Pedro Vergés: Los 17 Cuentos de intensidad variable

Pedro Vergés: Los 17 Cuentos de intensidad variable

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§ 1. Hasta ahora, Pedro Vergés (Santo Domingo, 1945-) ha publicado seis libros. Vienen más. Son estos: Juegos reunidos (poemas. Barcelona: El Bardo, 1971; Durante los inviernos (poemas, Barcelona: Col. Adonáis, RIALP, 1977); Solo cenizas hallarás (bolero), Valencia, España: Prometeo, 1ª ed. 1980 y 2ª ed. Barcelona: Destinolibro 147, 1981; 3ª ed. Santo Domingo: Taller, 1984; 4ª ed. La Habana: Arte y Literatura; 5ª ed. Santo Domingo: Alfaguara, 2011 y 6ª ed. Santo Domingo: Alto Velo, 2024, aparte de algunas ediciones pirateadas; Yo ya estaré lejos (novela), Santo Domingo: Alto Velo, 2022); Del Cibao real al Cibao de Bosch. Ensayo crítico sobre la cuentística de Juan Bosch, Santo Domingo: Banco Central, 2023; y Cuentos de intensidad variable, Santo Domingo: Alto Velo, 2024).

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La influencia de Solo cenizas hallarás en la novelística dominicana se evidencia en la floración de títulos de novelas y cuentos dominicanos que llevan el sintagma “bolero”, sea sucedáneo, título mismo de la novela, el libro de cuentos o reminiscencias de la novela de Vergés al final de dichos títulos, sin entrar aquí en detalles sobre su valor literario y su forma-sentido: 1) Marcio Veloz Maggiolo, Ritos de cabaret (1991); Radhamés Reyes Vásquez, Si puedes tú con Dios hablar (1992); Adrián Javier, Bolero del esquizo, (1994); René Rodríguez Soriano, La radio y otros boleros (cuentos, 1997); Pedro Antonio Valdez, Bachata del ángel caído (1999); Avelino Stanley, Por qué no he de llorar (2003 y Al fin del mundo me iré (2006); Aurora Arias, cuento “Bachata”, en Emoticons (2007); Jeannette Miller, A mí no me gustan los boleros (2008); Oquendo Medina, Aunque me cueste la vida (2017) y René Rodríguez Soriano, Déjame que te cuente estos boleros (2018). Sé que se me quedan autores y títulos, pero mi análisis no aspira a la exhaustividad, como lo proclama la poética.

§ 2. Dada la influencia ejercida en la novelística dominicana por Solo cenizas hallarás, sobre todo a partir de la segunda edición de esta novela (Santo Domingo: Taller, 1984), influencia que sin duda ejercerán Yo ya estaré lejos, Del Cibao real al Cibao de Juan Bosch (un análisis de la totalidad de los cuentos de Bosch que cambiará la perspectiva de cómo hasta ahora han sido interpretados estos textos); y, especialmente Cuentos con intensidad variable, obras que transformarán en nuestra cultura la forma de escribir novelas y cuentos urbanos en razón de la forma-sentido, la práctica escritural del diálogo y un dominio casi total del idioma, valores que catapultarán en un futuro cercano, sin titubeos, a su autor, Vergés, a candidato al Premio Nacional de Literatura. Que ya ha obtenido importantes lauros como el Premio de la Crítica en 1981 a Solo cenizas hallarás como el mejor libro publicado en España. Novela que en 1980 recibió el XV Premio Blasco Ibáñez y, en nuestro país, en 2023 el Premio Nacional de la Feria del Libro E. León Jimenes a Yo ya estaré lejos.

§ 3. Este futuro Premio Nacional de Literatura a Vergés no es un capricho o simpatía personal, sino la conclusión analítica del valor de su obra literaria, porque igual galardón reclamé en un artículo publicado Areíto y Acento el 10 de marzo de 2010 para Efraím Castillo, Alexis Gómez Rosa (ya fallecido), Cayo Claudio Espinal, Roberto Marcallé Abreu (que lo recibió), José Enrique García, Efraím Castillo y Manuel Matos Moquete (quien también lo recibió). Hoy reclamo la misma distinción para Pedro Vergés. Y para Manuel Núñez, cuya primera obra El ocaso de la nación dominicana (1990) nos vaticinó hace 34 años lo que hoy estamos viviendo y con coherencia sorprendente ha mantenido su mismo ritmo analítico-histórico acerca de nuestro Estado clientelista y patrimonialista autoritario fundado por Pedro Santana en 1844. Sin cabildeos de ninguna clase.

