Perder un hijo, no tiene nombre

Perder un hijo, no tiene nombre

FERNANDO RODRIGUEZ C.

Cuando se pierde a uno de los padres, uno se convierte en huérfano, si pierde a su cónyuge, pasa a ser viudo o viuda, si fallece, difunto, pero todavía no existe un término para calificar a quien haya perdido un hijo.

Nadie está preparado para un acontecimiento tan estremecedor que deja el alma desolada y triste con un vacío existencial, difícil de llenar y que solo la presencia y amor de mis otros hijos, creo, podría subsanar.

Pido excusas a mis amables lectores, pero aún no me sale escribir sobre ningún otro tema que no sea la partida de mi hija Vianny a consecuencias de una cirugía estética.

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Frente a esta terrible experiencia, me permito exhortar a mis amigos lectores, en especial a las damas, a procurar la mejoría de su apariencia física, en base a una sana alimentación y ejercicios físicos.

De esta manera, podemos atenuar, sin ningún riesgo a la vida ni a la salud, las consecuencias ineludibles del paso de los años.

La apariencia física es importante, sobre todo para las damas, pero la amabilidad y buen trato con nuestros semejantes o compañeros, y otras virtudes humanas, compensan cualquier deficiencia que, a consecuencias de los años, presenten nuestras figuras.

Piénselo, por favor.