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A la memoria de un amigo excepcional: Dr. Julio César Castaños Espaillat
“Rusia debería contarse entre los imperios coloniales europeos, y como el único que queda en pie. Esa es la clave para comprender su futuro.” Vladislav Inozemtsev
Muchos se preguntan en qué se sustenta la alta popularidad y aceptación de Vladimir Putin, dada la forma autocrática y plutocrática de cómo maneja el Estado. Esta popularidad se debe, principalmente, a que el pueblo lo visualiza como el hombre que impidió que se hundiera la “Madre Rusia”. Para la gran mayoría, Putin es el salvador de la patria. El que evitó la desintegración de Rusia, ya que llegó al panorama justo después del desprendimiento de Ucrania, Kazajistán y su intervención en la Guerra Civil de Chechenia. Luego de la Perestroika, Putin vino a recuperar la cohesión de la Madre Rusia y le devolvió la autoestima y el sentimiento patriótico a los rusos.
En noviembre del 2017, la tasa de aprobación de Vladimir Putin era de 81%, manteniéndose por niveles superiores al 80% desde marzo del 2014 según el Levada-Center de Rusia. En un artículo The Economist, se señala que Putin ganará en el 2018 a pesar de la economía, no por la misma. Debemos recordar que Rusia es una de las más grandes potencias del Mundo y los últimos dos años se había sumergido en una recesión, producto de la caída del precio del petróleo. Esta recesión llegó a su fin en el 2017, y la economía creció, dado el incremento en el precio del petróleo.
Con el levantamiento de las expectativas geopolíticas de la Madre Rusia, el pueblo sintió que recuperó la dignidad de la nación, evitando que el occidente la destruyera, lo que parecía ser su principal objetivo según lo presentaba la propaganda del gobierno. Un gran error cometido por el Estado ruso, 30 años antes de la llegada de Putin, a principios de los 60, en una actitud antisemítica, fue permitir la salida de tres millones de judíos: la mayor capacidad científica y tecnológica que sustentaban la producción rusa, beneficiandose del capital intelectual Israel y Estados Unidos. Este hecho hizo que la base productiva rusa se base en la producción de petróleo y gas y no se haya desarrollado el sector manufacturero.
Nada en Rusia escapa a la mirada fría de Putin, que durante estos últimos años se ha entregado a construir una oligarquía piramidal que depende, exclusivamente, de él y que se extiende desde el control del gas y el petróleo hasta todos los medios de comunicación.
Como un zar, Putin supera una pirámide de sostenibilidad. Desde que se movilizó conjuntamente con los oligarcas en el 2001, tomando el control primero de los medios y luego de los gigantes del petróleo y del gas, todo el acceso al poder y al dinero, se percibe, ha sido a través de él y sus socios oligarcas. Debemos destacar la influencia de la desinformación para dar forma al Brexit. La estirpe de Polonia, Hungría y Checoslovaquia aumentan el poder de Putin, dada la cohesión y apoyo que manifiestan con una ultra-derecha autocrática.
Aún cuando la recesión rusa ha terminado, si no aplican reformas futuras que amplíen la base, el crecimiento será limitado. El petróleo y el gas son la base de su economía, pero las oscilaciones en los precios mundiales pueden llevar al país de la expansión a la recesión. La dependencia en el petróleo queda demostrada en su exportaciones, 80% de las cuales están directamente relacionadas a hidrocarburos, según Movchan. En particular, los ingresos de Rusia por la exportación de petróleo crecieron un 31.9% hasta los 60,700 millones de dólares desde enero hasta agosto de 2017 en comparación con el mismo período del año pasado. Debemos resaltar que Rusia cuenta con una de las mayores reservas del mundo (50 billones de dólares), una suma modesta para una nación tan grande, pero le permite controlar y mantener la oferta aún en momentos difíciles, lo cual trataremos en la siguiente entrega.