Psicología y comportamiento de la abstención electoral

Psicología y comportamiento de la abstención electoral

José Miguel Gómez

El abstencionismo electoral, es un comportamiento social de larga historia en todos los países. Donde cada uno reproduce conductas, motivos y patrones de comportamiento diferente, en circunstancia y épocas que influyen electoralmente.

La psicología del voto duro guarda un perfil de un votante conservador, inflexible cognitivamente, entre la quinta y la séptima década de la vida, apegado a los símbolos partidarios, a una herencia y a una tradición socio-familiar, con un líder carismático.

La psicología y comportamiento del votante inseguro se establece con personas sin autonomía económica o emocional, que le cuesta mucho tomar decisiones propias en diferentes áreas de la vida. Son los que el mismo día de las elecciones u horas antes, aún no se deciden por quién votar.

Puede leer: El votante, la lealtad y crisis del liderazgo

Sin embargo, el votante influenciable, de acatamiento social y político, es aquel que la publicidad, la cara del candidato, el color del partido, el grupo de amigo, el neuro-marketing y el algoritmo, son los que inducen por quién votar, sin reflexionar sobre programas, propuestas, compromiso del candidato y el partido.

Literalmente, la psicología del votante ha cambiado mucho y de forma rápida; su comportamiento se debe a la desideologización política, a los cambios socio-económico, cultural y social, a la crisis del liderazgo y de los partidos: pero también, a la ausencia de lideres carismático, asertivos, transparente, creíbles, honestos, que inspiren confianza, lealtad, compromiso, fidelidad y empatía con el bienestar social y espiritual de la población.

Los sectores profesionales, medios y altos de la sociedad, con autonomía emocional y económica van en aumento, junto a la inmigración, sistema de remesa, el comportamiento electoral es diferentes; Sencillamente, no se sienten representado o no votan por lideres repartidores, permisivos, carentes de valores, y que no conectan con los sentimientos del nuevo votante.

La psicología de la abstención y el comportamiento abstencionista electoral hay que enfocarlo de forma multi-causal: por edades, por sexo, por comunidades, por grupos sociales y educación alcanzada, por motivación, por afecto y desapego partidario, por apatía e indiferencia e indefensión político-partidario de las últimas décadas. A demás, por los altos niveles de insatisfacción, por la crisis de valores de los partidos y su lideres, o por la falta de revisión de actividades del liderazgo en aprender a flexibilizar, ceder, perder, conectar y renunciar, cuando el escenario, los grupos y la sociedad ha cambiado, los lideres y los partidos no ha podido reconectar, reconstruirse y fluir, con una sociedad diferente a su pensamiento y hábitos políticos.

El comportamiento social y cultural ha cambiado, los intereses, la movilidad, las demandas y necesidades sociales colectivas, pesan e influyen más que las actitudes personalistas y de grupos partidarios.

En estos tiempos, el miedo, la manipulación, el dinero, la compra de voto y de cédula, el terror y los controles por el poder, no son decisivos ni determinante en la sociedad actual.

El problema ni es ideológico, ni generacional, ni de elites, ni de grupos dominantes. El cerebro del votante ha cambiado, su abstención tiene que ver más en su psicología colectiva que, por el dinero, las promesas y las huellas somáticas sociales.

El abstencionismo, la anemia partidaria, la crisis del liderazgo, afecta a la democracia, al espíritu de los votantes que necesitan creer y luchar por un mejor país y por un liderazgo que sintonice con la sociedad actual.