Don Eugenio Pérez Montás pone el dedo en la llega cuando aborda el lastimoso tema: El programa de zonas verdes urbanas de Santo Domingo ha fracasado. La mayoría sufre de un proceso de arrabalización; falta de mantenimiento y desmembramiento por ocupación con estructuras que reducen su área útil.
¿Ejemplos? El Parque Mirador del Sur, el Parque del Este en la zona oriental de Santo Domingo, donde se levantaron instalaciones para la celebración de eventos deportivos, y la zona deportiva del Centro Olímpico Juan Pablo Duarte, completamente deformada. Otros lugares que sirven de pulmón a la ciudad, como el Jardín Botánico Nacional y el Parque Mirador del Norte, se mantienen.
Pérez Montás, arquitecto de profesión, habla con conocimiento de causa. El Parque Mirador del Sur, el gran espacio ecológico construido en 1970, es una de las obras urbanas en las que participó junto a sus colegas Manuel Valverde Podestá Rodolfo Dietch y Christian Martínez,
El programa de zonas verdes urbanas ha resultado un fracaso relativo que puede ser corregido fàcilmente con una inyección de adrenalina municipal, vacuna de fácil obtención en una botica denominada la voluntad. Tiene una sucursal que llaman la Liga Municipal Dominicana, que cuenta el patrocinio todopoderoso del Gobierno Central.
Los cambios. Para la década de 1920-30, según Pérez Montás, el mayor centro urbano del país lo era su capital, Santo Domingo. La ciudad se manejaba dentro de unos límites tradicionales y su expansión natural podía notarse en los viejos caminos reales que partían de la Puerta del Conde, a lo largo del camino de Santiago, hoy calle 30 de Marzo, y la Avenida Independencia, que sigue el trazado del antiguo camino de Azua.
El cementerio, ubicado en las afueras de la ciudad amurallada, había sido ocupado por dos ensanches: Ciudad Nueva y el Ensanche Lugo. Un poco hacia el Norte se desarrolló una ciudad-jardín: Gascue.
Refiere que el territorio metropolitano y su geografía registraban dos asentamientos periféricos: Haina y San Carlos. Al otro lado del Río Ozama, en la zona oriental, otros dos poblamientos antiguos: Los Minas y Pajarito. Todo esto puede advertirse en un plano de 1916 dibujado por Ernesto Paradas y por Alfredo Escaroina, ingeniero municipal. Allí aparecen los ensanches denominados: La Primavera; Villa Francisca y Calero-Villa Duarte.
En la cartografía de 1924 se registra la población de Villa Mella, cuyo acceso se llevaba a cabo cruzando el Río Isabela por un punto estratégico denominado La Santa Cruz. Allí funcionaba una barca.
Según Pérez Montás, entre la década del 20 y la década del 60 se produjeron muchos cambios. En la primera resultaba fascinante la ruralidad. El urbanismo rechazaba la costa marina y se orientaba hacia la rivera de los ríos que se utilizaban como vías de comunicación y de acceso a su entorno agrícola. No había necesidad de zonas verdes.
Para la década de los años 60 surge la necesidad de crear zonas verdes en Santo Domingo. No se trataba sólo del crecimiento demográfico, sino de la aparición de arrabales, producto de la migración hacia los centros urbanos, particularmente la capital. Comenzaban a actuar las fuerzas sociales de expulsión del campesinado en busca de trabajo en las zonas urbanas. Las ciencias sociales han explicado claramente este proceso que desde el año 1990 se ha convertido en una epidemia.
Pérez Montás apunta que las estadísticas denuncian la creciente demografía urbana, hasta alcanzar un 70% de población residente en zonas urbanas. El modelo en países desarrollados alcanza cifras mayores de un 90%.
Sin embargo, mantiene la tesis de que el urbanismo no ha fracasado. El planeamiento urbano ha sido insuficiente para controlar lo que está ocurriendo. La gestión urbana y la administración municipal del Gran Santo Domingo aparecen descritas en el libro de Pérez Montás titulado El Gran Santo Domingo 10 años después.
Grandes parques
El conjunto de grandes parques de Santo Domingo, desarrollado en los últimos 30 años, se inició con el trazado y construcción del complejo Mirador Sur. En orden cronológico le siguieron el Parque Botánico y el Parque Zoológico, ambos de carácter nacional. Luego el Parque Mirador del Este en 1978. El parque nacional Mirador del Norte, inaugurado en 1996, es el benjamín de los ecosistemas verdes de la capital dominicana. Cada una de estas espléndidas zonas verdes, dedicadas a la educación y a la recreación, constituye verdaderos museos especializados en fauna, flora y medio ambiente. Son orgullo de la ciudad, a cuyo servicio han sido puestos. El Zoodom sirvió como catalítico de un proceso de modificación física general de todo el sector. Lo mismo ocurrió con el Jardín Botánico.
Grandes vías, servicios públicos básicos, lotificación de terrenos, etc., trasformaron la entonces limitada región norte de la ciudad. El Parque Zoológico es arquitectura para la educación y hábitat de animales, parque y museo vivo que enriquece con sus actividades la cultura dominicana. Dos millones de metros cuadrados constituyen el escenario del gran parque nacional dedicado a la flora tropical y exótica de la isla Española. Fue inaugurado en agosto de 1976. El parque Mirador Norte cubre cuatro millones de metros cuadrados integrados al cinturón verde como área protegida, y es verdaderamente un capítulo mayor en la historia urbana de Santo Domingo.
La Ciudad del Ozama y sus grandes Parquez, Eugenio Pérez Montás.
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¿Qué ocurre?
¿Qué esta pasando? ¿Por qué después de construir una obra como el Parque Mirador Sur, y de poner en práctica el urbanismo preventivo y correctivo en casi ocho kilómetros de vías escenográficas, los mecanismos de mantenimiento y conservación dejan de funcionar hasta el punto de provocar su arrabalización? Después de promover el desarrollo de la zona urbana más impresionante de toda la geografía capitalina, ocurre que por falta de mantenimiento se produzca una degradación inexcusable de modelo urbano que caracteriza la capital dominicana.