La juventud dominicana está perdida, dicen los apocalípticos con el pesimismo que les caracteriza y que erróneamente, a mi juicio, les hace concluir que todo tiempo pasado fue mejor.
Yo difiero. Afortunadamente, me ha tocado codearme en calles, plazas y parques dominicanos con una juventud vibrante y comprometida con las mejores causas de este país: defensa del medio ambiente, mayor inversión y calidad de la educación, lucha contra la corrupción y la impunidad, y derechos de mujeres y niñas, entre otras.
Al fragor de la lucha conocí a Jhonatan Liriano. Idealista, pero aterrizado; enérgico, comprometido, disciplinado y creativo. Después de la exitosa La Otra Feria, realizada en 2007, un grupo de jóvenes nos reencontramos para realizar La Otra Campaña, que exigía un ejercicio electoral con propuestas, sin los altos niveles de clientelismo político, corrupción, demagogia y violaciones a las leyes.
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De modo que ya ustedes se imaginarán mi orgullo cuando hoy día veo a un Jhonatan biológicamente adulto y éticamente coherente con lo que demandó y practicó desde entonces.
Nueva vez aspira a diputado. Lo hace por su natal San Isidro, El Bonito. Muy bien pudo hacerlo por la circunscripción 1 del Distrito Nacional, donde candidaturas con ideas ganan más fácil. Pero Liriano tiene un marcado interés en representar y legislar a favor de los sectores populares de la circunscripción 3 de la provincia Santo Domingo. Así es él y en eso cree.
Jhonatan tiene propuestas. Habla de una Agenda Legislativa de Bien Común que incluye: adecuación de salarios al crecimiento económico, mejora de los servicios de salud e incentivos a empresas que generen empleos; incentivo a la alimentación saludable para prevenir diabetes, hipertensión y accidentes cardiovasculares; y construcción de espacios verdes y recreativos, además de vigilancia de ríos y áreas protegidas.
Escribo este artículo porque, contrario a los apocalípticos, creo que nuestro país está viviendo un proceso de transformación importante desde el punto de vista institucional, que no ha tenido como origen los partidos, sino que obedece a demandas puntuales de la ciudadanía que expresó hartazgo y que demanda cambios, pero eso amerita una contraparte de autoridades y voluntades políticas y, en ese sentido, es clave que a los puestos de administración y dirección del Estado vayan personas comprometidas con las mejores causas. La precandidatura de Liriano es más que pertinente.
Él aspira por el Frente Amplio, pero la clase política que está genuinamente interesada en que este país avance y progrese, superando culturas clientelares y uso de la política para beneficio personal de ascenso social y económico, tienen en Liriano un candidato digno de apoyos que transciendan siglas, colores y militancias.
Siempre he creído que en el Congreso Nacional, donde se toman decisiones claves para la sociedad, más que bloques partidarios, es necesario formar una gran muralla de la decencia que se constituya en un puente a favor del bienestar colectivo. Jhonatan, algunos legisladores actuales y otras personas que aspiran, cabrían muy bien ahí. ¡Que así sea!