Rebelión de la granja, o la novela de la revolución fallida

Rebelión de la granja, o la novela de la revolución fallida

Rafael Santos, periodista y escritor.

Es una novela envolvente. Con un amplio sentido político, en donde se refleja de manera inmediata el mensaje que su autor, George Orwell nos quiere transmitir en cada uno de sus pasajes.

La Rebelión de la Granja nos señala de manera cruda el tipo de vida que dentro de ese animal espacio se vivía. El lector y sin hacer mucho esfuerzo, se da cuenta, casi desde el inicio de esta magistral novela, que la realidad humana es tan similar a la que allí se vivía, que en nuestro subconsciente las múltiples escenas toman vida, esto así, por el tipo de lenguaje usado en cada episodio y el cual nos acerca más y más hasta donde se nos quiere llevar.

La interesante historia se desarrolla en uno de los campos de Inglaterra, en donde, y con una sabia imaginación, su autor nos lleva directamente a escenarios muy parecidos a los que nuestros ojos visualizan en esta o en cualquier parte del mundo en donde se viva esclavizado. De inmediato, el lector conecta con el texto para hacer entre ambos un tipo de maridaje emocional que no se rompe hasta tanto se llegue al punto final de la obra.

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La obra inicia cuando el primer tirano o dictador que se nos presenta, “El señor Jones, propietario de La Granja Manor, cerró por la noche los gallineros, pero estaba demasiado borracho para recordar que había dejado abiertas las ventanillas. Con la luz de la linterna danzando de un lado a otro cruzó el patio, se quitó las botas ante la puerta trasera, sirvióse una última copa de cerveza del barril que estaba en la cocina y se fue derecho a la cama, donde ya roncaba la señora Jones”, página 9.

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De inmediato, nos narra el autor, que “Apena hubo apagado la luz en el dormitorio empezó el alboroto en toda la granja. Durante el día corrió la voz de que el Viejo Mayor, el verraco premiado (líder de la manada) había tenido un sueño extraño la noche anterior y deseaba comunicárselo a los demás animales”.

Acto seguido, ya reunidos todos los animales en el interior de uno de los espacios en donde convivían, el líder, Verraco Mayor, ya presintiendo su cercana muerte, les cuenta sobre el sueño que tuvo, en donde además haciendo uso de su sabiduría política en medio de todos, comenzó a manera de advertencia a señalarles todos y cada uno de los pormenores por los que en lo adelante tendrían que pasar si de verdad querían ser libre de la opresión humana.

“Nacemos, nos suministran la comida necesaria para mantenernos y aquello de nosotros capaces de trabajar nos obligan a hacerlo hasta el último átomo de nuestras fuerzas; y en el preciso instante en que ya nos servimos, nos matan con una crueldad espantosa. La vida de un animal es solo miseria y esclavitud; esta es la pura verdad”, página 11, decía con vehemencia Verraco Mayor, mientras todos muy atentos escuchaban su sabio y pausado discurso.

Más adelante, en la misma página 11, continúa exponiendo, ahora con mucha mayor crudeza “¿Por qué, entonces, continuamos con esta mísera condición? Porque los seres humanos nos arrebatan casi todo el fruto de nuestro trabajo. Ahí está, camarada, la respuesta a todos nuestros problemas”, postulado este, que es el que enarbolan los partidos, de manera especial aquellos de tendencia izquierdistas, en donde mucho de los cuales una vez obtenido el poder, sea por la vía que sea, se olvidan de dicho discurso, tal y como aconteció en la presente obra y que más adelante veremos.

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A la muerte de Verraco Mayor (el líder de la manada), se crearon nuevas normas, entre ellas la del Animalismo, que es lo mismo que llamamos filosofía política, (página 16) la cual estaba sustentada en los ideales del jefe fallecido. Estos ideales no tenían otro fin que no sea el de poder llegar luego de la muerte de cada uno de los animales de la Granja Mayor, al místico “Monte de Azúcar” (página 17), lugar este que era lo que en la filosofía cristiana les llamamos cielo, paraíso, o descanso eterno.

