En la vida para tener consistencia, armonía y satisfacción personal, hay que tener bien claro los para qué se vive; pero también, los objetivos y razones de existencia. Los nuevos grilletes que esclavizan los ha construido la posmodernidad. Las personas son esclavas del tiempo, las redes sociales, de la televisión, el consumo, las distracciones, circunstancias y necesidades que ha creado el neuromarketin.
Los objetivos de vida los van construyendo de forma colectiva para que cada persona se acomode a su necesidad, a su vacío existencial, a su angustia y confort.
Los dos servicios de mayor demanda en la medicina en las últimas décadas son: las cirugías estéticas y la psiquiatría. Los ansiolíticos y los antidepresivos, se han cuatriplicado en su demanda. El consumo de marihuana medicinal, el juego y la tecnología seducen y vuelven adictivo el cerebro, convirtiéndose en el objetivo principal de muchas personas.
Pocas personas saben a ciencia cierta qué les mueve en la vida, o qué objetivos persiguen que les aproxime al bienestar y la felicidad. Mientras que otros son esclavos de su propio “ego”, su vanidad, su egoísmo y egocentrismo de estimular su dopamina, oxitocina y serotonina con dinero, comida, bebida y gastos. Cuando los mejores estímulos cerebrales están en la risa, el amor, el sexo, la música, el baile, los deportes, los encuentros con las buenas personas etc.
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Los objetivos para otros son: el escapismo, el entretenimiento, la adicción al trabajo, a las redes sociales, las enfermedades hipocondriacas, la vagancia y la distracción en el amplio sentido. El mundo actual ha creado las condiciones para que el objetivo sea material, del individualismo, de la sobrevivencia y del autoengaño. El aumento de la depresión, el alcoholismo, los trastornos de angustia, la inadaptación social, la soledad tóxica y el suicidio, entre tantos males emocionales y conductuales, forman parte de una vida sin objetivo trascendentales.
Literalmente, existen demasiadas personas perdiendo su tiempo, viviendo de errores en errores; haciendo lo que no les gusta, sobreviviendo y castigándose por el pasado, o la agonía de lo incierto que le parece el futuro.
Los objetivos de vida hay que plantearlos en varias direcciones, con la sabiduría, el autocontrol, de lo que es significativo y trascendente para su vida; únicamente para usted, para el bienestar de los demás, de la familia, la pareja y la sociedad.
El equilibrio es armonizar o sintonizar su interior con sus exteriores, sus motivaciones y necesidades vitales para hacer o realizar lo que le guste, le dé satisfacción plena, le apasione y fortalezca su identidad; para que se convierta en su orgullo, su voluntad, su transcendencia y biofília (el amor a la vida), a lo que hace, lo que practica y lo que ama.
De nuevo ¿Qué objetivo vale la pena perseguir? A que estamos dispuesto a renunciar, ceder, abandonar; o qué no repetiremos de nuevo, ni seremos víctimas, ni carne de cañón, ni esclavos de las decisiones de otras personas ni del mercado.
Los objetivos que valen la pena perseguir, son las que le den sanos resultados de vida, los que le permiten fluir; conquistar la paz, la estabilidad y la felicidad. Pueden ser grandes o pequeños objetivos, lo que deben ser es significativo y transcendente para usted.