Picasso, Pablo Ruiz, encantado ser ensamblado de fulgor, talento, decisión, genio y figura que tituló el siglo 20. Fue, sin lugar a dudas, el genio del siglo junto a sus dos Pablos, Neruda y Casals. Llegó a París procedente de Barcelona y su estancia en la Ciudad Luz se hizo sentir con la fuerza del huracán. París, epicentro de todo el arte universal desde principio de siglo hasta buen tramo de este, lo acogió, lo mimó, lo transitó por todos sus barrios hermosos y hechizados lugares desbordados de la nueva pintura que hacía su presencia en lo que el mundo llamó la Escuela de París.
En París se titulaba un arte diferente, nuevo, irreverente, la vanguardia, retos a la tradición, conjuras a lo establecido, caldo de cultivo donde se forjó, se hizo la gran realidad, el Arte Moderno.
París saboreaba toda esa expresión genial de cientos de artistas llegados de todo el mundo. Entre ese mundo de grandes genios, por supuesto, Pablo navegaba con todo el rigor, con el más extraordinario talento, con la más clara visión de su empeño, y al cabo de una fructífera estancia, en el corazón del mejor y más atrevido arte, tomó las riendas de ese quehacer frente a un París rendido a sus pies.
La historia de Picasso es harto conocida en los cinco continentes. Picasso es sinónimo de pintura, de pintor. Tanto es su grandeza, que ha sido el primer pintor vivo que expuso en el Museo del Louvre.
No hay dudas, Pablo Picasso ha sido el más importante pintor del siglo 20. Padre y rector del Arte Moderno. Tanto así, que una gran legión de críticos de arte, cotizados y reconocidos en el mundo, coinciden con toda autoridad, que el Arte Moderno empezó con el cuadro de Picasso “Les Demoiselles d´Avignon”, y cierra su extraordinario ciclo con su más famoso lienzo “Guernica”.
Picasso, el más irreverente, el más innovador pintor de su tiempo, genio trascendente de la Historia Universal de la pintura, posiblemente el más prolífico pintor de la historia, creativo y atrevido, original, sin embargo, una célebre frase que él acuñó contradice toda su actitud frente a su forma de crear, de su pintura cambiante, de tantas maneras diferentes de expresarse.
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Picasso decía: “Yo no busco, yo encuentro”.
Pablo Picasso fue un ser de extraordinaria presencia. De un físico extraño, pero atractivo, fornido, bajo de estatura, rostro angular, de ojos acuciosos, mirada aguda y penetrante. Por su condición de gran artista, se ganó el afecto y la admiración de muchos, pero también su actitud, algo despectiva y prepotente frente a los demás, lo hizo acreedor de rechazos y críticas nada agradables a su persona.
Como todo genio, Picasso no se escapó de un raro comportamiento propio de estos. Picasso conocía y se relacionaba con muchas personas, pero fue parco y selectivo en compartir amigos de intimidad, muy pocos; podían contarse con los dedos de la mano. Sin embargo, en asuntos de amoríos, fue otra persona. Mujeres de diferentes estratos sociales compartían vida amorosa con Pablo. Bailarinas hermosas y exóticas, damas de alta alcurnia y mujeres simples y sencillas; todas estas compartieron gran parte de la vida del pintor en tórridos romances, unas veces cortos y pasajeros y otros estables y duraderos. De todo este convulso ir y venir de afectos y cariños, como buen galán, tuvo tres estancias de mayor carácter.
Picasso se casó tres veces y procreó con dos de estos matrimonios, una familia: Jacqueline, Dora Mar y Olga Khokhluya, fueron las esposas afortunadas.
Amigos íntimos de Picasso fueron Jean Cocteau, escritor y crítico, Gertrude Stein, escritora y rica mecenas, Luis Miguel Dominguín, famoso torero y padre del ahijado de Pablo, el cantante Miguel Bosé, John Dos Passos, novelista, Ambroise Vollard, coleccionista de arte, Henri Matisse, famoso pintor francés, el escritor norteamericano, Ernest Hemingway, Man Ray, fotógrafo y por supuesto, su secretario Sabartés y el más querido personaje de Picasso…el sentido pintor Casagemas.