§ 4. Cierto es que algunos escritores de valía con quienes he discutido acerca de la caída casi en picado del Premio Nacional de Literatura desde finales del decenio de 2010 me arguyen que esto se ha debido a que los miembros de ese jurado, en su mayoría casi absoluta, no son escritores y que no leen, por lo tanto, valor literario, sino consideraciones extraliterarias y, fundamentalmente, análisis de contenido. También me arguyen que esto se resolvería si, como han clamado algunos, la Fundación Corripio y el Gobierno se avienen a cambiar las reglas de este concurso, de modo que sean cinco o siete los miembros de semejante jurado y que formen parte de él los últimos cinco o siete escritores que han recibido dicho galardón y que, previo a la premiación, haya un jurado de selección. Quizá esté yo equivocado al argumentarles a esos amigos escritores que esa propuesta es más difícil de realizar que remover un cementerio, como decía don Max Henríquez Ureña, al referirse a los intereses envueltos en estos asuntos. Me replican que aunque a la Fundación no le interesa ese asunto de premiar calidad literaria, sino de mantener una cierta hegemonía cultural y prestigio social, les argumento otra vez que el señor Pepín Corripio es un empresario visionario y que no escapa a su conocimiento que estos premios concitan cada año menos interés, sobre todo por la avalancha de una cantidad espantosa de obras literarias basura que inundan nuestros mercados internacionales del libro luego de la implantación de la cultura light a escala planetaria. Los días por venir nos dirán, por boca los patrocinadores de este premio anual, cuál será el derrotero de dicho galardón. Mientras tanto, vuelvo a mis carneros.

§ 5. Desde Solo hallarás hasta Cuentos de intensidad variable, la escritura de Pedro Vergés es un sistema cuyas estructuras están indisolublemente relacionadas. Voy a demostrarlo: Una constante referencia a los textos de una obra a otra, los nombres de personajes pasan de un texto a otro con funcionamientos distintos, la koiné donde se desarrollan las acciones de los personajes de las novelas y los cuentos de Vergés son el barrio de San Miguel o el sector El Jobo, microcosmos donde se analiza y muestra a las lectoras, lectores y demás barrios de la Capital y al país en general, pero también desde donde miran narrador y personajes, el fracaso que les acompaña en su huida a Nueva York, Puerto Rico y otros lugares (desde Freddy Nogueras y Yolanda Martínez en Solo cenizas hallarás hasta Sandra, Bienvenida, Remigio y el padre anónimo que se encuentra, no se sabe por qué razón, en Puerto Rico y no puede dar la cara en el engorroso trance en que se encuentra su hijo, el narrador Miguel, como se verá en “Intuición femenina” (p. 266) incluido Cuentos de intensidad variable, a mi juicio, el mejor cuento del libro.

Apuesto a que muchas lectoras y lectores descarriados en materia de lo que significa el valor literario lapidarán como pesimistas las novelas y los cuentos de “intensidad variable” de Vergés. Les respondo: La escritura de valor literario no es escritura de final feliz. Para eso están los estantes de las librerías repletos de literatura de autoayuda, frívola o light. La escritura de valor está para crear formas sentidos que transformen la literatura del signo o literatura basura que se fabrica para matar el aburrimiento en parques, aviones, trenes, resorts, cárceles y hospitales. Por ahí se enrumba la literatura dominicana desde los tiempos en que irrumpió en nuestra sociedad la ideología de la cultura light, cuya recurrencia cíclica se produce cada vez que se presenta una crisis capitalista de acumulación de riquezas a escala planetaria. Tal es la crisis de hegemonía económica y cultural que sacuda hoy al mundo y nuestro país sufre, al no ser una excepción, un deterioro en ambos renglones, pero al literario y cultural les va peor, porque son, en cada sociedad, el significante invisibilizado y escamoteado por el consenso abrumador de los lectores y las instancias de poder (es decir la dictadura de la opinión o doxa) en materia literaria y cultural.

