Por BIENVENIDA POLANCO-DÍAZ
Not for profit. Why democracy needs the humanities” es el título del libro que hizo definitivamente notable a Martha Nussbaum, publicado originalmente en el 2010 por Princeton University Press. Se trata de una postura por demás sólida. La autora pone de relieve, en el contexto de la pedagogía actual caracterizado por la supremacía de la técnica y la tecnología, el valor de la reflexión y el cultivo de las áreas de Humanidades en el proceso de formar ciudadanos. Sostiene tanto el incalculable valor formativo de estas enseñanzas como el error en el que caen los países que en forma indiscriminada extirpan de sus planes de estudio las artes y los estudios humanísticos con el pretexto de una supuesta nula utilidad.
Personalmente comparto el énfasis que hace la autora neoyorquina – a despecho de la idea contraria, demasiado generalizada – de la posición especialmente privilegiada de su país: ‘’Ahora bien, en los Estados Unidos nunca hubo un modelo educativo puramente orientado al crecimiento económico. Algunos rasgos distintivos, y a estas alturas, algunos tradicionales, se resisten a adaptarse a esos términos. A diferencia de casi todos los países del mundo contamos con un modelo de educación universitaria basado en las disciplinas humanísticas (…) ’’. P.38
La tesis general parte de que existe un evidente proceso de primacía de lo económico sobre lo humano exhibido a escala mundial -en particular en la India y otros países de Asia y África- y que se traduce en que la educación es víctima de un proceso creciente de destrucción espiritual. En esta dirección, Nussbaum alerta sobre la existencia de lo que denomina una ‘crisis silenciosa’ debido a la sed insaciable de ingresos que tienden a asumir y aún promover las naciones.
Sobre la autora.
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Hoy día podemos encontrar a Nussbaum en la Escuela de Leyes de la Universidad de Chicago. Egresada de New York University en Estudios clásicos y posteriormente de Harvard en Filosofía, a sus casi ochenta años es universalmente conocida por sus ideas revisionistas de Filosofía política sobre los rumbos de la educación y de la libertad en democracia, desde una fusión de las tradiciones liberales aristotélicas y contemporáneas para un necesario análisis de las relaciones entre los poderes institucionales y las capacidades y estilos de vida humanos. En los inicios de su carrera pública fue importante su acompañamiento al economista de la India y Premio Nobel Amartya Sen, con quien elaboró modelos de desarrollo económico válidos y atentos a las condiciones necesarias para el bienestar común. En el 2011 volvió a las ideas de su maestro para publicar sus propias conclusiones en Creando capacidades: El enfoque del desarrollo humano.
Volviendo a la exposición resumida del libro que nos ocupa, el capítulo titulado ‘’Educación para la renta o educación para la democracia’’ describe el modelo económico que concibe el crecimiento de una nación en función del incremento del producto bruto per cápita. La autora dedica un largo apartado a la Pedagogía socrática y la importancia de la argumentación. Considera a Sócrates como el ejemplo central para la teoría y la práctica de la educación humanística; la capacidad argumentativa concebida por él ‘’es un valor clave para la ‘buena salud’ de una democracia’’; el suyo resulta un ideal educativo a seguir.
En el capítulo ‘Los ciudadanos del mundo’, Nussbaum señala que hoy, cada vez más, las personas se encuentran en contextos globalizados, dependiendo de otras personas que no siempre son conocidas. Es creciente el número de problemas que requieren de una solución a nivel mundial. Igualmente, se puede afirmar que ninguna persona queda fuera de esa interdependencia que extensamente fue caracterizada por Marshall McLuhan. Ante tal situación, la autora señala que la tarea de la educación consiste en desarrollar en los alumnos la capacidad de concebirse como integrantes de una nación heterogénea, así como la facultad de comprender, al menos en parte, la historia y las características de los diversos grupos que habitan los distintos países’’. P. 115.
En el apartado ‘Cultivar la imaginación: la cultura y las artes’, señala que el conocimiento fáctico y la lógica no alcanzan para que los ciudadanos se relacionen bien con el mundo que los rodea. Otra capacidad que necesita un buen ciudadano es lo que la autora denomina ‘’imaginación narrativa’’, es decir, la capacidad de pensar cómo sería estar en el lugar de otra persona, de interpretar con inteligencia su relato y de entender sus sentimientos, deseos y expectativas. Para alcanzar este objetivo tanto las artes como las humanidades ‘’deben tener un rol protagónico en los programas de estudio’’. P. 132.
