“Ponte algo azul”, como dice la proclama; de esta forma promovemos la transformación. En la República Dominicana los partidos políticos nos separan; en el otro lado, hay elementos que nos unen, como: Aquellos deseos que poseemos para transformar, los sueños casi convertidos en utopías y las duras dificultades que nos golpean. Así es, las crisis nos unen y nos vuelven más vulnerables. Uno de los problemas que confrontamos es que la mayoría de los partidos políticos en la República Dominicana se han convertido en empresas con el sello de democracia. Claro, esto no debería pasar. Los partidos deben existir para canalizar y representar las necesidades reales de las masas y llevar esas demandas ante los organismos gubernamentales. Por eso es tiempo de “Ponernos algo azul” y prepararnos para la transformación.
Debemos “ponernos algo azul”, como dice la proclama, para generar una real transformación; de esta manera podemos prevenir que los partidos nos dividan, nos pongan a pelear como gallos y perros de pelea. Debemos evitar de convertirnos en aquellos perros llamados Fila Brasileño, considerado el perro más fiel a su amo aunque lo traten mal, dando su vida por su malo amo. El Fila Brasileño se considera el más agresivo del mundo, así nos comportamos en la política, agresivos y violentos. Defendemos hasta la muerte los intereses personales, de aquellos que se han adueñado de las herramientas democráticas. Ellos olvidan que la política es colectiva, pluralista y vocacional. Es por eso que debemos cambiar ese paradigma, y pensar más en el bienestar del país y no permitir que los partidos omnívoros se levanten con sus afilados e infectados colmillos.
Nunca podemos olvidar que muchos dominicanos han perdido la vida defendiendo una cosa que se llama partidismo. Los políticos no evolucionados han hecho un trabajo excepcional, dividiendo las masas para diezmar la fortaleza inherente que posee cada pueblo, aquella fortaleza que proviene del mismo Dios, pero que cuando golpea el contexto dominicano se desnaturaliza debido a la ambición, a la falta de identidad y a la ignorancia. Y es bueno recordar que la ignorancia y la mediocridad es el fruto de un pueblo privado de pensamientos críticos. Nosotros como pueblo no hemos podido separar el partidismo del servicio público, no hemos podido entender que los políticos son nuestros empleados; hoy, la mayoría de ellos se han convertido en dueños del Estado dominicano, en dioses, en figuras místicas e intocables.
“Ponte algo azul” y comienza a pensar en la transformación como una posible opción. Pero para generar cambios transformacionales en tierra como la nuestra se necesita estar consciente que los cambios vienen de los pueblos despiertos. Hacemos un llamado a la juventud y a la iglesia. A la juventud porque los que oscilan entre 18 y 30 años, son la mayoría de votantes. A la iglesia, porque hoy mismo, los templos están llenos de feligreses orando a un Dios que desea ver las naciones transformadas, pero orar es una parte, actuar es la otras. Como se ha dicho, que no basta decir que el bien triunfará sobre el mal, debemos de hacer que el bien triunfe sobre el mal. Ponte algo azul” y dejemos de ser un país bajo en educación, con salarios bajos, con inseguridad ciudadana, con políticos corruptos, con un congreso disfuncional, una economía basada en el partido y no en la política de Estado. No más quejas, no más escape, no más espiritualidad sin acción, no más masoquismo.
“Ponte algo azul” y listo para la transformación.
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