La Semana Santa, es la expresión más grande de la devoción cristiana en el mundo, y tiene su origen en la Sagradas Escrituras. Establecer la fecha exacta de cuando comenzó a celebrarse esta fiesta cristiana, resulta difícil, mas está asociada a la celebración de la denominada Pascua Judía, ceremonia solemne que celebraba la libertad de la esclavitud del pueblo hebreo, y la salida de Egipto por manos del libertador Moisés, como dice el libro del Éxodo, la cual se extiende durante ocho días, a partir del día 15 del mes hebreo de Nisán, (marzo y de abril en nuestro calendario actual).
Al dar una mirada a los relatos de los evangelios, desde Mateo hasta Juan, en el Nuevo Testamento, encontramos que la festividad inicia como parte de la representación de aquel evento que puso de manifiesto la pasión, la muerte y la resurrección de Cristo, constituyendo esto para los cristianos, un símil donde Jesucristo es el Cordero de la Pascua, y se convierte en el sacrificio perfecto, sin pecado, que estuvo dispuesto a pagar por los pecados del mundo.
En el siglo II algunos cristianos ayunaban antes de la Semana Santa, pero por unos cuantos días solamente, no cuarenta. En el concilio de Arlés del año 314, obligó al mundo cristiano a celebrar la Pascua el mismo día, mientras que, en el año 325, en el Concilio de Nicea, se llegó al acuerdo de la fecha en la que se tenía que celebrar la Semana Santa, cumpliendo ciertas normas: No se debía celebrar un domingo, no podía coincidir nunca con la Pascua judía y no se podía celebrar la Pascua dos veces al año.
¿Quiénes celebran la Semana Santa?
Al contestar la pregunta es menester hablar sobre la Libertad de Conciencia y de Cultos, consagrada en el artículo 45 de la Constitución dominicana, donde el “Estado garantiza la libertad de conciencia y de cultos con sujeción al orden público y respeto a las buenas costumbres”.
Esto esboza dos aspectos fundamentales en ese ámbito, por una parte, el significado de la libertad religiosa que equivale a la libertad de conciencia y de cultos, y por el otro, la posición del Estado con relación a la religión, ambas parten de la premisa de esa libertad que afecta lo individual y colectivo.
La libertad religiosa y de conciencia esta recogida por distintos tratados internacionales que le son vinculantes a la República Dominicana, como son la Declaración Universal de los Derechos Humanos, la Convención Americana sobre los Derechos Humanos y el Pacto Internacional sobre los Derechos Civiles y Políticos.
Amparadas en estas argumentaciones de tipo jurídico y de derechos humanos, tanto la iglesia católico romana, las protestantes, sean estas evangélicas o cristianas, así como las ortodoxas, o grupos judíos y mulsumanes, celebran con sus particularidades la cuaresma, como una forma de prepararse para la Semana Santa. Hay quienes la celebran de manera estricta, ayunan en ciertos días, especialmente el miércoles de Ceniza y el Viernes Santo, y se abstienen de comer carne roja todos los viernes de la Cuaresma.
El significado
La Semana Santa es un tiempo para dedicarse a la oración y reflexionar sobre Jesucristo y los momentos del Triduo Pascual, pues Jesús, con su infinita misericordia, decide tomar el lugar de los hombres y recibir el castigo para liberar a la humanidad del pecado.
Además, es el tiempo ideal para que el ser humano medite sobre sus acciones, los cambios que debe realizar para acercarse más a Dios y cumplir con sus mandamientos.
Es una pausa que permite tener presente este evento religioso y reflexionar. Nos recuerda la fe de la mayoría de nuestro pueblo, las alegorías, manifestadas a través de las procesiones en pueblos y ciudades, y las actividades de recogimiento, que enriquecen la cultura y las tradiciones.
Esta Semana Santa, caracterizada por un estado de pandemia a causa del Covid 19, debe ser un espacio que, a pesar de las libertades, no debe prestarse para realizar actividades de desenfreno que pongan en riesgo las vidas, alejadas de la reflexión y del temor reverente.
Debe constituirse en la celebración de que Cristo venció la muerte y nos salvó con su entrega en el Calvario. Debemos sacar de nuestras mentes la parte lastimosa del sacrificio, y ver a Jesucristo como lo que es, el Rey Supremo, lleno de gloria y de poder, pero al mismo tiempo verlo como el “Hijo del carpintero”, un servidor que quiere acercarse a cada uno de nosotros.