El Partido Revolucionario Moderno (PRM) ha decidido decantarse por un modelo de escogencia de sus estructuras internas que, aunque legal, no deja de ser contradictorio con los postulados sobre la participación de las mayorías como estandarte de plenos derechos democráticos.
Aunque la Ley de Partidos y Agrupaciones Políticas establece, en lo relativo a las normas estatutarias, que la renovación de los órganos directivos y la escogencia de sus dirigentes debe hacerse con una amplia participación de las bases, el PRM aparentemente se dejó seducir por un método menos participativo, pero más redituable en términos de los controles que siempre ansían las cúpulas partidarias.
En la reforma estatutaria aprobada en enero de este año la organización política mantuvo el voto universal, directo y secreto para escoger al presidente y vicepresidentes, secretario general y subsecretarios generales; e incluyó dos opciones más: la asamblea de delegados y de dirigentes.
El pasado 18 de marzo el Comité Ejecutivo Nacional ratificó que la selección de las nuevas autoridades se hará a través de una asamblea de delegados, que estaría integrada por 1,600 o 1,800 dirigentes, que representan, respectivamente, a un 0.089 y 0.1% de los 1.8 millones de inscritos en el padrón electoral de la organización política.
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Decisión que genera interrogantes
¿Por qué le interesa a la cúpula perremeísta adoptar la votación por delegados, dejando atrás el voto universal que se implementó en 2018, por cuyo método obtuvieron el triunfo Ignacio Paliza y Carolina Mejía, actuales presidente y secretaria general?
¿Quién se beneficia de ese cambio de modelo del que, incluso está en desacuerdo Eddy Olivares, aspirante a la presidencia del partido, y quien dirigió la comisión encargada de la reforma estatutaria?
En un comunicado en el que la semana pasada dio a conocer sus aspiraciones, Olivares expresó que “una convención interna para escoger los candidatos directivos de cualquier partido siempre será conveniente la participación de las bases, razón por la que he apoyado siempre el voto universal libre directo y secreto, sin lugar a dudas, el método de elección más democrático”.
¿Teme el PRM que los miembros del partido que aún no han sido nombrados en el Gobierno escojan ese proceso electoral interno para expresar su rechazo a la exclusión que todavía les afecta?
¿El gran perjudicado solo es Guido Gómez Mazara, el gallo de pelea que abandonó el Partido Revolucionario Dominicano (PRD) para integrarse al proyecto presidencial del PRM?
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Como aspirante a la presidencia de esa organización él se opone a la convención de delegados por considerarla antidemocrática, castradora de los derechos de participación de las mayorías.
¿O la convención de delegados es un traje a la medida para beneficio de aspirantes cercanos al anillo palaciego?
En ese contexto Olivares le recordó a Paliza, ministro administrativo de la Presidencia, que si decide repostularse para el cargo de presidente del PRM deberá tomar una licencia en el cargo que ocupa.
¿Intenciones reeleccionistas?
Si bien Paliza no ha dicho si tiene intenciones continuistas, como presidente de la organización mantiene un activismo que muestra en sus redes sociales, en las que presenta sus encuentros con los dirigentes nacionales en diferentes provincias.
Aunque la cúpula perremeísta defienda a ultranza el mecanismo de escogencia, sale de relieve lo afianzado que está en la cultura política dominicana el centralismo, y que en las luchas internas por el poder las bases no son más que un eufemismo al que se apela cuando las circunstancias sean convenientes.