De acuerdo con el Diccionario de la Real Academia Española (RAE), la felicidad es un estado de gran satisfacción espiritual y física. Ante este concepto, cabe la pregunta: ¿Cómo medir la felicidad?
Desde hace más de diez años la Organización de la Naciones Unidas (ONU), a través de la Red de Soluciones para el Desarrollo, da a conocer el Informe Mundial sobre la Felicidad en el que se destaca que la felicidad no solo se mide en términos de prosperidad económica, sino también en función de la calidad de las relaciones sociales y la confianza en las instituciones.
En marzo pasado se dio a conocer el Informe Mundial sobre la Felicidad correspondiente a 2024, que analiza 143 países y aporta una serie de informaciones sobre los niveles de felicidad a nivel global, sustentado en el producto interno bruto (PIB) per cápita ajustado por capacidad adquisitiva, y la esperanza de vida al nacer. Estas dos variables son combinadas con cinco variables obtenidas de la encuesta global de Gallup que son 1) el apoyo social (contar con alguien en momentos de problemas), 2) la libertad para tomar decisiones vitales, 3) la generosidad, medida a partir de si los encuestados donan dinero a una organización benéfica, 4) la percepción de corrupción (saber si la corrupción está o no generalizada en todo el gobierno” o dentro de las empresas), y 5) las emociones positivas y negativas.
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Con todas esas variables se elabora un ranking que va de 0 a 10. Los países con mejor ranking son aquellos que se acercan a 10.
Por lo señalado, si bien el PIB per cápita es un predictor importante de la felicidad, no es el único. Se requieren otros factores para explicar los distintos niveles de felicidad entre países.
O sea, el éxito de un país no depende solo de poner en marcha políticas que fomenten el crecimiento económico, sino que son necesarias las políticas que mejoren la calidad de vida y que integren la felicidad como un objetivo clave. Esto implica la necesidad de que los gobiernos adopten políticas que garanticen que el progreso se mida no sólo por la riqueza material sino también por el bienestar de sus ciudadanos.
Según los resultados de este informe, Finlandia se posiciona como el país más feliz del mundo, seguido muy de cerca por Dinamarca, Islandia y Suecia, países del norte de Europa que han logrado construir sólidas instituciones que garantizan el bienestar a todos sus ciudadanos. En sentido contrario, Sierra Leona, Lesoto, Líbano y Afganistán son los menos felices.
La evidencia de que el PIB per cápita no basta para predecir el nivel de felicidad de un país lo tenemos en el caso de la República Dominicana, país que ocupó en 2023 la sexta posición en PIB per cápita entre los países de América Latina, pero ocupó la posición 15 en este grupo, en cuanto al índice de felicidad. Esa posición coloca al país como uno de los cinco países menos felices de la región.
La República Dominicana, con todo y que tiene un PIB per cápita en paridad de poder de compra casi igual que el de Costa Rica, ocupa la posición 69 a nivel global mientras que Costa Rica ocupa la posición 12. México tiene un PIB per cápita inferior a de República Dominicana pero se encuentra mejor posicionado que República Dominicana al ocupar la posición 25. Países como El Salvador, Guatemala, Nicaragua, Brasil, Paraguay, Honduras, Jamaica y Perú, tienen PIB per cápita inferiores al del de República Dominicana, algunos de ellos por debajo del 50%, y sin embargo se encuentran muy por encima de nuestro país en el ranking de felicidad.
Un aprendizaje derivado del Informe Mundial sobre la Felicidad es que no basta con el crecimiento del PIB per cápita para promover del desarrollo y el bienestar de los ciudadanos. Hay factores sustantivos de los que depende el bienestar general de la ciudadanía que precisan mejor promoción.
El país ha avanzado mucho en términos económicos; mas, no así en el índice de felicidad, donde ocupa uno de los lugares más bajo en la región. Ser más prósperos no nos ha hecho más felices.