De monseñor Víctor Masalles, obispo de la diócesis de Baní, se ha dicho que aspira a calzarse las botas, mediáticamente hablando, del retirado cardenal Nicolás de Jesús López Rodríguez y su verbo tronante.
Y aunque no hay ni habrá sustitutos para un liderazgo irrepetible, y lo mismo puede decirse de su influencia social y política, la vehemente participación de Masalles en el debate alrededor del aborto y las tres causales le han permitido ganar espacio e influencia con los que empieza a crear cierto liderazgo dentro de la influyente Iglesia Católica.
Pero no solo las amenazas “a la vida desde su concepción” le quitan el sueño al obispo de Baní, quien declaró en una entrevista reciente que la Iglesia ve con “mucha preocupación” los casos de corrupción que cursan en los tribunales, en los que se involucra a exfuncionarios civiles y militares del pasado gobierno, de cuyos resultados no se mostró muy optimista.
No ha sido el único en hacer pública esa preocupación, pues ya hemos visto a monseñor Freddy Bretón, presidente de la Conferencia del Episcopado Dominicano, decir y repetir que por una razón “de principios” la Iglesia rechaza el flagelo que empobrece aun mas al pueblo mas pobre.
En términos parecidos hemos también escuchado expresarse al obispo de la diócesis de La Altagracia, monseñor Jesús Castro Marte, quien desde su cuenta de twiter acaba de recordarle al gobierno que la lucha contra la corrupción que arropa a la sociedad dominicana debe ir más allá del “aparataje”.
Desgraciadamente son muchos los ciudadanos que se muestran escépticos sobre los resultados de la lucha contra la corrupción, al igual que los prelados católicos, y la principal razón de esedescreimiento, de esa falta de confianza en la justicia, es la insultante impunidad de que han gozado sus beneficiarios.
Pero al menos volvió a demostrarse, como dice el refrán, que lo mucho hasta Dios lo ve, y maña fuera que no lo vean también su Iglesia y sus obispos.