Quién ganó y quién perdió

Quién ganó y quién perdió

José Miguel Gómez

Un día después de las elecciones aun estaremos contando votos. Como toda democracia con debilidades institucionales, nos encontramos en reclamaciones, discusiones, conflictos, quejas, insultos y frustraciones de todo tipo. Pero el país debe seguir adelante.

En todo proceso electoral o actividad deportiva, el simple hecho de participar hay que estar preparado tanto para la victoria como para la derrota. Sin embargo, al ser humano le cuesta aceptar las pérdidas, frustraciones, fracasos, y resultados negativos no importan las razones. La negación a la pérdida va desde el amor no correspondido, a la angustia de perder lo tanto anhelado, deseado, esperado o luchado.

Las personas siempre esperan obtener el éxito, resultados positivos, lograr los objetivos y las metas, para sentir la alegría de los propósitos alcanzados; como dicen en la pelota “el que gana es el que goza”.

El solo exponerse, competir, o elegir participar, se debe estar preparado para resultados positivos o negativos.

Cada proceso de la vida enseña, ayuda a la madurez, al crecimiento, a la fortaleza en medio de la adversidad.

En cada elección debe haber un ganador y un perdedor, no pueden ganar todos. Ahora es tiempo de reflexionar, de tomar distanciamiento social y emocional para entender las variables e indicadores que llevaron a la pérdida de las elecciones o al resultado positivo de la misma.

Durante varias décadas el comportamiento es el mismo: las personas optan por votar, participan de forma civilizada, con todo y riesgo sanitario y después, vienen los enojos, frustraciones no aceptadas, las derrotas no comprendidas.

Quién ganó o quién perdió, a veces, nunca se pierde, más bien se gana. Las adversidades, crisis y derrotas tienen sus virtudes; también, de ellas aprendemos. Lo que pudo ser mala suerte, después se convierte en buena suerte.

Lo que tanto deseamos en un momento o por décadas, después lo alcanzamos para entenderlo desde otra dimensión y con otro tipo de utilidades.
A veces el que ganó siente la satisfacción del esfuerzo, de la constancia, la consistencia y la continuidad que enseñan los resultados positivos.

Pero en cada proceso electoral, en cada adversidad partidaria se aprenden lecciones, y el tiempo pone en evidencia los resultados de las estrategias maledicentes, de las tácticas perversas y de la utilización de los efectos que producen daños colaterales, a las personas, al sistema de partido y a la democracia.

Ahora hay que seguir con el cuidado sanitario, la prevención, el distanciamiento físico, las pruebas masivas y hasta volver al confinamiento y toques de queda si aumentan de forma alarmante los contagios y muertes post-elecciones y post-apertura.

En esta crisis electoral hay que cuidar al país, la economía, los empleos, el consumo, la producción, la salud de la población y de los más vulnerables, frente a una posible escalada de contagio.

Los líderes no apuestan al caos, ni a las crisis sociales, políticas ni económicas. Los líderes se crecen por encima de las masas, del fanatismo y de la irracionalidad. Los actores principales de este proceso electoral han tenido pérdidas, triunfos y han saboreado victorias. La inteligencia, la sensatez y la prudencia enseñan el aprendizaje de cada experiencia, de cada circunstancia y de cada adversidad, de donde se aprende y se madura.

La experiencia enseña a manejar y gerenciar los procesos y las adversidades a través de la fortaleza y la resiliencia emocional y social.

La historia enseña que asumir el inmediatismo, generar crisis o caos, no aporta a las soluciones nacionales, ni a la democracia ni al liderazgo responsable.

Estos son tiempo de líderes con visión de futuro, de proyecto de nación, que sepan gerenciar adversidades y manejar las crisis con responsabilidad. El grupismo, el egocentrismo, la visión corta y las mentalidades antidemocráticas, son parte de un pasado de nuestra historia.

Quién ganó o quién perdió, es parte de los procesos democráticos de las elecciones. Pero siempre debe ganar el país, y los lideres asumir el proyecto de nación aún pendiente desde el inicio de la República.

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