No es inusual que en sus discursos los políticos confundan, sin querer queriendo, sus deseos con la realidad. Como por ejemplo Charlie Mariotti, Secretario General y vocero del PLD, a quien escuché declarar que los sometimientos por alegados actos de corrupción contra varios de sus dirigentes no impedirán que esa organización continúe haciendo una oposición “con un carácter constructivo”.
Y es bueno que así sea, pues la democracia funciona mejor cuando los naturales contrapesos del poder cumplen sus roles. Pero en el mundo real, en el día a día de nuestra aletargada vida política, esa “oposición constructiva” de la que habla Mariotti ni se ve ni se siente, salvo algunas voces en el Congreso Nacional, entre las que destaca la del portavoz de la bancada del partido morado en el Senado, Yván Lorenzo, quien se ha convertido en un pertinaz crítico del Gobierno cuya agresividad, hay que reconocerlo, compensa la timidez que ha caracterizado la oposición del apocado y disminuido PLD, hasta hace poco una formidable maquinaria electoral que llegó a considerarse invencible.
Que su presidente y principal líder, el expresidente Danilo Medina, apenas haya sacado la cabeza desde que se iniciaron los procesos por corrupción que enviaron a dos de sus hermanos a la cárcel tiene que ver, definitivamente, con el apalastramiento de las tropas bajo su mando.
A lo que tampoco ayuda que sus principales dirigentes permanezcan en tan bajo perfil que uno tiene que preguntarse si todavía militan en la organización, o pasaron a la clandestinidad.
¿Cómo hacer una oposición efectiva en esas circunstancias? El PLD necesita, para que se haga realidad el deseo de su Secretario General, porque hasta ahora solo es eso, un deseo, que toda esa gente se ponga las pilas y salga a dar la cara. Pero tal vez sea pedirle demasiado a gente que, por tener una cola tan larga, teme que por exhibirla demasiado Yenni Berenice se acuerde de ellos y los invite a desfilar por la pasarela de la Procuraduría.