La Literatura mística es la que concierne a la experiencia mística y se ocupa de las raíces mismas del deseo del hombre de conocer las respuestas a los grandes cuestionamientos acerca del secreto del Universo y más que nada de su propio origen. Los escritores místicos buscan en la Divinidad una naturaleza que intuyen es la suya y emprenden un viaje hacia la perfección en busca de alcanzar lo Divino, de llegar a su origen y de unirse a Dios en un estado Unitivo. Son hombres y mujeres de gran sensibilidad: creadores dotados de una intuición superior tan desarrollada como para penetrar en la esencia de las cosas con un visor extraordinario. Son seres de una alta vibración siempre dispuestos a alejarse de lo mundano. Surgen en muchos casos de la más humilde condición humana, y luego en un camino de purificación se sacuden de todo aquello que los acorrala y apresa, buscando la libertad absoluta, para así conocer ese lugar donde no cuenta el espacio ni el tiempo, donde sólo existen la perfección y la belleza.
Y es que el misticismo como filosofía, religión o creencia sostiene que el hombre puede comunicarse durante la existencia terrenal con la Divinidad a través de la visión intuitiva, del éxtasis, o del conocimiento inefable. Se trata de la comunicación directa y personal, de una unión íntima y amorosa con la energía creadora llamada Cosmos, Todo o Dios. Sobre el tema Rabindranath Tagore (Calcuta 1861-1941), poeta místico hindú nos afirma lo siguiente en su ensayo “Realización del infinito” contenido en su obra maestra “El camino espiritual”: “No podemos aspirar más que a una cosa: a tornarnos cada vez más uno con Dios. En el dominio de la naturaleza, que es el de la diversidad, nos desarrollamos mediante adquisiciones sucesivas; en el mundo espiritual, que es el país de la unidad, nos engrandecemos perdiéndonos y uniéndonos”. Por otro lado nos revela que… “El progreso de nuestra alma es como un poema perfecto. Encierra una idea infinita que, una vez realizada, da a todos sus movimientos sentido y gozo…”
Fue ampliamente conocido por ser el primer no europeo en ganar el Premio Nobel de Literatura en 1913. Nacido en una familia prominente en Calcuta, Tagore escribió en bengalí e inglés, y sus obras abarcan poesía, novelas, cuentos, ensayos y canciones. Su obra más famosa, «Gitanjali» (Ofrenda lírica, 1912), le ganó el Nobel y refleja su profunda espiritualidad y su visión humanista. Además de su contribución literaria, Tagore fue un reformador social y fundador de la escuela Visva-Bharati en Santiniketan, que promovía una educación holística.
Bruno Rosario Candelier nos habla de la dulzura, de la ternura lírica, de la voz pura y transparente de Tagore, y al explicar la forma en que Tagore percibe ciertas manifestaciones espirituales nos afirma lo siguiente: “Se trata de una energía espiritual de carácter irracional cuyo sustrato más profundo perciben los seres especialmente dotados de una poderosa sensibilidad. Ese sustrato secreto, interior y trascendente, lo perciben los poetas, los místicos y los creadores dotados de sensibilidad cósmica”.
Tagore, pensador y maestro de alma noble nos brinda una obra imaginativa y profundamente religiosa impregnada de su amor a la naturaleza y a su tierra. Su producción en bengalí consta de veintiocho grandes volúmenes de poesía, drama, óperas, ensayos, novela… y un gran número de epístolas. Su obra literaria mereció el premio Nobel en el año 1913. El volumen y la diversidad de sus obras son asombrosas. De toda su bibliografía, los expertos orientalistas señalan como la más importante “El camino espiritual”. Sus meditaciones sobre el cosmos. Esta ofrenda de canciones al infinito es un reflejo de su visión Vedántica del Absoluto y de su amor a Dios. Sus obras dejan entrever una pluma guiada por un intelecto sobrio, una cultura vasta y un entendimiento cabal tanto de la cultura oriental, como de la occidental.
Rebelde frente a las injusticias y divisiones sociales se manifiesta en este sentido divulgando la necesidad de encontrar soluciones frente a los problemas que separan a oriente de occidente. Una y otra vez testimonia su anhelo de un mundo mejor. Su obra surge de la contemplación de la naturaleza, que se desnuda frente a su ojo escudriñador y su intuición de poeta. El eximio maestro se muestra muy influenciado por la filosofía de los Upanishads y por la poesía de Kalidas, Jadiev y Kabitdas. En toda su producción literaria utiliza un lenguaje simple de serena belleza, pero directo, intenso y profundo. Se dirige al lector tocando cada fibra de su ser de una forma única, y lo hace utilizando temas universales que el alma del lector hace suyos. Este autor se distingue por provocar identificación, interés y entusiasmo frente a la belleza. En su poesía, trató de armonizar la espiritualidad de la India antigua con el espíritu humano de occidente y así unió al Este y al Oeste en un contacto receptivo emocional e intelectual.
Con una profundidad lírica orientada hacia el interior del hombre se vale de la metáfora y el símil para dar fuerza a su contenido, embelleciendo el texto con su visión y utilizando arquetipos cósmicos: el río como vida que fluye; el sol naciente y la fertilidad de los campos como verdad viva y la bóveda estrellada como danza de la creación. Tagore maneja estas imágenes como forma de incitar al entendimiento de la unidad del Todo y el origen común y único de la totalidad que nos rodea. Usa la naturaleza como espejo para demostrar lo irrebatible, aquello que ya la intuición le manifiesta, poco a poco pero certeramente. Para Tagore, la belleza tenía que ser de orden moral, y la moral debía estar impregnada de un cierto sentido de belleza. Para él los fines a los que debía toda vida humana dedicarse eran la verdad, la bondad y la belleza.
Su tono expresivo es la manifestación de su alta sensibilidad; como una música suave, sin exabruptos ni lenguajes rebuscados, nos eleva a otros mundos. Su palabra se encumbra en su camino para develar lo divino que hay en el hombre, guiándolo con ternura hacia la unión con el Todo. Por otro lado, los místicos, en general, influyen y marcan la sociedad con sus obras; y para ello utilizan como medio de expresión más que nada la poesía, quizás porque como dice el poeta y crítico dominicano León David: “…la poesía, porque esplende, porque nos hace experimentar las dulzuras de una perfección a la que en la plebeya lucha por la subsistencia raramente accedemos no puede sino sumirnos en el éxtasis y la perplejidad…”.