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Ahora bien, lo relatado entre las páginas 24, 25, 26 y 27 nos da a entender el espíritu civilista que el cerdo Snowball, tenía, quien, entre sus ideales para ser el futuro sucesor de Varraco Mayor, se encontraba la implementación de un programa de educación en cuanto a política se refiere.

También, sustentaba dentro de sus diversas estrategias, la mejoría de la calidad de vida para todos, lo que comenzó a ganar adeptos para sus causas electorales dentro de la granja, esto sin contar la profundización en la enseñanza a los demás animales de los ranchos vecinos, de su canción o himno de guerra y el cual se titulaba “Bestias de Inglaterra”.

Sin embargo, Napoleón, otro cerdo, pero con feroces ambiciones de llegar a ocupar el trono dejado por Verraco Mayor, logra obtener la victoria en base a estrategias poco elegante y carente de ética, el cual se sustentó en la desinformación, el terror amparado por perros debidamente amaestrado para tales causas, y otros elementos muy propicios en nuestros diversos países, sobre todo, en aquellos con déficit educacionales en términos politológicos.

En la página 31, es allí en donde se conoce el deseo de estos animales de ser libre de la opresión humana y luchan cuerpo a cuerpo con los granjeros que junto al señor Jone, propietario legítimo del lugar, fueron humillados ante una cantidad de animales en donde quien se llevó los lauros mayores fue Bóxer, (caballo).

Dicha batalla se desarrolló dentro del llamado “Establo de las Vacas”, en donde la valentía de Bóxer fue reconocida no mucho tiempo después por el mismo Napoleón, ahora jefe supremos de todos los allí presentes, y el cual dictó por decreto una condecoración que lo hacía imprimir respeto y admiración en toda la manada.

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Anterior a la página 36, el lector se puede dar cuenta, que hasta aquí, todavía se respiraba dentro de la granja cierto aire de democracia, sistema este que cambió ahí mismo de manera radical, cuando Napoleón lleva a la hasta entonces mesa del diálogo, su proyecto para la construcción de un molino.

Este logra “pasar” el proyecto a base del terror que infundían los perros que él de manera secreta había amaestrado, (página 38) y a los cuales tenía como sus guardaespaldas. Es decir, que de manera irremediable, ya la Granja Mayor estaba bajo los influjos directos de una terrible dictadura.

Durante el transcurso de su lectura, uno se da cuenta de los profundos cambios que se dan dentro de la granja, en donde se sustituye la bandera verde por la imagen de Napoleón, el himno ya no se cantaba, las reuniones o asambleas que se llevaban a cabo los domingos en la mañana y en donde se planificaban las acciones a tomar durante la semana siguiente ya pronto dejaron de hacerse.

Las raciones alimenticias fueron disminuidas, por lo que con el correr de los días y semanas, los animales lucían esqueléticos en donde muchos perecieron durante las largas jornadas de trabajo a las que fueron sometidos.

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Algo muy característico en los sistemas dictatoriales y que Napoleón llevó a cabo con extrema maestría, era el alto grado desinformativo que este llevó propaló para mantener el terror y la mentira en medio de la granja, (página 50 en adelante).

Ya casi en el ocaso de la obra, la granja toda lloran la muerte de Clover, el caballo que más se esforzó por la construcción y luego reconstrucción del molino, y finalmente, y violentando sus propias reglas, el camarada Napoleón, haciendo alarde de que era el jefe supremo de La Granja Mayor, hace pacto secreto con humanos.

Sobre el desenlace no les contaré, pues, invito a todos a leer esta interesante novela, para que de manera narrativa nos demos cuenta, del por qué la misma, aunque motivadora, nos hace ver una cruda realidad sobre el por qué, en muchas de nuestras naciones se suceden revoluciones fallidas.

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