La historia de manifestaciones ciudadanas en la República Dominicana tiene sus inicios hace décadas y han afectado a todos los gobiernos, incluyendo a los del PRD que en 1984 dejaron decenas de muertos, pero no es hasta el primer gobierno del Partido de la Liberación Dominicana en 1996 donde registran su constante auge hasta la actualidad.
El hecho de que el PLD no encabezara los principales sindicatos y gremios o grupos civiles dio paso a las manifestaciones coyunturales, que abogaban en ese entonces por carreteras, aumento de salarios o la crisis eléctrica. Pero en los últimos años las causas como los actores han variado, ya no son los sindicatos, o estudiantes de bajos recursos, son grupos de ciudadanos, clase media, ya no protestan solo alterando el orden público y de forma convencional, sino que su lucha inicia desde sus casas, con un simple mensaje en las redes sociales.
En el 2011 fueron sombrillas de un vibrante color amarillo, un número ¨4¨ el que encabezó las consignas de esa lucha que pedía se cumpliera lo que en la ley estaba dispuesto.
Hoy las sombrillas se sustituyeron por manos, manos firmes como su causa, enlazadas como los hechos que deploran, unidas con gallardía como aquellos a los que afectan sus denuncias, que no son pedidos, si no un reto a la coherencia, a la transparencia y sensatez.
En 2011 la protesta sirvió como el escenario perfecto para que los candidatos a la presidencia se casaran con la gloria al poner fecha a la solicitud de esos que durante días se posaron frente al congreso nacional.
Ahora con candidatos sumergidos en luchas equivocas, seguridad petulante u objetivos personales, las cadenas humanas amenazan cada vez más con convertirse en un estallido, con seguir sumando eslabones gracias a aquellos que le queda un poco de esperanza por su país o por los que entienden que solo apretando la tuerca las cosas se moverán.
La forma de protestar cambió, quienes protagonizan las luchas también, en esta ocasión la causa es más comprometedora, no es solo asegurar una partida presupuestaria, sino un hecho que marque un precedente en la lucha que supone ser parte de la agenda nacional.
Estas manifestaciones no pretenden ser el postre a servir en la actual coyuntura electoral, pues solo quien tenga la capacidad para absorber y responder a estas demandas podrá inclinar la balanza, de lo contrario tendrá que recorrer un largo camino con esta piedra en el zapato, que no solo incomodara sino que puede llegar a ocasionar dolorosas llagas.