Una figura como Picasso, famosa y longeva, sobre él se han tejido muchas anécdotas que reflejaban su personalidad y carácter. Ejemplos sobran.
El apartamento de lujo de Gertrude Stein fue pináculo donde compartían veladas interesantes pintores, escritores, poetas, actores, dramaturgos y un sinfín de intelectuales donde Picasso, por supuesto, era la figura privilegiada.
A Gertrude se le ocurrió pedirle a Pablo que le hiciera un retrato. Picasso le hizo el retrato, y cuando ya estuvo terminado con sus trazos informalistas y la figura algo distorsionada, Gertrude le dijo que no se parecía a ella a lo que Picasso respondió: “Deja que el tiempo pase y vas a ver que serás reconocida por esa pintura”.
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En una exposición de Amedeo Modigliani, que la historia ha recogido como uno de los grandes artistas del siglo 20, Picasso, no siendo amigo, asistió. Le fue preguntado qué opinaba sobre su pintura y Picasso apuntó que se había quedado en la tradición.
Margarite Herbutene, el gran amor de Modigliani, que estaba cerca de Pablo, le dijo que eso no era cierto, que su querido amor estaba a la vanguardia, pero no a la vanguardia suya, sino a su propia vanguardia y le dijo indignada y agresiva que Modi, como ella le llamaba, era el único pintor del grupo que no tenía influencias suyas y que además que lo que más le molestaba era que él sabía que Modi era mejor pintor que él.
Pablo, sin inmutarse, le contestó: “Puede ser, tal vez”.
Su comportamiento fue diferente en otra exposición del pintor cubano Wifredo Lam, que él apadrinaba; le preguntaron sobre ese desconocido pintor y él contestó: “Cuando yo muera, él será el mejor pintor vivo”.
Picasso fue amante de las corridas de toros y algunas veces su caro amigo, el torero Dominguín, bajaba al sur de Francia donde residió Pablo con su última esposa Jacqueline y le organizaba novilladas en las que él mismo bajaba al ruedo y capoteaba.
Algunas de ellas, asunto que a Pablo le encantaba y disfrutaba con cierta nostalgia, la Málaga querida.
Hay una anécdota de Pablo muy significativa. Durante la ocupación nazi a Francia en la Segunda Guerra Mundial, se apersonaron al estudio de Picasso en París varios oficiales de la S.S alemana, pero con una actitud algo rara en ellos, pues fueron corteses y educados con el pintor. Confirmaron que él era el famoso Picasso y fueron viendo los cuadros que estaban en el suelo o colgados en la pared. Les llamó la atención un cuadro grande, casi sin colores festivos y con figuras en actitud desesperada y doliente, y el de mayor rango de los oficiales preguntó ¿Quién hizo eso? y Picasso tranquilamente respondió: “Ustedes”.
Era el Guernica de Picasso, que al paso del tiempo se consagró como su más importante obra.
Guernica era un pequeño poblado español que en la Guerra Civil de España fue bombardeado y casi destruido por bombardeos alemanes en apoyo a las fuerzas fascistas enfrentadas a la República en armas. En honor a la Guernica, Picasso expuso en la Gran Bienal de París en al año 1937, ese simbólico cuadro a petición de los representantes de los republicanos españoles, causa que Picasso abrazaba.
Unos días después, Picasso se inscribe como miembro del Partido Comunista de Francia.
Picasso nace artista, hijo de artistas. La grandeza universal de Pablo Picasso nunca ha estado en tela de juicio. Cada minuto, cada hora, cada año que nos saluda, nos trae como muestra de que el tiempo favorece a los genios, nuevos textos, documentales, retrospectivas de recordatorio que nos hacen sentir en cualquier esquina de Montmartre, en cualquier avenida de las grandes capitales del mundo, podemos tener la oportunidad de dar un saludo y tal vez un abrazo al querido Pablo, porque él está y sigue vivo, charlando con alguien sobre la historia del arte.
Francia lo adoptó y en el argot cultural francés se señala: “Picasso, pintor francés nacido en Málaga”.
Los padres de Pablo lo bautizaron así:
Picasso es Pablo Diego José Francisco de Paula Juan Nepomuceno María de los Remedios Cipriano de la Santísima Trinidad.