombre de una mente libresca, era un verdadero pensador que vivía reflexionando sobre la existencia, más que nada sobre el proceso creativo: el arte en general, la música y la poesía en particular.
Mientras estudiaba Derecho conoció a los escritores André Gide y a Pierre Louys, junto a ellos comenzó a visitar el salón de simbolistas (tertulias) de Stéphane Mallarmé, en 1891. El poema “Narcisse Parle” [Narciso habla] refleja el inicio de su preocupación por el drama interior del hombre en conflicto. Amante del conocimiento, decidió iniciar su autoeducación en ciencias, arte e historia. Alternó su vocación poética con un trabajo como redactor en el Ministerio de Guerra. La época y vida que le tocó vivir marcaron su obra con un dejo de tristeza y una afinidad con los temas sobre la muerte y lo espiritual. Uno puede verse tentado a fijar en 1892 el verdadero comienzo de la obra de Paul Valéry, porque desde el final de su adolescencia escribió poemas en verso que publicó más tarde en el “Álbum de Versos Antiguos” (que incluía obras escritas desde 1890-1921).
Es importante que evoquemos la memorable «Noche de Génova» de 1892. Se refiere a la madrugada del 5 de octubre del año indicado cuando la ciudad fue fustigada por un violento temporal que le provocó a Valéry un despertar de conciencia, una especie de experiencia mística. Fue un acontecimiento fundacional, un momento de iluminación que lo impulsaría. Buscaba librarse de una larga crisis interior (existencial) que logró extirpar desalojando de sí mismo los ídolos de la literatura y la poesía.
Desesperado por no poder alcanzar la perfección de sus amigos poetas Arthur Rimbaud o Stephane Mallarmé, por quienes siempre sintió una profunda admiración, decidió dejar de escribir versos quizás afectado por la muerte de este último, quien fue su mentor. Por unos 20 años Paul Valéry no volvió a escribir versos y se dedicó a las matemáticas y la filosofía.
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En 1894, empezó a escribir la larga serie de cuadernos que conservaría toda su vida: una obra inmensa (cerca de 30.000 páginas publicadas). En ellos desarrolló reflexiones sobre el lenguaje, la literatura, filosofía, ciencias e historia, al mismo tiempo escribió numerosos poemas en prosa, la totalidad de los cuales se publicaron tardíamente bajo el título de “Lost Poetry” “Poesía perdida”. Durante dos décadas, Valéry recurrió esencialmente a este trabajo privado en el que buscaba reforzar el poder de la mente sobre sí mismo. Consideró a la literatura como una de las posibles aplicaciones de este poder.
Tomó la decisión de dedicarse a la vía del espíritu y al rigor del intelecto. Su ensayo “Introducción al método de Leonardo da Vinci” (1895) y la pieza “El señor Teste” (1896) fueron frutos literarios conectados con aquella toma de conciencia. Cuando, en la “Introducción al método de Leonard da Vinci” (1895-1929), se esfuerza por mostrar el funcionamiento de una figura excepcional, no es un escritor al que elige sino al proceso creativo, al año siguiente, escenifica un brevísimo relato. En esta obra lanzó su teoría de que los procesos de la mente creativa son todos análogos, ya sea que la mente se vuelva hacia la ciencia o hacia cualquiera de las artes. Por otro lado, pero en el mismo orden de ideas, en la «La Soirée avec Monsieur Teste” La noche con el señor Teste, el personaje ficticio, un ser que no escribe, y que no vuelca el poder potencial de su inteligencia hacia el mundo representa la mente pura o conciencia.
El retorno a la poesía ocurrió en 1912, cuando André Gide y Gaston Gallimard le presentaron la oportunidad de recopilar sus poemas de juventud. Volviendo a estas viejas piezas que reelaboró, decidió añadir un nuevo poema. En 1913 inicio su primer libro de poemas: “La joven parca» [La Jeune Parque] publicado en 1917 (a los cuarenta y seis años). Lo dedicó a Gide, quien lo había instado a seguir escribiendo poesía. Este poema resultó ser una espléndida obra maestra, totalmente musical, de 512 versos alejandrinos. Le llevó cuatro años completarla e inmediatamente aseguró su fama. La obra de factura clásica fue realizada fiel a su ambición poética: un canto que prosigue en una voz portada por un yo, y cuya eficacia particular se debe a los recursos modulados de una materia verbal donde la música del sentido está íntimamente ligada a la música del sonido. Tal era precisamente el proyecto de Valéry: no buscar decir nada, sino buscar hacer, es decir, componer con rigor un poema cuyo sentido solo surgiría más tarde.
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Pocos años después (1920) escribió “Cementerio Marino» uno de sus poemas más populares. A partir de 1922 escribió poca poesía, pero publicó numerosos ensayos sobre temas literarios, filosóficos y estéticos. Sus “Cahiers” [Cuadernos], que abarcan los años de 1894 a 1945, se publicaron póstumamente; por igual los poemas de Charmes (1922) [Canticos o encantamientos]. En sus “Cuadernos”, Valéry nos dice que la poesía es une “longue hésitation entre le son et le sens” [larga vacilación entre el sonido y el significado], pero esta permanente negociación entre significado y sonoridad no se esconde solo en los timbres de la rima y la potencia rítmica del silabismo y la acentuación, sino también en la orquestación aliterativa del poema. Ingresó a la Academia Francesa en 1927. A partir de ese momento su obra tendría un gran lugar en conferencias, discursos y prefacios. A partir de 1923 escribió una prosa poética narrativa…
Ya para esa época sus libros eran colecciones de estudios políticos, filosóficos o literarios. La reflexión que Valéry desarrolla sobre Literatura encuentra en 1937 un eco más amplio cuando es elegido profesor en el College de France donde enseña poesía, y una ambiciosa teoría que apunta al estudio de obras consideradas como puros objetos del lenguaje, y que encontrarán un eco considerable en la época de la Nueva Crítica. Por otro lado, preocupado por la evolución política y cultural de Europa, Valéry había soñado con un III «Fausto» y lo compuso muy poco después de la derrota de 1940, Mon Faust (1941).
Después vinieron Eupalinos (1921), La idea fija (1932), y antes el «Diálogo del árbol» y «Lujuria, país de las hadas»…
Finalicemos este escrito con una pequeña muestra de los versos de Valéry en “Cementerio Marino”:
“[…] ¡Qué obra pura consume de relámpagos/ vario diamante de invisible espuma, / y cuánta paz parece concebirse! / Cuando sobre el abismo un sol reposa, / trabajos puros de una eterna causa, / el Tiempo riela y es Sueño la ciencia.
Tesoro estable, templo de Minerva, / quietud masiva y visible reserva; agua parpadeante, / Ojo que en ti guardas / tanto sueño bajo un velo de llamas, / ¡silencio mío!… ¡Edificio en el alma, / más lleno de mil tejas de oro. ¡Techo! /
Templo del Tiempo, que un suspiro cifra, / subo a ese punto puro y me acostumbro /de mi mirar marino todo envuelto; / tal a los dioses mi suprema ofrenda, el destellar sereno va sembrando / soberano desdén sobre la altura…”(Valéry, 1920).