Singapur.- Mientras los dirigentes de los principales bancos centrales del mundo alertan de que la era de la inflación moderada y los tipos bajos de interés han llegado a su fin, China y otros países asiáticos parecen capear aún el temporal, si bien hay dudas de que sea así por mucho tiempo.
“Tenemos que hacer todo lo que podamos (para controlar la inflación)”, insistía el miércoles desde Sintra (Portugal) el gobernador del Banco de Inglaterra, Andrew Bailey, durante un encuentro con los líderes de la Reserva Federal de EE.UU. (Fed) y el Banco Central Europeo (BCE).
Concentrada en la energía y los alimentos y derivada, sobre todo, del corte de suministros provocado por la guerra de Ucrania y los efectos de la pandemia de covid-19, la inflación se ha disparado en buena parte del mundo- en mayo, en EE.UU. ascendía al 8,6 %, poco más que en la Unión Europa (8,1 %), y por detrás de Reino Unido (9,1 %). Pero en la otra punta del planeta los números son menos alarmantes.
COVID CERO EN CHINA
En China, Vietnam, Indonesia, Japón y Malasia, así como en Taiwán, Hong Kong y Macao, la inflación permanece por debajo del 4 % por diversas razones, entre ellas la salida menos abrupta que en Occidente de las medidas pandémicas, con el caso extremo de cierre que aún se vive en la segunda economía mundial.
La imperante política de cero covid del régimen chino, que todavía acarrea severos confinamientos -con el más draconiano afectando durante dos meses, hasta finales de mayo, a la urbanita Shanghái-, ha debilitado tanto el suministro de bienes como la necesidad de la población, encerrada en sus casas, de comprarlos.
China sigue manteniendo su índice de precios al consumidor (IPC) en cotas bajas- En lo que va del presente ejercicio la tasa se haya elevado hasta un 1,5 %, permanece por debajo del objetivo oficial que se marcó Pekín, de un 3 %.
Los expertos apuntan a que en los últimos tiempos China ha estado “exportando” inflación debido a los altos costes industriales y a los atascos logísticos debido en parte a la pandemia, mientras que en el plano doméstico el bajo IPC deja todavía margen para políticas adicionales de flexibilización para impulsar la economía.
Alicia García Herrero, economista jefe de Asia-Pacífico de Natixis, dice a Efe que, sin que haya “presión al alza de los precios”, y con “precios clave intervenidos, como la electricidad, la inflación está muy controlada”, agregando que la situación dependerá ahora de los programas de estímulo que decida Pekín.
SALIDA GRADUAL DE LA PANDEMIA
En el resto de Asia, la salida gradual de las restricciones derivadas de la covid-19 en casi todo el continente también ha sido un nivelador de precios, con el movimiento y los viajes tan solo arrancando, según explicó en una conferencia de prensa Brian Tan, experto en economías emergentes de Barclays ubicado en Singapur.
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A medida que sigan abriéndose muchos países, con las cuarentenas prácticamente eliminadas en el Sudeste Asiático desde los últimos meses, es lógico que la situación cambie, pues ninguno es inmune a la subida de los carburantes o de los alimentos, con la región siendo en general importadora de ambos.
“Creo que los bancos centrales observarán la situación global y responderán, quizás de forma no tan agresiva como la Fed, pero veremos algunas subidas de tipos en la región”, predice Tan.
Malasia, de hecho, ya subió los tipos hasta el 2 por ciento en mayo, del 1,75 (un mínimo histórico) que registraba desde julio de 2020; Indonesia hará lo mismo en los próximos tres meses, aproximadamente, considera Tan.
Los dos países habían intentado controlar los precios con medidas menos ortodoxas, como prohibiendo las exportaciones; del aceite de palma de forma temporal en el caso de Indonesia y del pollo en Malasia, lo que se ha sentido especialmente en la cesta de la compra del vecino Singapur, que importa el 90 por ciento de lo que consume.
La ciudad-Estado asiática es una de las excepciones en Asia, pues se enfrenta a las tasas de inflación más altas de la última década (del 5,6 por ciento interanual en mayo), lo que ha provocado que el banco central isleño haya endurecido hasta en tres ocasiones su política monetaria desde octubre, y no se descartan más.
Singapur, Filipinas y Tailandia “lo tendrán más difícil para frenar el aumento de los precios” por las presiones derivadas de la parte de la demanda, indica el economista de Barclays; Filipinas ya subió los tipos en mayo, mientras Tailandia ha dado indicios de que también se subirá a la corriente alcista.
LA EXCEPCIÓN NIPONA
Lo contrario de lo que ocurre en Japón, donde el BOJ (banco central) se resiste a sucumbir a la presión del alza de tipos y anunció en abril la compra ilimitada de bonos a 10 años durante cuatro sesiones consecutivas, continuando con su política acomodaticia.
Las políticas del BOJ y la coyuntura global han derrumbado al yen, lo cual está acelerando la inflación en Japón desde principios de año, que ya alcanza el 2%, una cifra que Tokio buscaba desde hace una década pero que no va acompañada del deseado aumento de sueldos y crecimiento, lo que hace que el Gobierno hable de “inflación mala” o “no deseada”.