§ 6. Categorías semánticas en los cuentos de intensidad variable. “Solo con sus boleros” es el primer cuento del libro de Vergés (p. 24). La referencia a Solo cenizas hallarás y Yo ya estaré lejos es evidente, pero su funcionamiento es diferente. El problema de Toño y su mujer Leticia, nos advierte de entrada el narrador, no era el alcoholismo al que se había entregado, a despecho de lo que creía la gente del barrio de San Miguel, creencia falsa como todas las creencias, sino lo que se nos muestra de inmediato: «Pero la explicación estaba en otra parte, según él [Toño], y era en el hundimiento que le había provocado la derrota del proyecto político al que habían dedicado, Toño y él [el narrador sin nombre], los años más hermosos de su vida. De eso no había duda, porque había compartido con Toño militancia, persecuciones, cárcel, golpes, desde que decidieron tomar parte en la lucha y acabar con las lacras del sistema y lo conocía bien, casi como a la palma de su mano.» (pp. 9-10). Este fracaso de la revolución que se creyó a la vuelta de la esquina entre 1962 y 1965 luego de la desaparición de la dictadura de Trujillo sumió como un viento frío, según el poemario de René del Risco, a aquella juventud idealista que todavía estaba muy verde para acceder a la conciencia política y nacional indispensables para analizar con cabeza fría los proyectos redentoristas y mesiánicos. Lo que explica que muchos simpatizantes y activistas de los partidos de izquierda entraran en depresión total después de la llegada del viento frío y cayeran, muchos de ellos, en lo que cayó Toño, el líder del grupito de jóvenes migueletes que le acompañó en esta nueva aventura del alcohol y los prostíbulos. A causa de estos vicios pagará Toño con su vida al descuidar esposa, hijos y relaciones y dedicarse a escuchar solo boleros tanto en su casa como en el prostíbulo de Doris, personaje y tema que se replicarán como contexto y memoria en otros cuentos de la obra, como habrá ocasión de comprobarlo. Toño se había convertido en un lumpen pequeño burgués bajo y se apropiaba del dinero de su mujer, privándola a ella y a los hijos del sustento diario y otros derechos. Y para que sus hijos no le vieran borracho al llegar al hogar después de una farra en el cabaré de Doris, Leticia, su mujer, llevó los hijos donde su abuela y se dispuso a encarar a Toño, como se verá en la próxima entrega.

ZUM. SISTEMA DE LA ESCRITURA DE PEDRO VERGÉS

§ 7. En cambio, en “Selva y bosque” (pp. 45-80), el segundo cuento del libro, la estructura que fracasa es la ideología del amor pasional (el narrador Juan y su musa ideal, Sandra) frente al amor como cálculo racional (el personaje de Fifa, que despechada porque Sandra le ha robado a Juan) diseña una estrategia exitosa que aprovecha la decisión accidental del padre de Sandra de enviarla a Nueva York donde unos familiares para librarla de una maipiola y unos celestinos que en San Cristóbal le han echado el ojo a la joven virgen para llevársela como trofeo al Jefe una de esas noches en que dormía en la Casa de Caoba. La escritura de Vergés no describe un hecho, muy cotidiano en la ideología y la práctica política de la dictadura, sino que lo muestra en su funcionamiento: hecho que constituía un mecanismo de ascenso social y dinero para los padres que vendían a esposa o hija para disfrute sexual del Jefe. ¿Continúa funcionando ese mecanismo luego del ajusticiamiento de Trujillo? El cuento “Entre cañas” , por el topos geográfico (p. 246) sugiere que las acciones del hecho-tema único se desarrollan en la era de Trujillo o posterior a su asesinato cuando la autovía del Este no existía todavía, sino la carretera Mella, por donde el narrador, un adolescente de 12 años, su tío Carlos, viajante de comercio, y su chofer Julio emprenden un viaje desde la Capital a Hato Mayor y en el camino se topan con el hecho de la venta de una hija por su padre a un comerciante árabe (llamado en el cuento el Turco) a cambio de “un rollo de tela” (p. 243).

(Continuará).