Zhang Run, diplomático chino con conocimiento y experiencia latinoamericana y dominio del idioma español, desembarcó en Santo Domingo en su primera asignación como embajador y la misión de consolidar y ampliar las relaciones bilaterales que tan solo tres meses antes se habían oficializado.
Su sagacidad, carisma e incansable desplazamiento por el país, nunca dejó de decir que, efectivamente, se encontraba en el “camino del sol”, fueron instrumentos esenciales que le permitieron alcanzar, con elegancia, la encomienda estratégica asignada. Siendo un diplomático, representante de una gran potencia que, hoy por hoy, es actor de primerísimo orden, dio cátedra de cómo forjar una amistad duradera y para ello, como dijo en su discurso de despedida, recorrió el país de “este a oeste y de norte a sur” lo que le permitió interrelacionarse con la cultura e idiosincrasia nacional.
Desempeñando una diplomacia atípica, se dirigía constantemente al pueblo con artículos de prensa en los que esclarecía posiciones políticas de su nación y reflejaba el impacto que le producía el cariño y calidez en un pueblo en el que, aunque muy distante del suyo, tuvo la habilidad y buena voluntad de elevar puentes y promover hermanamientos con seis ciudades y regiones. Siempre respetuoso del Gobierno ante el cual representaba a su nación en una coyuntura geopolítica internacional compleja. Fue clave para que el país recibiera insumos sanitarios urgentes ante la pandemia y fuera de los primeros en tener acceso a vacunas contra el COVID.
Consolidó las importaciones desde su país y estimuló las exportaciones dominicanas que rebasan unos 400 millones de dólares convirtiendo a China en segundo socio comercial del país y a República Dominicana en la más importante contraparte china en el Caribe. No se restringió a lo macroeconómico y apoyó profundamente a ONGs nacionales que luchan contra la pobreza, especialmente, a Manos Dominicanas encargándole hermosas artesanías para cortesías locales.
Detrás del respaldo de Beijing en el Consejo de Seguridad de la ONU al reclamo dominicano sobre Haití para que se prestase atención a una situación crítica para este país, se encuentra el quehacer del embajador amigo que hizo saber a su cancillería los peligros reales a los que se enfrenta la nación que lo acogió con excelente anfitrionía.
Se va un amigo que lleva en su mochila de viaje, junto a su siempre diligente y afectuosa esposa, el cariño y aprecio que supo forjar en el pueblo dominicano. Buen viaje amigos, con certeza alcanzarán nuevos logros.