Entre muchos otros factores Gustavo Petro tiene en su contra el hecho de que, al juzgarlo precipitadamente, muchos toman como única referencia a los gobiernos de los vértices del triángulo Managua, La Habana y Caracas. En cambio, muy pocos adoptan un enfoque optimista para plantear la expectativa de que Petro repita el modelo del Frente Amplio de Uruguay.
Uno de esos tres gobiernos de izquierda fue encabezado por José Mujica, antiguo guerrillero urbano de los Tupamaros, pero, a contrapelo de los escépticos, todos reforzaron la institucionalidad democrática, propiciaron la alternabilidad en el poder a través de elecciones incuestionablemente limpias y ni por asomo intentaron modificar la Constitución para imponer reelecciones consecutivas para eternizarse en el poder como Ortega y el chavismo. En el 2013, bajo el mandato de Mujica, “The Economist” declaró a Uruguay como “El país del Año”.
La dictadura de Daniel Ortega y su mujer tuvo un origen redentor que fue envilecido con el paso del tiempo pues surgió de la derrota de la dictadura iniciada por Anastasio “Tacho” Somoza. Sus hijos, Luis y “Tachito” lograron allá lo que Ramfis no pudo hacer aquí: Dieron continuidad a la dictadura y crearon una dinastía represiva aplicando el método de “Las 3P” de su padre: “Plata para los amigos, palo para los indiferentes y plomo para los enemigos”.
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Después de Luis y de René Schick, monigote de los Somoza, “Tachito” asumió el poder en 1967. Siendo de armas tomar se graduó en 1946 como ingeniero hidráulico en West Point, la academia militar americana más prestigiosa. Su codicia no tuvo límites, al extremo de que en medio del desastre del terremoto del 1972 que destruyó a Managua, se apropió de los recursos que llegaron a Nicaragua como parte de la solidaridad internacional.
Somoza fue derrocado en 1979 por el Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) que dirigió la insurrección popular luego del asesinato en enero 10, 1978 de Pedro Joaquín Chamorro, propietario y director del diario opositor “La Prensa” , líder de la Unión Democrática de Liberación. En las elecciones del 1990 Daniel Ortega, fue derrotado por Violeta Chamarro y así concluyó la primera etapa del dominio del FSLN. Los sandinistas, que triunfaron con la aureola de apóstoles redentores repitieron desde el poder la codicia de los Somoza y al perder las elecciones aplicaron el método de “la piñata” apropiándose de los bienes de propiedad estatal.
Daniel Ortega repitió como presidente en el 2006 con un 37.99% de los votos. Desde el ejecutivo se apropió de los otros tres poderes: el Judicial, el Legislativo y el Electoral para reelegirse en 2011, 2016 y 2021. Se juramentó por quinta vez en enero 2022 habiendo apresado a todos otros potenciales candidatos presidenciales y ahora acosa a la iglesia católica.
El FSLN triunfó en medio de circunstancias difícilmente replicables pues derrocaron una dictadura sangrienta ungiéndose con la aureola de mártires míticos como Sandino y Chamorro. También contaron con la bendición doctrinaria del sacerdote y poeta Ernesto Cardenal, nominado cuatro veces al Premio Nobel de Literatura.
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Petro ganó las elecciones con votos que sepultaron a los partidos tradicionales, no por la imposición de botas militares. Además, como no es inocente, sabe que triunfó para dar continuidad y mejorar una democracia institucional, no perfecta, pero sí la más longeva de la región.
Si Petro logra su objetivo de paz verdadera y permanente superará a Mujica y Colombia será declarada por todos los medios de comunicación a nivel mundial “El país de la década”