Por último, en ‘La educación democrática contra las cuerdas’ señala que si bien la situación de las humanidades puede parecer pesimista, es posible y necesario mantener la actitud alerta de parte de aquellos que las cultivan. En este punto, Nussbaum se pregunta si el modelo de mercado no se habrá transformado en “la identidad fundamental que define la educación superior”. Y agrega que “la educación superior puede ofrecer a las personas y a las sociedades una profundidad y una amplitud de visión que se encuentran ausentes en una actualidad inevitablemente miope: ‘’Los seres humanos necesitan sentido, comprensión y perspectiva además de necesitar trabajo”.P.175.
Entre los muchos méritos que reúne este ensayo está el de ofrecer un recorrido por las ideas de ciertos autores que, de una u otra manera, han hecho suyo aquel principio socrático de que una vida no examinada no merece ser vivida y que, por consiguiente, los seres humanos están llamados a desarrollar la habilidad de reflexionar sobre sí mismos, sin apego ciego a lo establecido ni a las autoridades. Fue así como el antiguo ideal de la autonomía pudo abrirse camino gracias a las aportaciones de pensadores innovadores que subrayaron la importancia de formar a los niños como futuros ciudadanos de una democracia. En pos de este objetivo, nuestra autora identifica los contornos de una rica y variada tradición intelectual que la participación y la independencia individual.
Como precursores destacados de esta tradición menciona a Jean-Jacques Rousseau (1712-1778), Johann Heinrich Pestalozzi (1746-1827), Friedrich Froebel (1782-1852), Bronson Alcott (1799-1888), Horace Mann (1796-1859) y ya adentrándonos en el siglo XX se suman los nombres de Rabindranath Tagore (1861-1941) y de John Dewey (1869-1952).
A través de los principios y prácticas concretas que impulsaron estos hombres preocupados por mantener vivo el método de enseñanza socrático, podemos no solo asomarnos a los ejemplos que nos regala el pasado, sino también tomar conciencia de aquello que es necesario restablecer y más aún, preservar.
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Desde la visión de los clásicos
Iniciando el nuevo siglo, en 2001 Cambridge Press publicó de Craven Nussbaum “The fragility of Goodness”. Este libro, que en realidad era de 1986 y fue posteriormente galardonado con el ‘Príncipe de Asturias’ en Humanidades, plantea una serie de temas de filosofía política desde Aristóteles, sobre la fragilidad humana, la vulnerabilidad ante la fortuna y el bien y sobre la naturaleza de la amistad. Creo que entre la numerosa producción de la autora sobresale por la calidad y calidez de la mirada. Suman más de una veintena los títulos de Nussbaum.
Su último libro “Citadels of Pride: Sexual Abuse, Accountability, and Reconciliation”, se publicó en la primavera de 2021. En “Hiding From Humanity”, de 2004 sobre derecho y ética, rebatió algunas nociones históricamente establecidas respecto al papel de la vergüenza y la repugnancia en la vida pública particularmente en sus relaciones con la penalización legal.
Personalmente considero que aquella defensa del 2004 fue de hecho el punto de escisión en la trayectoria de la señora Nussbaum. En adelante ella ha tenido que colocarse en un lado específico de sus propias elaboraciones intelectuales y es posible ver en el centro de su discurso la condena abierta a ciertas formas sociales particularmente –para ella- antiliberales.
En este punto remito al lector a la entrevista de Nussbaum con el editor español Julián Sánchez: ‘’Mi estudio –dice- de la repugnancia y la vergüenza muestra que estas emociones amenazan los valores claves de una sociedad liberal, especialmente el respeto igualitario por las personas y por su libertad. La repugnancia y la vergüenza son intrínsecamente jerárquicos; establecieron filas y órdenes de seres humanos. También están intrínsecamente conectados con restricciones a la libertad en áreas de conducta no dañina. Por estas dos razones, creo, cualquiera que valore los valores democráticos clave de igualdad y libertad debería sospechar profundamente de la apelación a esas emociones en el contexto de la ley y las políticas públicas’’.
Los planteamientos de la profesora Nussbaum –inteligentes, interesantes-, provocan inquietud en todos los órdenes y a todos los niveles.
Quienes pertenecemos, en la actividad académica, al área de Humanidades, nos resulta de utilidad poner atención a sus ponencias, para sacar conclusiones, final y necesariamente, personales. En los últimos años por supuesto que la señora Nussbaum no es ya la misma persona que inició a fines de los ochenta, no es la misma que escribió este libro que presentamos en resumen. Definitivamente no comparto los derroteros actuales de algunas exploraciones suyas; es, sin embargo y sin lugar a dudas una autora por demás interesante y altamente representativa de los tiempos que corren.